viernes, 25 de septiembre de 2009

Septiembre se va terminando

Hoy es uno de esos días en que un constante martilleo en la imaginación, siempre termina llevándome hasta aquel lejano septiembre de 1938. Todo ha comenzado esta mañana al traerme a la memoria de que hoy se cumplían OCHENTA Y CUATRO AÑOS, en que me hicieron la primera fotografía de mi vida. Era el segundo día de la Feria de Pozoblanco de 1925. Esto me dio que pensar en la lejanía de esta efemérides y tal vez por tratarse del mes de Septiembre, ha terminado por encastillarme en el citado de 1938. Durante este último ciado mes, creo que terminó mi niñez, cuando solo contaba trece años de edad.

No recuerdo la fecha exacta, pero durante el mismo, mi padre fue movilizado y trasladado al frente de Extremadura. Estábamos en el tercer año de la Guerra Civil Española. Cuando mi padre se despedía de nosotros, mi madre y cuatro hermanos más, cuando lo hizo de mí, me hizo la siguiente recomendación. "A partir de ahora, tú tienes que hacer de padre de tus hermanos, y ayudarle a tu madre en todo lo que necesite". Dada la situación en que quedaba la familia, mi madre y cinco hijos, el mayor que era yo con trece años y la más pequeña de cuatro. Semejante recomendación caló en mí tan profundamente, que aún hoy, tras haber transcurrido setenta y un años, lo llevo enmarcado en mi propia conciencia.

Unos días después de este acontecer, yo me estrenaba como pastor con un rebaño de ovejas que pertenecían a los Servicios de Intendencia del Ejército de la República. Todo este batiburrillo de recuerdos, me han llevado también a establecer una comparación, con lo que son mis pensamientos en la actualidad y los que tenía durante aquellas larguísimas jornadas de diez o doce horas diarias, día por día sin descansar ni uno siquiera, donde solamenmte cruzaba no más de una docena de frases al día con el mayoral y con otro hombre que formaba también parte de los pastores del rebaño. El primero tendría alrededor de los cincuenta y cinco años; el segundo cuando menos, diez más y yo que tenía trece. Como digo, en tan interminables jornadas mi pensamientos vagaban en la inmensa mayoría de los casos en lo que sería y me esperaría en el futuro. En el pasado, nunca me llevaba a recordar mas de escasos segundos, donde inmediatamnete se topaba con el inmediato recuerdo de mi infancia que tan próxima quedaba.

Mis principales deseos en aquellos momentos como es de suponer, eran el que finalizara la guerra, regresara mi padre, nosotros también lo hiciéramos a nuestro pueblo y esperar el futuro. En cuanto a mí, particularmente, solo me llevaba en dos direcciones que eran la una, en lo que sería mi dedicación laboral o profesional cuando fuera mayor y, la otra como sería la mujer con quien llegaría a casarme. Todo esto tenía unos horizontes tan lejanos, que mi imaginación la diluían en los confines del tiempo. Mis pensamientos de hoy, son totalmente lo contrario de aquellos que se perdían allá por el infinito, que en recordar el pasado y recorrer todas mis vicisitudes se llevan un tiempo. Por su contra, el futuro se vislumbra a una distancia tan corta y tan poco deseable que tan pronto se vienen a mentes esta idea, es rechazada por inconveniente.

Bueno, con el dejar constancia de estas añoranzas del pasado lejano, he conseguido cuanto menos salir de ese atascamiento en el que se habían metido mis pensamientos y del que no había forma de deshacerme de ello.

Hasta otra.

martes, 15 de septiembre de 2009

Es cierto que han terminado las vacaciones

Hoy cuando he llegado aquí a casa de mi hija, no había nadie en el domicilio. Pese a lo esperado por sabido, se me demostraba que las vacaciones del verano de 2009, habían terminado. Cuando ante mi vista se mostraba la soledad en que se hallaba la casa, mis pensamientos volaban en esos instantes sobre todos mis hijos (nueras y yerno incluidos), así como también sobre mis seis nietos. Los primeros los suponía inmensos en sus habituales ocupaciones y trabajos llevando a cabo lo que en sus consecuencias les estaría previsto.

A mis nietos, a uno, lo suponía entregando su proyecto de fin de carrera, con la esperanza de que su aprobación lo fuera con la mayor calificación posible. Los dos siguientes, esperando la iniciación del curso en su último año de carrera. Otro, dando sus primeros pasos en el contacto con la facultad en su inicio de carrera. Otro iniciando su tercer curso de la enseñanza media y por ultimo el benjamín de todos, estrenándose en el Instituto. ¿ Y yo, que hago? La rutina que vengo ejerciendo desde hace mas de veinticinco años.

Pensándolo despacio, saco la conclusión de que los ancianos, somos un mundo aparte de la mayoría de los mortales. Nuestros pensamientos, vagan sobre el posibilitar de mantener el estado de salud lo más llevadero posible y principalmente el deseo continuado de que los nuestros consigan y alcancen las mayores cotas en los objetivos que sin duda tienen en sus mentes. Éstos, eran los que hace muchos años ocupaban nuestras expectativas, como no, el tiempo también lo pulveriza todo.

Un detalle, aparentemente irrelevante, me ha conmovido hoy más de lo que hubiera pensado en su momento. Cuando he terminado de hacer el gazpacho, como a diario he venido haciendo durante este verano, un pellizco de desilusión he sentido, al no poder haber llevado a mis dos nietos un vaso de este suculento caldo, que con gran satisfacción recibían por la deferencia de su abuelo. Nada en la vida deleita tanto como lo que se hace en favor de los nietos y en sus rostros aparece la expresión agradecida del detalle recibido.

Ahora toca esperar diez meses que lleguen las vacaciones del verano próximo: ¿las veré? Hasta la próxima entrada.

martes, 8 de septiembre de 2009

Rumiando

Hoy se celebra en Málaga la festividad de su patrona, Nuestra Señora de la Victoria. Ninguna actividad laboral ni comercial se practica hoy en la Ciudad.

Yo, como todos los días festivos no he ido a casa de mi hija, dejándoles a ellos la libertad de acción para que vayan donde les plazca con sus amistades o compañeros, sin que tengan que llevar además las inconveniencias que supone el tener que "cargar" con un anciano. Espero que nadie se moleste con este aparte que hago, de lo que puedan suponer sus correrías festivas, cuya circunstancia la hago igualmente extensivas al resto de mis hijos, en cuanto a ellos pudiera referirse, pero con toda objetividad y salvo en algunos casos excepcionales, como lo considero, así lo expongo.

Después de la inútil parrafada anterior, esta entrada en mi blog no la hecho para ésto, sino para otras de las circunstancias para las que me he metido en este berengenal del blog, que no es otro que para el "RECUERDO" de lo que fue y sigue siendo mi propia vida.

El pasado día 16 de agosto, me llevó mi hijo Rafael a realizar un recorrido por la mayoría de los puntos donde lo hicimos la familia, mis padres y hermanos, con otros allegados, durante dos años y medio en que estuvimos exiliados durante la Guerra Civil española. Estos puntos lo fueron Pozoblanco, Pedroche y Torrecampo, (además de Villanueva de Córdoba), todos ellos pueblos del Valle de los Pedroches de la provincia de Córdoba.

Hoy, en este recogimiento en mi propio domicilio, sin nada que me distraiga de otros pensares, y escuchando un programa de música de aquellos mis lejanos años de la juventud, me he entregado a rumiar los recuerdos de ese viaje que he citado. Esa recordación me transporta mas de setenta años atrás, pasando paso a paso por mi mente todas las vicisitudes que durante aquel período de tiempo atravesamos toda la familia. Desglosarlo punto por punto, creo que lo hice con la suficiente amplitud en mis MEMORIAS, y que no por ello, hoy han dejado de producir en los íntimos sentimientos todo cuanto aquello supuso, principalmente para mis padres que estoy seguro lo llevaron consigo hasta el fin de sus vidas.

En mí, especialmente este viaje me produjo volver la vista a una niñez y entrada en la adolescencia, con unas actividades a que las circunstancias nos obligaban a realizar totalmente ajenas a las que por nuestras edades hubiéramos estado dedicados en épocas de normalidad. Lo que mas hondo caló en mis sentimientos, fue cuando se exponía a mi vista el Cementerio de Pedroche, donde se dio sepultura en septiembre de 1937, a un hermano mío que falleció cuando solo contaba cinco o seis meses de edad. Su ataúd fue construido por mi padre y un tío mío, con unas tablas recogidas de unas viejas cajas que había en el cortijo donde nos hospedábamos; su traslado hasta el cementerio a lomos de una yegua que teníamos y su enterramiento sin mas ceremonia que la excavación de su propia fosa por el enterrador y ayudado por mi padre y mi tío, ya citado. Pocos días después cambiamos de residencia, que aunque del mismo término municipal, bastante distante del que dejábamos. Jamás nadie volvió a visitar la tumba de mi hermano. Lo que fuera de sus restos, nunca lo supimos. Su paso por la vida fue tan efímero como carente de pompa su entierro. Mis padres sin ninguna duda lo llevaron en su sentimientos y recuerdo toda su vida. Yo, con toda sinceridad también, lo he traído a mi recuerdo en muchas ocasiones. El pasado 16 de agosto, cuando tenía a mi vista el Cementerio de Pedroche, interiormente y en silencio rezaba por él. Hoy he vuelto a hacerlo,a la vez que por mis padres, haciéndome una idea de lo que aquel suceso pudo suponer para ellos. Esas eran las consecuencias de una guerra.

Que jamás los míos, puedan vivir semejantes aconteceres.

Hasta una nueva entrada.