miércoles, 26 de mayo de 2010

Lo que son treinta y ocho años

El día 26 de mayo de 1972, hace por tanto hoy 38 años, y cuando yo estaba al frente del personal del Servicio de Información de la Guardia Civil de la Comandancia de Málaga, tuve conocimiento de que el célebre "Lute", se encontraba residiendo en Málaga o sus alrededores.

El día anterior, uno de los Guardias que estaba a mis órdenes, y que nos llamábamos paisanos, ya que era natural de Villaviciosa de Córdoba, pueblo limítrofe con el mío, y que por ser día festivo estaba con su familia en las riberas del río Campanillas, estuvo empujándole a un coche que se había quedado atascado en el cauce de dicho río. Una vez sacado de su atasco, aquel coche dio dos viajes de personas, la mayoría mujeres y niños y cuya dirección al partir lo era con destino a Málaga. Las características de aquel personal le infundió cierta sospecha a mi "paisano", procediendo a memorizar la matrícula del automóvil en cuestión, y que se trataba de un Seat modelo 124. Al siguiente día, o sea aquel 26 de mayo de 1972, cuando me informo del acontecimiento me puse en contacto con la Jefatura Provincial de Tráfico, donde me informaron que la citada matrícula correspondía a una furgoneta, no recuerdo la marca y dedicada al reparto del Diario Sur de esta capital, del que fue sustraída. Al comprobar de que se trataba de matrícula falsa utilizada por el 124, y tomando varios álbumes de fotografías de malhechores y personal en busca o captura, la confrontación con una de las fotos, con dos niños componentes de aquella familia, y otra de algunos adultos, llegamos a la conclusión de que el individuo que conducía el automovil era "EL LUTE".

Al pasar yo la novedad al superior de quien dependía directamente, y por razones que ahora no vienen al caso y que no voy a reflejar hoy, no tuvo la acogida que el caso merecía, y por tanto la gestión para la localización y captura del personaje descubierto, se ralentizó y espació casi dos meses en el tiempo. Pasado ese periodo, hubo confrontación, tiroteo, heridos y también el rescate de mujeres y niños, algunos de éstos llevaban unos dos años en que las autoridades judiciales tenian interesada su localización .

El traer hoy a colación esta efemérides, lo ha sido por como se dice en el título de esta entrada lo que supone el paso de treinta y ocho años en la circunstancia de mi propia persona, cuando entonces contaba 47 años de edad, hoy 85, antaño con una actividad de servicio frenética dado el destino que desempeñaba y, hoy un anciano con mas de veintinueve años jubilado y sin otra misión que ver como pasa el tiempo sobre mí, y cuando menos dando gracias a Dios que por lo menos mantengo mi cabeza tan lúcida como entonces y me permite como en este caso traer al recuerdo una de las muchísimas vicisitudes acaecidas en mi ya larga vida. Como con tanta frecuencia solemos decir los viejos, "parece que fue ayer", pero como puede comprobarse han sido TREINTA Y OCHO AÑOS. Yo, sigo siendo yo, pero no lo mismo que aquel Sargento de la Guardia Civil, para el que en su actividad, no entendía de horas ni del día ni la noche, ni días laborables o festivos, si no permanentemente en alerta y dispuesto siempre para salir donde, como y el caso así lo requiriera.

Hasta otra.

viernes, 7 de mayo de 2010

7 de mayo


Durante mi niñez y mi juventud, las fiestas de mi pueblo comenzaban el día 7 de mayo hasta el 9 siguiente. El inicio de las fiestas de 1944, por tanto hoy se cumplen SESENTA Y SEIS años, fue sin duda hasta aquella fecha, el día en que el tomar una determinación me costó la mayor lucha conmigo mismo, dadas las vacilaciones que ante tal hecho me ponían ante la duda de "qué hacer". Fue también, la primera de las que posteriormente se fueron encadenando hasta llegar a la última que en el mismo sentido hube de tomar y que finalmente culminaron con lo que fue el génesis de toda mi FELICIDAD.

Como decía anteriormente, el día 7 de mayo de aquel lejano 1944, decidí no continuar mis relaciones amorosas con la primera novia que había tenido. Hacía diez días la había visto por última vez, dado que aquel día terminaba mi trabajo en la finca de La Calera, no más de tres kilómetros de distancia del cortijo donde ella vivía, y en cuya despedida, le prometí volver a verla el primer día de las fiestas de mi pueblo, añadiéndole, como en realidad en aquel momento lo sentía, que para mí, élla estaba por encima de cualquier otra circunstancia, incluidas las fiestas de mi pueblo. En realidad desde mi despedida, que había coincidido con mi 19 cumpleaños, me recuerdo que estaba deseando llegara la fecha en que pudiera volver a verla. No puedo decir, ni incluso después de 66 años, si estaba enamorado de ella. Si puedo dar fe, que físicamente me atraía de una forma que hasta entonces nunca lo había sido por otra mujer.

Serían aproximadamente pocos minutos después de la once de la mañana, vistiendo mi traje de días festivos y por añadidura estrenando zapatos, me dispuse a recorrer unos once o doce kilómetros de distancia que separaban mi pueblo de su residencia y cuyo camino había de hacerlo a pie y como es natural, otros tanto de regreso y por el mismo medio de transporte, para pasar unas cuantas horas a su lado. Hacía un día bastante soleado y por ende más calor del deseado para caminar a pie. No más de quinientos metros llevaba recorridos, cuando me hallaba a las espaldas de las tapias del cementerio de mi pueblo y al pasar bajo la sombra de una encina, una repentina e inexplicable decisión me detuvo y puse mi espalda sobre el tronco del árbol. En aquellos instantes, una turbulencia de contradiciones pasaban por mi mente. Dirigía la mirada en la dirección que había de llevarme hasta ella y veía un camino interminable y dificultoso para recorrer principalmente por la molestia que me producían los zapatos que iba estrenando. Cada vez que fuera a verla, había de realizar aquella caminata y dado que terminaba de cumplir diecinueve años, con el cumplimiento del servicio militar a dos vista, más los dos o tres que entonces duraba la mili, comenzaron a parecerme una eternidad hasta terminar casándome con ella. Este último dato indicado, no me lo había preguntado hasta entonces lo que me hizo dudar de si continuar o no aquellas relaciones. Por contra, me llevaba a pensar que el inicio de mi relación con ella, lo fue por una intromisión que por mi parte hice pretendiéndole la misma, sabiendo que llevaba una relación de noviazgo con otro hombre desde hacía casi dos años. Comprendía lo que para ella supuso el romper su antigua relación para hacerlo conmigo, teniendo en principio en contra a toda su familia, y por encima de otras circunstancias, lo que suponía en aquellos tiempos el que una mujer dejara un novio para formar otras relaciones con otro. El "qué dirán" hacía mella en las voluntades mas firmes y decididas; ella sin embargo se sobrepuso a todas ellas. El tronco y la sombra de aquella encina, fue la la muda testigo de las divagaciones que me embargaban. Terminando, acabé por dar media vuelta, pasar junto a mis amigos las fiestas de mi pueblo y jamás volví a verla. De no haber procedido así, quién sabe dónde aquella relación hubiere llegado. ¿Estaría en estos momentos ante este ordenador? Seguramente no.

Supe después, se había casado con su primer novio. Lo que ella y su familia pudieron pensar de mí, me lo imagino. Si de algo me arrepiento es el haber iniciado aquellas relaciones. De las consecuencias pude ocasionarle, le pido perdón. Aunque nunca llegue a su conocimiento este perdón que le pido, mi conciencia se descarga un tanto con ello.

Hasta una nueva entrada.