jueves, 26 de mayo de 2011

Lo que va de ayer al hoy


Hoy 26 de mayo se cumplen TREINTA Y NUEVE años. En la mañana de aquel 26 de mayo de 1972, resultando que el día anterior había sido la festividad de la Ascensión del Señor, y por tanto como se indica festivo, cuando encontrándome yo destinado en el Servicio de Información de la 137ª Comandancia de la Guardia Civil de Málaga y recibiendo las novedades de los Cabos y Guardias que tenía a mis órdenes, al recibir las de un Guardia que por ser natural de un pueblo vecino del mio, nos decíamos paisanos, me participó lo siguiente: "Paisano, ayer tarde encontrándome con mi familia de campo en las proximidades del río en Campanillas, un turismo se quedó atascado en el río y entre otros lo estuve empujando para que saliera de su atasco. Dicho vehículo dio dos viajes transportando todas las personas y que las componían tres varones adultos, tres mujeres y varios niños. Principalmente los tres hombres, no se porqué me resultaron bastante sospechosos. A continuación me dijo que el coche era un Seat 124 y me facilitó su matrícula".

Puesto en contacto con la Jefatura Provincial de Tráfico me informaron que dicha matrícula correspondía a una furgoneta destinada al reparto del periódico SUR de Málaga y de marca distinta a la de Seat. Las sospechas de mi paisano no eran fundadas, casi con toda seguridad el coche era robado.

Continuando con nuestro cambio de impresiones y tomando sobre todo algunos álbumes de fotografías por el Guardia informante, fueron reconocidos dos de los niños que formaban aquella familia. En su consecuencia, llegamos a la conclusión de que el conductor del coche que se había quedado atascado en el río, era EL LUTE.

Una circunstancia que se dio al transmitir yo las novedades al superior jerárquico, de la cual me reservo el acaecido, impidieron que con un gran porcentaje de posibilidades pudiéramos haber conseguido la detención del mismo en escaso un par de semanas por otros acontecimientos que posteriormente se dieron. En fin, yo por mi cuenta con gran sacrificio de tiempo en la gestión y haciendo lo mismo con solo la fuerza con que contaba, unos dos meses después llegamos al descubrimiento de cuatro casas que habían adquirido en distintos barrios de Málaga, así como la retención de todos ellos, excepción hecha de los tres adultos, que concretamente eran el Lute y dos hermanos, "El Lolo" y "El Tato".

Los dos menores que fueron reconocidos por las fotografías, eran hijos del Lute y que unos dos años antes habían sido apartados de su madre en Madrid, de forma no voluntaria.

De todo aquel proceder, lo que mas me impactó fue el que transportando con mi coche, un Renault 4-L que tenía entonces, al Tribunal Tutelar de Menores, que a la sazón se hallaba en la Calle Ollerías de esta Ciudad, a la madre de los citados menores, que cuando se retuvieron fueron entregados en el mencionado Centro, y al ser entregados a su progenitora por el Presidente del Tribunal, especialmente los gritos de alegría proferidos por la madre y el hijo mayor que debía contar entonces entre los siete u ocho años, al tiempo que fundiéndose los tres en un fuerte abrazo, a las cuatro o cinco personas que nos hallábamos presentes en el acto nos produjo tal impresión, que ninguno estuvimos exentos de que a nuestros ojos asomaran algunas lágrimas de la emoción.

Desde el mismo Tribunal y en el mismo coche, trasladé a madre e hijos hasta el Aeropuerto de Málaga, donde tomaron un vuelo con destino a Valencia. Aquellos niños sobrepasarán hoy los cuarenta años y su joven y no menos bien parecida madre, no estará muy lejos de alcanzar los setenta.

El motivo que me ha dado para iniciar esta entrada con el título de "Lo que va de ayer al hoy", no ha sido otro que las ocupaciones y responsabilidades que recaían sobre mí en aquellos entonces, a lo que más he dedicado hoy mis pensares, que han sido el que mi nieto al que me refería hace unos días en esta entrada, se encuentra en Estados Unidos donde voló ayer, mi hijo mayor que en unión de su esposa se encontrará en Berlín donde han volado hoy y mi nieto primogénito que posiblemente en estos momentos esté volando hacía Bolonia (Italia).

Cualquier persona ajena a la familia que pudiera leer esta entrada, no piense que somos una familia de pilotos de aviación, es que la cosa ha coincidido así.

Y yo, con casi cuarenta años mas que entonces.

Hasta la próxima.

sábado, 21 de mayo de 2011

¡Aleluya!

Desde anteayer a última hora tengo teléfono y también Internet. Estoy como suele decirse, como niño con zapatos nuevos.

Hoy 21 de mayo, como efemérides destacada solo me afecta el nacimiento de mi quinto nieto, que hoy cumple 16 años. Fue el último que conoció su abuela materna. En este caso, vuelvo a repetir otra vez eso que tanto solemos decir los viejos, de "¡hay que ver cómo pasa el tiempo!". Vuelvo la vista atrás sobre el recuerdo de ese pasado y tal acontecimiento me da la sensación de tenerlo a la vuelta de la esquina. Pero si esa vista atrás la fijo solamente en él, me llevan a su recuerdo de cuando contaba algo más de dos años, que todas las tardes iba a recogerlo a la guardería y después dar buenos paseos por la playa o a la orilla del río. Hoy como ya he citado cumple 16 años y me saca en estatura con seguridad más de quince centímetros. Los cuidados que entonces yo ejercía sobre él, en la actualidad salen de su boca lo que tantas veces yo le decía entonces, pero hoy soy yo el pasivo. Lo que era "Jorge ten cuidado", se han cambiado por el de "Abuelo ten cuidado". Así es el devenir de la vida.

Lo que también es diferente el hoy de aquel ayer, es que en aquellos primeros cuidados y paseos, estaba reciente el fallecimiento de mi mujer y en los momentos en que el niño estaba más distraído en su juego y que mi atención en su consecuencia parecía distraer un tanto la atención sobre el mismo, el recuerdo de ELLA, que aunque nunca llegaba a desviarse de mi sentimiento, parecía estar programado el instante en que la aflicción me embargaba al punto de venirme un desconsolado y profundo llanto que en silencio y sin más testigo que aquel inocente crío ajeno a los sentimientos de su abuelo, estaba inmerso en lo que a su edad era lo propio, pero sin duda era el mínimo tributo que yo debía pagar a lo que durante su vida, supuso todo cuanto aportó, que lo fue casi todo, a la constitución de una familia, que si no totalmente modélica, sí muy poco, o casi nada de ello estoy arrepentido.

Aparte de lo consignado anteriormente, y como no, que para eso soy viejo, tampoco dejo hoy de comparar las causas o motivos que aportan al espíritu alguna satisfacción, que tan diferentes pueden resultar, según la situación por la que se esté atravesando. En este caso, siempre me viene a la memoria aquello que sentenciaba, mi "paisano" Séneca. "Para nuestras necesidades, lo poco es mucho, pero para nuestras ambiciones, lo mucho es poco". Para ello, habremos de recapacitar en lo que solamente hace falta para nuestra supervivencia y hasta donde pueden llegar nuestras ambiciones en lo superfluo.

Bueno lo que en principio solo tenía pensado en relatar que ya tenía teléfono e Internet, he filosofado sobre otros recuerdos. Démoslo por bien empleado.

Hasta la próxima.

P.D.: ¡Ah! , y que no me falte el teléfono e Internet, que me cambia el paso.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Imitando al cuco



Resulta que llevo 12 días sin teléfono y por consiguiente también sin Internet, y hoy que he encontrado un nido ajeno vacío, me dispongo a utilizarlo para paliar un tanto el "mono" que me invade al no poder entrar en mi querido blog. No es que la ausencia de algo que llevarse a la boca de mi blog, produzca la menor desazón a nadie, solo que a mí me quita la oportunidad de emplear ese rato que periódicamente utilizo para, como se decía antes cuando un escrito carecía de interés, "garabatear" en el mismo.

Hoy 18 de mayo no recuerdo tener alguna efemérides importante que señalar, así que vuelvo la vista atrás setenta años y me sitúo cuando contaba 16 años de edad. Casi podría jurar que a esta hora de aquel 18 de mayo de 1941 estaba segando cebada, en una finca conocida por Pedriquejo y a unos cinco kilómetros de mi pueblo. Dado que el trabajo lo teníamos contratado a destajo hacíamos la noche en el propio tajo, a fin de que las dos horas de camino que habíamos de emplear entre la ida y la venida, las dedicábamos a segar y con ello sacar mejor jornal. Yo como quiera que era el más joven de la cuadrilla, solo un año menor que un primo mío que también componía la misma, cuando hacia falta agua, tomaba un cántaro de arcilla de unos catorce o quince litros de capacidad, y trasladarme hasta una pequeña fuente que distaba no menos de doscientos cincuenta o trescientos metros y volver con un cántaro lleno de agua para mí y todos mis compañeros. Claro esto lo hacía mientras ellos segaban.

Los míos o cualesquiera otra persona que pueda leer este relato, quizá pueda producirle algo así como compasión o lástima de que un adolescente con esa edad hubiere de estar entregado a tales menesteres. Ahórrense ese sentimiento. Les prometo ser totalmente veraz y lo recuerdo, eso sí, como si se tratara de hoy mismo, el camino del trabajo a la fuente y viceversa, con mi cántaro al hombro, lo mismo me daba vacío que luego lleno, lo hacía siempre cantando o tarareando alguna de las coplas o canciones que estaban en boga en aquellas fechas. Os preguntaréis: "Bueno, ¿y a que viene el contar ahora aquella ocupación de hace setenta años?" Simplemente el que entonces como citaba anteriormente hacíamos noche en el campo, dormíamos sobre una simple manta que extendíamos debajo de una encina, sin mas divertimento ni música que la que nosotros mismos cántabamos y pese a ello estaba contento y no me aburría. Este período de doce días sin teléfono y sin Internet que llevo "padecido", me ha trastocado más mi cotidiano devenir que aquellos larguísimos días de trabajo, y hasta he tenido algunos momentos que me sentía "aburrido". Los motivos no puedo explicarlos, pero posiblemente esté entre dos cuestiones. La una, la diferencia de la forma de aquel modo de vivir al que se tiene hoy. La otra y que tal vez prevalezca sobre aquella, que entonces tenía 16 años y hoy, SETENTA MÁS. Que cada cual saque la conclusión que quiera.

A ver si me dan pronto linea de teléfono y pueda conectarme a Internet. Hasta cuando pueda ser.

domingo, 1 de mayo de 2011

Dos efemérides, un 1º de mayo

Hoy me vienen al recuerdo dos efemérides en el devenir de mi vida que precisamente coincidieron con un primero de mayo.

La primera y más distante en el tiempo, fue una de las que más impacto causaron y aun persiste, en todo el discurrir de mi vida. Esto sucedía nada menos que el día primero de mayo de 1935, cuando hacía cuatro días había cumplido los diez años de edad. Así, tal día como hoy de hace 76 años, y precisamente cuando las fuerzas sindicales y los trabajadores se preparaban para celebrar la fiesta del trabajo, un niño con diez años de edad, se incorporaba al mundo laboral, donde había sido contratado, verbalmente, para dedicarse a la actividad de porquero, con el emolumento de UNA peseta diaria.

Motivado a un accidente laboral de mi padre y con la añadidura que sería muy larga de exponer, desde hacía mas de cuatro meses en mi familia, compuesta por siete personas, mis padres más cinco hijos, el mayor de ellos que era yo, con la edad citada anteriormente, no entraba dinero alguno, lo que nos había puesto en una situación que es fácil de suponer. Ello, aunque desde la perspectiva del tiempo transcurrido pueda no comprenderse, puso a mis padres en la tesitura de que yo abandonara la escuela y me dedicara a la actividad de guardar cerdos, con el sueldo señalado. El salario medio de un jornalero agrícola en aquellos tiempos, era creo recordar de 3´50 pesetas, o sea que yo ganaba casi la tercera parte de un adulto en trabajos mucho más penosos.

Guardo indeleble en mi memoria, cuando en aquella lejanísima mañana de una frondosa primavera, yo caminaba con una taleguilla anudada al cinturón que sostenía mis entonces pantalones cortos, conteniendo una fiambrera y en su interior una tortilla de patatas y un par de torreznos, mas un trozo de pan y una naranja que servirían para mi primer almuerzo, o merienda como entonces se llamaba en mi pueblo a la comida del medio día, para mi primera jornada de trabajo retribuida. Seis meses exactamente duró mi primer contrato de trabajo que por razones en que llegó la época de la montanera y para ayudar al mayoral para varear las bellotas a los cerdos se precisaba un adulto, yo cesé en mi actividad y aunque llevaba cuatro meses el curso escolar iniciado, volví a incorporarme a la escuela, que aunque hoy pueda parecer cosa extraña, entonces se daba el caso con relativa frecuencia. Así, a tan temprana edad comencé yo a aportar mi granito de arena, para ayudar a sacar adelante una familia. Nunca me he arrepentido de ello.

La segunda de las efemérides que se dio en un primero de mayo, lo fue en el año de 1946, cuando me encontraba prestando el servicio militar.

Fuente: Panoramio; pample80

Resulta que la noche del 30 de abril al primero de mayo del citado año, ha sido sin duda una de las más amargas de las de toda mi vida. Desde hacía varios días se me puso malo el ojo izquierdo y en el Botiquín del Regimiento y por prescripción del Capitán Médico, me lo estaban curando como una "conjuntivitis". El día 30 de abril y en vista de que el ojo iba de mal en peor y tenía unos dolores bastante grandes, decidieron mandarme al hospital. Sobre las diez de la noche y en unión de varios Artilleros más, andando, nos llevaron al hospital militar Queipo de Llano que se hallaba cerca del cuartel nuestro, pero en el corto camino nos cayó una pequeña tormenta y llegamos chorreando. Mientras que todos los enfermos que me acompañaban quedaron encamados, a mí no me admitieron y me devolvieron al cuartel, motivado a que en aquel Centro no había especialidad de"Oftalmología", sino que para ello habían de mandarme a otro hospital del mismo Sevilla, pero en la parte opuesta de la Ciudad. Así cuando regresamos al Cuartel pasadas las doce de la noche, totalmente empapado, sin tener ropa para cambiarme, los dolores del ojo cada vez mas fuertes, como cito anteriormente, pase una de las noches peores de mi vida.

Sobre las diez de la mañana siguiente, o sea el primero de mayo, me pasaportaron para el Hospital Militar de La Macarena donde realmente existía la Sala de Oftalmología y donde hube de trasladarme yo solo, llegando cerca de las doce de la mañana. Momentos después de mi llegada, fui reconocido minuciosamente por el Comandante oftalmólogo, siéndome diagnosticado una "úlcera corneal"y según me dijo el propio doctor, extrañándose del tratamiento que me habían estado dando, me comentó que tenía perdida casi el cincuenta por ciento de la visión, de lo que sería difícil pudiera recuperarla en su totalidad, como así sucedió. Curado convenientemente, se me asignó una buena cama, límpias sábanas y dos platos de comida como hacía bastantes días no los había consumido, metido en la "piltra", estuve durmiendo tranquilamente hasta que fui despertado para la hora de la cena. Desde aquellos lejanos días, mi ojo izquierdo no ha dejado de incordiarme de vez en cuando y aunque conseguí recuperar la mitad de la visión perdida, el resto jamás la recuperé. Por supuesto que el paso de los años ha ido incrementado la pérdida de la visión que tenía en aquellos momentos, e incluso hace diez o doce, fui operado de cataratas. No obstante, para lo que hay que "ver", conservo la suficiente visión.

Esas han sido, las dos efemérides que hoy se cumplen. Hasta la próxima entrada.