sábado, 30 de julio de 2011

¡Vigésimo quinto cumpleaños!

Hoy cumple 25 años, mi nieto "Carlitos", primogénito de todos ellos. (Nota del editor: que hace cosas como ésta...)



Esta mañana después de felicitarlo vía telefonía móvil, y como es costumbre inveterada en los vejetes, me hacía la cotidiana pregunta. ¿Pero como es posible que hayan pasado veinticinco años? Pues si señor, ha pasado un cuarto de Siglo. Así visto a bote pronto, da la sensación de que ha sido un soplo en el devenir de mi existencia; pero rumiando y trayendo a la memoria todos esos acontecieres que durante ese cuarto de siglo se han venido produciendo, llego a la conclusión de haber sido una etapa trascendente en mi vida. Después del nacimiento de este veinticinco añero, han venido al mundo otros cinco nietos más, eso sí, también todos varones, y, el benjamín de todos tiene ya catorce años bien cumplidos. Unos con sus carreras universitarias terminadas; otros en fase final de las mismas; otros en su inicio; otros a iniciar el bachillerato y el último entrará en tercer año de, creo que se llama, la ESO.

Algunos de ellos, principalmente los dos últimos, e hijos de mi hija, y por razones de mi situación, al haber enviudado, cuando uno ni siquiera había nacido y el otro no había cumplido los dos años, los he contemplado y visto crecer día a día, paso a paso, quizá en su momento, las fechas más infelices para mí, y también hoy viendo y observando todo su desarrollo, no dejo tampoco de extrañarme de cuanto el paso del tiempo ejerce sobre, no solo de las personas, si no también de otras muchas circunstancias.

Así, con los nietos, al principio, los abuelos cuando estamos junto a ellos y mucho más si se nos ha encomendado su cuidado, estamos en permanente vigía de todos sus movimientos y alerta de acudir en su ayuda, particularmente cuando son pequeños de evitar su caída y el que puedan producirse algún daño. Pero el tiempo no detiene su marcha y en su consecuencia, en la cuestión que nos ocupa, llegan a invertirse los términos, y son los nietos, los que teniendo próximos a los abuelos, están pendientes de sus movimientos y cuidando, de que aquella caída que uno trataba de evitar, no te revierta en pasivo hacía tí. También hoy, excepto el más pequeño que está próximo a tener mi propia estatura, aunque la verdad sea dicha no es que sea lo que siempre se llamó un buen mozo, los demás me rebasan en ello, y algunos no les llego ni a los hombros. Todas estas cuestiones, son fruto del caminar de ese medio siglo en que ya lleva caminado mi primer nieto.

Las cuestiones que en contraposición a las de feliz acontecer me han sobrevenido, por ese caminar durante veinticinco años, no voy a sacarlas hoy a luz pública, y como reza el dicho popular "la procesión va por dentro".

Por hoy, ya vale.

P/D. Hoy me voy a adelantar, a la asidua lectora de este blog, y en el 1er. recuerdo que va a figurar en esta entrada, es destinado a ella.

martes, 26 de julio de 2011

¡MÁLAGA!


En estos instantes se cumplen SESENTA Y UN AÑOS, de mi llegada a Málaga. A las cinco y media de la tarde del día 26 de julio de 1950, a bordo del tren correo Madrid-Málaga, llegaba a esta Capital, donde había sido destinado cuando salí como Guardia Civil de la Academia de Úbeda, el día 16 del mismo mes, o sea el día de la Virgen del Carmen, cuya referencia la dejé anotada en mi entrada del citado pasado día.

Mi destino a la Comandancia de Málaga, la verdad sea dicha, no me causó la menor alegría cuando me lo comunicaron el día anterior de terminar el curso. Pese al desencanto sufrido en principio cuando me comunicaron el destino, lo superé enseguida, con toda seguridad, primero por mi talante y forma de superar las contrariedades, de las que en bastantes ocasiones en mi pasado hube de afrontar, con la añadidura de mi dispoisición para acomodarme con facilidad a las situaciones creadas.

La llegada a Málaga aquella calurosisíma tarde de julio, y desde la estación hasta el Cuartel que estaba en el Pasillo de Natera, varios compañeros y yo, lo hicimos a pie, y las maletas y el equipaje a bordo de un carrito que alquilamos, tirado por un hombre. Confieso, que encontré la ciudad en que su estado de limpieza dejaba bastante que desear. Llegados al acuartelamiento y dado a que yo venía de jefe de la expedición, cuando hice mi presentación recibí un pequeño "chorreo", como en el argot militar solemos decir a cuando te echan una pequeña bronca, y todo motivado a que uno de los compañeros verificó su presentación el día anterior, adelantándose un día a lo que habíamos concertado y todo dentro de lo legal. Pero en fin, el superior ante quien hice la presentación tenía un carácter un tanto agrio, por cuyo motivo, después tuve noticia le tenían adjudicado el sobrenombre de "El Cura del Penal". Aparte de su talante, no era tampoco como suele decirse "mala persona", pero en fin mis inicios en Málaga, no comenzaban muy bien que digamos.

Esta efemérides ha sido motivo de que la madrugada pasada, me tuvo un mínimo de dos horas, trayendo al recuerdo todas las preguntas que interiormente me hacía en aquella fecha, de cómo se desarrollaría todo el devenir en la que a partir de entonces sería una nueva vida para mí. Entonces, todo eran incógnitas, deseos, sueños, esperanzas y para todo ello, yo solo contaba con mi disposición para la consecución de cuanto bullía por mi cerebro. Tan solo estaba, que ni en Málaga ciudad, ni en toda su provincia, yo conocía a persona alguna, tanto en la vida civil, como en personal del Cuerpo, de los que ni siquiera tenía la menor noticia de su existencia de nadie en cualquiera de las categorías o empleos en el Cuerpo. Así, sin mas bagaje que unos buenos deseos se iniciaba mi paso por la Guardia Civil.

¡Quién me iba a decir entonces cuales serían los afanes que llegaría a conseguir con el paso de los años!

Hoy, cuando se cumplen sesenta y uno de mi llegada a esta Ciudad, unos meses mas de treinta y uno desde que me jubilé de la Guardia Civil, volviendo la vista y el recuerdo hasta aquel 26 de julio de 1950, no me canso de dar gracias a Dios y a esta BENDITA MÁLAGA, en la que llegué a conseguir y obtener, todo lo que, aún si mi mente hubiere estado dotada de una mucho mayor inteligencia, ni siquiera hubiere sido lo suficiente para siquiera soñar todo aquello que me llevó, y lo mantengo, a considerarme uno de los seres mas felices que hayan pasado por esta vida.

Si en la fotografía, que vuelvo a pedir a mi nieto, y no por ello, editor coloque al principio de esta entrada, se manifiesta el estado físico del que entonces gozaba, las señales que el paso del tiempo haya ido dejando sobre mí, tales como canas, arrugas, disminución en mis aptitudes físicas y también, como no, la pérdida de seres queridos, no dejan por ello de restar mérito a cuanto ha supuesto mi gozo, y el de todos los mios, que con tanta largueza durante el tiempo que pasamos y pasaron por esta vida, nos ha sido y fue concedido.

La ciudad a la que miraba, si no con desdén, sí con cierta indiferencia, la primera vez que llegué a ella, hoy la proclamo a los cuatro vientos, LA TIERRA QUE POR SIEMPRE, HASTA LA ETERNIDAD, LLEVARÉ EN LO MAS PROFUNDO DEL ALMA.

Hasta la próxima entrada y GRACIAS MÁLAGA

lunes, 25 de julio de 2011

De Padrino


Un día de Santiago, pero de 1959, me estrenaba como padrino de boda. Mi mujer y yo llevábamos a la Iglesia del Carmen, en esta Capital, a su hermano Manolo y a su novia Margari. Cincuenta y dos años han transcurrido desde entonces, y como no, el paso del tiempo deja sus huellas. El novio, mi cuñado, pese a ser 4 años mas joven que yo, el 18 de diciembre próximo, se cumplirán 26 años de su fallecimiento, o sea, la mitad del tiempo transcurrido desde la boda hasta hoy, mi cuñada Margari lo lleva de viuda.

Esta mi entrada de hoy, tiene la causa principal de ello, elevar un cariñoso recuerdo a mi cuñado Manolo, y para su viuda, mi cuñada, dar con ello prueba del afecto que por ella siento y reiterarle una vez más las gracias por el gran número de horas que en su última enfermedad pasó junto a la que fue su madrina, mi mujer, con la que siempre le unió un entrañable cariño. Margari, como ves el tiempo pasa, pero el afecto y consideración que siempre nos hemos dispensado sigue vivo, y continuamos con esa relación que como de hermanos, ambos siempre la hemos considerado.

Por la copia de la foto que con esta fecha mando a mi nieto Rafa, que como mi "editor" que es para estos menesteres, espero la coloque al principio de esta entrada, verás que también el tiempo ha pasado por nosotros, pero aquí estamos, y a ver si dentro de unos días volvemos otra vez a desayunar juntos, y nos zampamos entre pecho y espalda cuatro o cinco churros con su correspondiente café. A tu hija Gloria, precioso nombre, le he mandado también una copia de esta fotografía, para que vea que su tío sigue acordándose de su padre, y como no, también de ella y su madre.

Ya que he narrado el relato de mi primer padrinazgo, voy a señalar y con relación a este tema, un hecho singular.

En dos ocasiones más he sido padrino de boda, pero he llevado a la Iglesia a tres novias.

En una, fui padrino en el matrimonio de mi hija, cosa natural y de obligación, en su día escribiré de ello, que por supuesto merece una edición especial.

Pocos años después de la primera vez en que me estrenaba como padrino, y en esta ocasión apadrinando a dos hermanos gemelos de mi mujer, Pepe y Paco, que se casaron el mismo día, en la misma Iglesia del Carmen, entré con dos novias, una a cada brazo. No conozco ningún caso igual, o sea que creo tengo derecho a que se me denomine "Superpadrino".

Otro recuerdo para ellos, que al igual que sus padres, su hermano mayor y sus dos hermanas, todos ya fallecieron. La familia Toledo al completo, desaparecieron hace algunos años. Descansen en paz.

Mis citados cuñados gemelos, eran bastante conocidos especialmente durante las Semanas Santas de Málaga, que en la procesión del "Huerto", cada uno portando un bastón, la gente se fijaban mucho en ellos, porque como digo eran gemelos y por tanto idénticos el uno al otro, lo que unido a su buena estatura se hacían ver.

Hasta la próxima entrada, que si Dios quiere será en breve espacio de tiempo.

sábado, 23 de julio de 2011

Desde mi octogenenariedad


En estos momentos y haciendo un repaso por mis archivos, un poco presuntuoso parece esto que acabo de decir, pero dejémoslo así, me he tropezado con unas reflexiones que me hacía, y la expuse en mis recuerdos, en abril de 2007, exactamente cuando cumplía los 82 años, y que lo titulé con el mismo que doy a esta entrada. Aunque quizá un poco extenso para lo que yo acostumbro hacer en mi blog, lo voy a exponer a continuación y de antemano digo, que apruebo de la "pe" a la"pa", como diría un antiguo compañero mio. Así consta:

¿Cuántos años tienen que pasar para poder llegar a ser octogenario ?. Muchísimos. Tantos como lo que yo llevo acumulados. Tengo la sensación que desde la sociedad en que nos desenvolvemos, se nos mira a los viejos, si no con desdén, sí con cierta indiferencia y a veces hasta con lástima, que posiblemente sea una de las causas exponentes del desprecio, aunque en ocasiones podamos confundirlas con la misericordia.

Si la mayoría de los ancianos nos vemos arropados y protegidos por nuestro entorno familiar mas próximo, no es menos cierto que en mas casos de los deseados ocurre todo lo contrario. Por no alterar los planes de un viaje, unas vacaciones o cualquier evento que se proyecta desde un núcleo familiar en que la compañía del abuelo, o abuela, para que nadie se moleste, pueda considerarse una circunstancia onerosa, se recurre a desprenderse de ese obstáculo que sería la compañía de un ser que mas que ayudar a "pasarlo bien", precisaría la permanente vigilancia sobre el mismo, recurriendo en su consecuencia a dejarlo "aparcado", en alguna residencia u otro punto en que fuera admitido.

Por otro lado, incluso desde nuestros propios familiares mas cercanos, se considera un capricho o manía, eso de que a los viejos nos cuesta un enorme sacrificio el que se nos desplace del entorno en que nos desenvolvemos y lo hemos venido haciendo años ha. A todos nos ha sucedido lo mismo al pensar esto, y es como se dice, una enfermedad que se cura con el paso del tiempo. Si es a nosotros cuando se nos acusa de esa "simpleza", comprendemos la injusticia que se comete al criticar el deseo, sobre otras cosas, tal circunstancia. Incluso seres vivos como son las plantas y aún careciendo de sentimientos, acusan el hecho de ser trasplantadas de uno a otro lugar a pesar de que lleven adheridas todo el entorno por el que estaban unidas a la vida, llegando a experimentar cierto síntoma de marchito hasta que por fin se aclimatan a su nuevo ambiente. Una de las sensibilidades que más se acentúan en el ser humano cuando se llega a la vejez, es la del apego al hábitat en que hayas venido haciendo tu cotidiano vivir. Son muchos los momentos en que la imaginación se recrea pasando por aquellos entornos en que pasaste cierta época de tu vida. ¿Es ésto un síntoma de que nos invade cierta inclinación a la nostalgia?. Posiblemente sí. Pero no por eso debe culpársenos de un capricho propio de viejos. Sin duda nos viene impuesto por el paso de los acontecieres, vicisitudes y eventos, que no son otra cosa que la acumulación de años sobre tu existencia,y su efecto, es todo lo que ha conformado nuestra propia vida.

Otro de los motivos en que somos causa de censura, e incluso muchas veces hasta de mofa, es cuando entre los coetáneos comentamos hechos o sucesos que nos acaecieron o de los que fuimos testigos de ello, en tiempos generalmente de nuestra juventud, y que en el argot popular se ha dado en llamarle "batallitas del abuelo". Todo ello no es otra cosa que la consecuencia de que al carecer de futuros proyectos, por razones obvias, hemos de pasar nuestra imaginación por lo que fue nuestro vivir y como la prisa de los mas jóvenes no nos alcanza, nos deslizamos por ello con la recreación del gozo que en su momento pudo producirnos tal circunstancia.

Aunque pueda parecer una petulancia, desde mi propia experiencia, llegar a estas alturas de la vida manteniendo las facultades psíquicas que en mi caso conservo, se goza en toda su plenitud de todo y cada uno de los hechos que a diario te acontecen. Tampoco es menos cierto, que cualquier eventualidad adversa se sufre y padecen en su grado máximo. Es sin duda en esta etapa de la vida, cuando valoramos en su justo término, lo que los demás hicieron en nuestro favor y el comportamiento que hacia nosotros tuvieron, lamentando el no poder haber mostrado nuestro agradamiento a ellos, en ocasiones por ese prurito de amor propio que a todo ser humano nos invade y en no pocas, por haber abandonado este mundo a quienes debiéramos haber rendido reverencia.

La perspectiva que se divisa desde los OCHENTA años bien cumplidos, dista mucho de ser aquella que se nos exponía, o para ser mas exactos, la que creíamos contemplar, cuando teníamos los veinte treinta e incluso los cincuenta. Apaciguadas las pasiones; totalmente menguadas las ambiciones; sin razón de ser las arrogancias y en fin todo aquello que suponga una consecución sin mas razón de ser que un simple capricho, nos lleva a la recreación de pasar el último tramo de nuestra existencia con el deleite sencillo y sosegado de la vejez, de todo aquello que pasó sobre nuestra persona.

Tal vez otra de las circunstancias que se consiguen a estas alturas de la vida, es el desbroce de nuestra propia conciencia. Durante esas soledades que diariamente nos acompañan tanto durante el día como de la noche, celebramos virtuales juicios sobre nuestros comportamientos pasados, y con una claridad de la que en su momento no llegó siquiera a inquietarnos, dictamos sentencia, si no condenatoria, sí rechazando tajantemente algunas de las acciones de las que ahora nos damos cuenta no fueron lo correctas que debieron y que de volverse a poder repetir la escena, jamás retornariamos a cometer igual arbitrariedad. Estas sentencias que con toda imparcialidad nos hemos auto dictado, con una increible visión de sus realidades, tienen el defecto de que jamás podemos cumplir tales veredictos, pero sí ponernos ante el espejo de nuestras equivocaciones, que no conllevarán mas pena que el sentirnos arrepentidos de ello.

En mi caso particular y aunque pueda pecar de vanidoso, he llegado a las conclusiones de haber sido cuando menos, un correcto hijo: fraternal hermano; amoroso, fiel y cumplidor esposo; padre responsable; como no, abuelo complaciente y deferente con mis amistades. A pesar de todo ello, sin ninguna duda. en cada una de las situaciones referidas, hubiere podido tener mejor comportamiento, pero consecuentemente de de como todo se ha desenvuelto en mi entorno más próximo, mi conciencia se da como mínimo, medianamente satisfecha y he tenido colmados premios y felicidades, tal vez excesivos a cuanto haya podido merecer, y espero, como decía Cervantes, "que mis últimos pasos por esta vida, me alcance la muerte en vejez suave y madura, y cierren mis ojos las delicadas manos de mis terceros netezuelos.

Málaga, abril de 2007.


Perdonar quienes tengan la osadía de leerse todo cuanto queda escrito en esta entrada, y pido perdón por si algunos párrafos puedan dar la sensanción de "mirarme un poco el ombligo". Pero así pienso cuando paso en largo los ochenta años de edad.

Hasta la próxima.

P/D. A Carmen: me dá la sensación de que en ocasiones tratas de "como pedir perdón, al pensar que puedas molestar con tus opiniones sobre cuanto escribo en este blog; al contrario, debes saber, que siento un no sé qué algo vanidoso, cuando leo tus pareceres.

martes, 19 de julio de 2011

Volviendo la vista atrás


En estos momentos en que termino de ver en directo la etapa de la Vuelta Ciclista a Francia, y acto seguido acabo de leer un correo que desde Boston no hace ni cinco minutos me ha mandado mi hija, y en el que me anuncia su regreso en el día de mañana de sus vacaciones, y utilizando esa velocidad de la que solo el pensamiento está dotado, mis recuerdos han vuelto hacía atrás exactamente 75 años y así de sopetón me he visto inmerso en los inicios de la Guerra Civil Española.

Nunca he llegado a comprender el porqué de ese dicho de que "toda comparación es odiosa". De no existir la comparación, no podríamos distinguir lo bueno de lo malo, lo lejos de lo cerca, lo alto de lo bajo, la tristeza de la alegría y así un larguísimo etcétera. Y digo esto, por que como cito anteriormente me he transportado con el pensamiento hasta aquellos inicios de la Guerra Civil, y para adquirir noticias sobre los acontecimientos que se estaban desarrollando al respecto, por ejemplo tal día como hoy, pero de aquel 1936, recuerdo que un grupo tanto de niños, como de algunos no tan niños, estuvimos casi todo el día en las inmediaciones del domicilio del médico del pueblo, que poseía uno de los no mas de cinco aparatos de radio que había en la localidad, y conectado adrede con un volumen suficiente para que desde el exterior de su casa, pudieran ser oídas las noticias que sobre los primeros momentos del alzamiento se estaban produciendo, o cuando menos era lo que por radio se comunicaba, que también dependía de a favor de quién estuviera el control de la emisora.

Viene a colación todo este preámbulo, al hacer yo la "comparación", creo no tan "odiosa", de la diferencia existente entre aquellos medios de comunicación de hace tres cuartos de siglo, a los actuales. De haber sido aquéllos iguales a los de hoy, pasadas algo más de veinticuatro horas del inicio de la guerra, ya hubiéramos presenciado, con profusión de imágenes, las actividades de las diferentes facciones o unidades que tomaban parte en los acontecimientos, y como no, con toda seguridad no pocos de los cadáveres como resultado de aquellos enfrentamientos, o como resultado de quienes se tomaban la justicia por su mano, y sacando por la fuerza de sus propios domicilios, a personas de que solo por el mero hecho de no pensar igual que ellos, procedían a su asesinato, en algunas ocasiones en sus propias casas.

Pero no, especialmente me han llevado estas reflexiones a traer al recuerdo tan drásticos casos de muertes y asesinatos, sino la diferencia existente, gracias a Dios para bien, de aquella sociedad a la actual. Si fuere posible traer en imágenes todas las personas que pendientes de aquellas noticias nos agolpábamos allí, la propia indumentaria que todos los asistentes vestíamos, serían lo suficiente para determinar el estado de carencias que en todos los órdenes se padecía por la inmensa mayoría de ellos. Sin lugar a equivocarme, cuando menos un setenta u ochenta por ciento de todos los allí presente, habrían de llevar alguna prenda de su vestuario, con uno, dos o mas remiendos, y posiblemente el resto de ellas bastante raídas por el uso, aunque en defensa diré, que serían muy pocas las que fueran en un estado visible de suciedad. El calzado que llevasen todos ellos, con seguridad ninguno llevaría "tenis"; zapatos tampoco, éstos estaban reservados para las grandes festividades; alpargatas, la mayoría, y descalzos posiblemente más de uno.

El sueldo ordinario de un jornalero, creo no rebasaba las cuatro pesetas diarias, pero precisamente el día que trabajaba, y entonces no había nadie que "cobrara el paro". Para hacerse una idea de como nos desenvolvíamos entonces, diré que nosotros éramos cuatro hermanos varones, yo el mayor con once años, y el menor con cuatro, bueno pues mi padre tenía hecha una iguala con una de las dos "barberías", no se decía peluquerías, que había en el pueblo, por la que pagaba una peseta al mes, y ello nos daba derecho a recibir un "pelado" cada uno durante ese mes, o sea que salía "el pelado" a un real. Por esta regla de tres, el "barbero" para ganar un duro, cinco pesetas, tenía que "pelar" a 20 personas.

Como cité al principio, en todo el pueblo creo que no había mas de cinco aparatos de radio. Yo tengo cuatro transistores, dos aparatos de televisión, un teléfono fijo y otro móvil. Cuan feliz se hubiere sentido todo el pueblo de Villaharta si en aquellos tiempos hubiere contado, con todo el arsenal que yo, un anciano para su solo y exclusivo uso tengo, con la añadidura de este "artefacto", con el cual estoy procediendo a esta narración.

Añadiré para terminar y no hacerme muy pesado, que eso de vacaciones no existían, nada más que para los maestros y maestras, pero a su vez había un dicho que decía: "tiene mas hambre que un maestro de escuela". Ello dice los emolumentos que mensualmente percibía. Había otro dicho más amplio que el anterior, que era del tenor siguiente: "Cuando la zorra anda a grillos, el Sacristán a cardillos y el Maestro escuela pregunta: "¿a cómo estamos de mes?", jodidos andan los tres".

Hoy todo el mundo tiene sus vacaciones, aunque con diferencia de unos a otros, excepto yo y otros muchos de mi estirpe en cuanto a edad se refiere, que tenemos concedidas vacaciones indefinidas. Pero aún en estas indefinidas vacaciones, puedo permitirme el lujo de cumplir mis tres determinaciones para mantener unas cordiales relaciones con mis dos hijos, mi hija, mis dos nueras, mi yerno y mis seis nietos, cuyas determinaciones, y que suelo cumplirlas a rajatabla, son las siguientes: "Regalos muchos, visitas pocas, y consejos ningunos". Y así me va. Igual, los habrá, mejor, nadie.

Bueno, ya está bien todo el rollo que me he marcado hoy. Hasta la próxima.

P/D: Carmen, celebro tu regreso de esas felices vacaciones, de lo que infinito me alegro, y también como no, de que de nuevo estés "entre nosotros".

sábado, 16 de julio de 2011

16 de Julio. Festividad de la Virgen del Carmen.


Por principios, comenzaré por felicitar en su onomástica a Carmen, asidua lectora de este blog y por el momento, posiblemente disfrutando, al parecer de un crucero por el Danubio, que igualmente le deseo lo disfrute. También felicito a mi sobrina Carmen, que habiendo intentado hacerlo llamando a su casa, no se encontraba en la misma y como tengo por norma no quiero que este año se quede sin la felicitación de su tío. Cumplido el protocolo, pasemos a otra efemérides que también "se cumple en este día". Vamos a ello.

Tal día como hoy, pero del año de 1950 (ya ha llovido) salía de la Academia de la Guardia Civil de Úbeda, promovido a Guardia Civil. Si en el día de ayer hacía referencia a que se cumplían los del ascenso de mis dos hijos, uno a Teniente de la Guardia Civil y el otro a Teniente de Infantería, ambos cuando hacía poco cumplían los 22 años de edad, mis comienzos lo eran bastante mas humildes y con los veinticinco ya cumplidos, salía de la Academia con la categoría de simple Guardia. A pesar de todo, mis ilusiones en aquellos momentos, posiblemente no se diferenciaban mucho de las que tuvieran ellos, prescindiendo de las futuras metas a alcanzar. Ellos dejaban atrás una infancia e incipiente juventud, pasada, la primera, con un bienestar económico aceptable y un ambiente familiar, aunque peque de vanidoso, mucho mas que aceptable. Tras ello, un tiempo dedicado a los estudios y terminados sus bachilleratos, C.O.U. y reválida, en la primera oportunidad que tuvieron se presentaron a las oposiciones en la Academia General Militar de Zaragoza, que por sus méritos y la suerte que no los abandonó, aprobaron a la "primera". Ellos hacían ésto, cuando terminaban de cumplir los 17 años de edad.

Yo, cuando ingresé en la Academia de la Guardia Civil me faltaba menos de un mes para cumplir los 25, pero llevaba sobre mi pasado, quince años exactamente, llenos en su inmensa mayoría de eventos familiares de poca fortuna, y baqueteado en la experiencia laboral, habiendo tomado parte en infinidad de trabajos, generalmente relacionado con el campo. Pese a la humildad del empleo que terminaba de conseguir, el cambio que yo esperaba en el propio devenir de mi vida, lo fue aún mayor de lo que soñaba. Después, con el paso del tiempo llegué a tener en todo lo que en sí alcanza la palabra en su propia definición, una "felicidad plena". Todas las ensoñaciones que a partir del ingreso en la Academia comenzaron a ocupar mis deseos, fueron conseguidos sin duda, con mas largueza de cuantos hubieron podido ser mis merecimientos.

Aquel 16 de julio de 1950, cuando llegamos a Córdoba, aunque a media mañana, hacía el calor propio de la estación y de la ciudad en que estábamos. Un compañero de academia, llamado Eugenio Lorenzana Cid, me invitó a comer aquel día en su casa de Cerro Muriano, donde su padre estaba destinado como Teniente Jefe de la Línea de la Guardia Civil en aquella residencia. A las cinco de aquella calurosa tarde, tomaba otro autobús con destino a mi pueblo. Este párrafo que dejo escrito quiero dedicarlo al recuerdo de mi buen amigo Eugenio Lorenzana, que fue destinado a la Comandancia de Teruel, y desde que me despedí de él aquel lejanísimo día de la Virgen del Carmen, no volví , como me sucedió con otros compañeros, nada de él. He tratado de localizar su teléfono a través de las páginas blancas de telefónica, pero no me han dado resultado.

Cuán provechosos me han sido el tránsito sobre los SESENTA Y UN AÑOS, que hoy se cumplen, desde mi salida de la Academia. Todas mis ensoñaciones y esperanzas, no tenían la suficiente inteligencia para llegar a lo que en realidad alcanzaron.

Hasta la próxima.

viernes, 15 de julio de 2011

15 de julio. Dos hitos en mi vida.


Treinta y dos años se cumplen hoy. Largo rato llevo retrotrayendo mi pensamiento a los dos hitos que en el día de hoy se cumplen los dos aniversarios, de dos de los hechos que marcaron en este día de entre los mas felices de nuestras vidas. Digo nuestras, porque juntamente fueron gozados por mi mujer y yo. Sin mas preámbulos voy a los hechos.

1979.- 15 de julio.- En este día de 1979, le era entregado a mi hijo mayor el despecho de Teniente de la Guardia Civil. Cuando aquella calurosa mañana en el Patio de Armas de la Academia General Militar de Zaragoza, totalmente abarrotada de público, por medio de los micrófonos se lanzaba al aire lo siguiente: "Teniente de la Guardia Civil, número UNO de su promoción, le entregará el Despacho S.M. el Rey Don Juan Carlos I" En el instante en que nuestro hijo saliendo de su formación, sable suspendido, al compás de marcha militar y una estruendosa ovación de todo el público, se dirigía hacía la Tribuna donde el Rey le entregaría el correspondiente Despacho, mi mujer y yo abrazados, derramando abundantísimas lágrimas que casi nos impedía la visión de nuestro propio hijo. En aquellos instantes, a mí lo que más se me apetecía era el gritar a los cuatro vientos: "Ese que atraviesa el patio, "ES NUESTRO HIJO". Cuando llegó hasta la Tribuna, por el Rey le fue impuesta la Medalla del Mérito Militar correspondiente a su justificación como número UNO, de su promoción, seguida de la entrega del Despacho correspondiente.

Dos veces más hubo de realizar el mismo itinerario, dado a que también por los respectivos Embajadores de Chile y Perú, le fueron impuestas otras tantas Cruces, por iguales motivos a los anteriores, y debido a que también en la Academia Especial de la Guardia Civil donde mi hijo había cursado sus estudios, lo hicieron igualmente Cadetes de los países mencionados.

Mi hijo contaba en aquella fecha 22 años de edad. Yo ostentaba entonces el empleo de Subteniente de la Guardia Civil, 54 años de edad y casi treinta años de servicio en el Cuerpo. A partir de los instantes reseñados anteriormente, yo debía obediencia y saludo a mi hijo.

1980.- 15 de Julio. Si la entrega del Despacho de Teniente de la Guardia Civil a mi hijo mayor, en igual día del año anterior, no colmaba nuestra felicidad, en esa misma fecha del siguiente año, mi segundo hijo, con la misma edad que lo fue a su hermano, recibía él, el mismo Despacho de Teniente de Infantería. Este mi segundo hijo, siete años antes de ser promovido al Empleo de Teniente de Infantería, y que por tanto esos siete años atrás, contaba con quince de edad, le dijo a su madre, y su madre a mí, que el niño no quería seguir estudiando, si no que quería trabajar. Yo co,mo buen padre, le busqué un trabajo con una cuadrilla de albañiles que lo hacían en la Urbanización de Torremuelle, y bajo la dirección de un cuñado mío, hermano de mi mujer, y por tanto, tío del nuevo fichaje para el trabajo. Le recomendé a mi cuñado que se olvidara del grado de parentesco con el neófito y su trabajo lo fuera igual que el resto de los obreros. Una sola semana bastó, para que cambiara de opinión de dejar los estudios por trabajo. Treinta y ocho años después de su bautizo en el trabajo, todavía no ha dejado de estudiar.

Si cuando ascendió su hermano le debía obediencia y saludo militar, a partir del ascenso del segundo, ya estaba a las órdenes y obligado profesionalmente el saludo militar a dos. Como dice el refrán: "Cría cuervos...".

La satisfacción que supuso para nuestro matrimonio, que nuestros dos hijos varones, a la edad de 22 años, ostentaran el empleo de Tenientes en la Guardia Civil y de Infantería, y en su consecuencia toda una carrera por delante, fue de una ilusión que solo por quienes la gozan, saben valorar en sus justos términos.

No he podido remediar que algunas, bastantes lágrimas, se hayan asomado a mis ojos. El recuerdo de aquellos momentos en compañía de ELLA, sólo saben valorarse, cuando ya se ha perdido toda posibilidad de que pueda repetirse semejante evento.

Hasta la próxima entrada.

lunes, 11 de julio de 2011

Revoltijo de recuerdos

Comenzaré diciendo que hoy, y sin que para ello encuentre un motivo especial, tengo las fibras de mi sensibilidad a tope.



Muy de mañana de esta fecha y por una emisora de radio nacional, se daba literalmente la siguiente noticia: "Hace un año, que se cumple en este día, la Selección Española de fútbol se proclamaba campeona del mundo." Por el propio enunciado de la noticia, y aun siendo aficionado a dicho deporte, y a muchos más, aunque sin apasionamiento desmesurado, mi mente, y no se porqué, no se transportó en ese instante al citado acontecimiento deportivo, si no, a otro mucho mas lejano en el tiempo y sin que nada tuviere que ver con esta clase de eventos.

Allá por mi incipiente juventud, se puso, cuando menos en mi pueblo, en boga una canción, cuyas dos primeras estrofas comenzaban así: "Hace un año que yo tuve una ilusión, Hace un año que se cumple en este día". Y aquí viene una coincidencia de la que guardo un entrañable recuerdo de afecto. No podría jurar si fue el 11 de julio de 1942 ó de 1943, pero si tal día como hoy, en compañía de un íntimo amigo desde nuestra mas tierna infancia, llamado Francisco Fernández Campoy, conocido en la localidad por "Currito", y en nuestro trato mutuo nos decíamos "pariente", caminábamos a pié desde mi pueblo hasta la vecina localidad de Obejo, donde se celebraba y se siguen celebrando las fiestas locales, en honor de San Benito, patrón del pueblo. Diré que mi amigo era tres meses mas joven que yo. La principal y casi única diversión de dos jovenzuelos forasteros, era la concurrencia a los diferentes bares del pueblo, consumir alguna que otra copa, casi siempre de vino, aunque sin exceso, y una vez el alcohol comenzaba a sacar a flote la adormilada euforia, salían a relucir las canciones y coplas que estuvieren mas de actualidad en aquellos momentos.

Dada la gran facilidad que yo tenía, y gracias a Dios la sigo manteniendo, para aprenderme de memoria aquellas canciones, cualidad que no le era tan favorable a mi amigo, y dado que no hacía mucho tiempo comenzó a extenderse por el pueblo la misma, él no se consideraba con la suficiente confianza para echar a los cuatro vientos, y como Dios manda, toda aquella y no corta canción. Cuando faltaban aproximadamente dos o tres kilómetros para nuestra llegada a Obejo, de los aproximados quince que la separan de mi pueblo, y marchábamos tratando sobre la misma, mi querido y entrañable amigo, (q.e.p.d.), me pidió, y yo muy gustoso le concedí, pararnos a la sombra de una encina y donde por espacio de una media hora estuvimos ensayando toda, para nosotros entonces preciosa canción, hasta que por fin y siguiendo un tanto mi vocalización se consideró en condiciones de acompañarme cuando llegara el momento. Ni que decir tiene, que no una, ni cinco, si no muchas veces aquel día y cuando estuvimos a tono, interpretamos la misma por los diferentes bares de Obejo.

Cada vez, de las muchísimas que he cantado, o he oído cantar: "Hace un año que yo tuve una ilusión...", se me viene al recuerdo aquel rato que juntos estuvimos mi grandísimo amigo y yó, ensayando, bajo la sombra de aquella frondosa encina, tan inolvidable, quizá por ello, canción.

Y siguiendo el motivo, por el cual he decidido titular la presente entrada, voy a demostrarlo.

Otra vez, también tal día como hoy, pero aún diez u once años anteriores al antecedente relato, mi padre me llevó a Obejo para presenciar la procesión de San Benito y con ello dar cumplimiento a una promesa efectuada por mi madre, con relación a unos diviesos que en una parte delicada de mi tierno cuerpo me salieron el año anterior, y que como eran los deseos de mi madre, y como no, también de mi padre, se solucionaron sin mayores consecuencias. Creo que fue el día 11 de julio del pasado año, trate en este blog sobre tal visita e incluso creo recordar la titulé algo así como "Los peces de colores". También en "Mis Memorias", lo traté con bastante profusión de datos.

Nuevamente y por última vez, el 11 de julio de 1944, en compañía de otros dos amigos, estuvimos en Obejo, para las fiestas de San Benito. De esta última visita, conservó una fotografía. Estos dos amigos, uno era cinco años mayor que yó y el otro, quinto mío. Al igual que mi amigo "Currito", también hace unos años que fallecieron ambos. Y ya puesto a escribir, voy a señalar otras cuestiones, éstas sí, muchíííísimo mas recientes, como diría Carmen.

Ayer recibí un correo electrónico, enviado por mi hija desde Boston, USA, donde se encuentra de vacaciones con su marido y sus dos hijos, y en el que igualmente me acompañaba dos fotografías. Según, entre otros párrafos del texto, me comunicaba que " lo están pasado fenomenalmente ". Asimismo, anoche sobre las doce y media horas, también desde Boston y por medio del Skype, estuve charlando un rato con mi nieto Jorge, en el que me comunicaba que estaban en los preparativos de una barbacoa para su comida. Hoy, rumiando la antecedente noticia, vuelvo a darme cuenta que el mayor goce que puede uno sentir, es cuando alguien de tus seres queridos, te participa de que "lo están pasando bién".

Y volviendo al revoltijo de sentimientos, compruebo la abismal diferencia que en el recuerdo dejan unos u otros acontecimientos, según de cuales se trate. Así, por ejemplo y comenzando por la causa de la noticia que a través de la radio escuché esta mañana temprano, la consecución del Campeonato del Mundo de Fútbol por la Selección Española, sí, lo recuerdas, pero sin que ello deje en tus sentires nada más que éso, un mero recuerdo. Si por el contrario, se trata de las restantes cuestiones tratadas en esta entrada, por el mero hecho de traerlas a la memoria, suelen sacarte de lo mas profundo del alma, ese cosquilleo que solo los sentimientos afectivos tienen la capacidad de producirlo. Todo lo demás a estos "sentimientos", son puro aditamento.

Hasta la próxima.

P/D: Carmen, igualmente nos sentiríamos honrados, y por nosotros, como tu dices, no va a quedar.

miércoles, 6 de julio de 2011

¡Lo que son los adelantos!


En estos instantes termino de recibir una gran sorpresa y por lo tanto alegría. Acabo de sostener una vídeo-conferencia, vía Internet y Skype, con mi hija, mi yerno y mis nietos, que ya se encuentran en Boston, Estados Unidos, y donde se preparaban para desayunar. El viaje, dicen lo han hecho felizmente. ¿Quién me iba a decir a mí, durante mi infancia, mi adolescencia, mi juventud, e incluso mi ya entrado en la ancianidad, cuando menos por la edad, que incluso sin costarme nada, iba a poder ver y hablar con mis hijos y nietos a tan larguísima distancia?

La propia alegría que he recibido, me ha traído a su vez que mis ojos vuelvan a anegarse en lágrimas, al pensar lo que este hecho del que yo termino de disfrutar, hubiera supuesto para mi mujer, su madre y la abuela de ellos, que tan de los nervios la ponía cuando alguno realizaba algún viaje, hasta que llegaban a su destino o por parada en alguna parte del trayecto, telefónicamente desde alguna cabina, comunicaban como se había verificado o se estaba realizando el viaje.

Mientras ellos están ahora desayunando, yo dando a gracias a Dios que por medio de estos inventos, haya podido gozar de ese momento inolvidable al contactar con ellos, voy a prepararme un salmorejo cordobés, que con relativa frecuencia suelo hacer en esta época del año.

A ver si la próxima entrada la motiva, otra como esta gran alegría.

martes, 5 de julio de 2011

Lo más importante de la vida: la familia


Con toda seguridad hace mas de treinta años, en que no me encontraba tan alejado de todos mis seres mas allegados y queridos.

A estas horas, mi hijo mayor, su mujer y sus hijos, mis nietos, mas el hijo mayor de mi otro hijo, también mi nieto, que están en Madrid, se encuentran aproximadamente a quinientos kilómetros de distancia de mí.

Mi otro hijo, su mujer y su otro hijo, como no, también mi nieto, residen en Zaragoza y por tanto no menos de ochocientos kilómetros de aquí.

Y mi hija, mi yerno y también sus dos hijos, mis nietos, en estos instantes se encuentran volando rumbo a los Estados Unidos de América, y a esta hora no se hallarán a menos de cinco mil kilómetros de distancia y además sobre volando el Atlántico.

Esa distancia que ahora mismo me separa de ellos, es la multiplicación de lo que mi sentimiento está haciendo de lo que supone el tener una familia como la que Dios desde hace muchísimos años me fue aportando poco a poco. Cada uno de ellos, incluso desde hace algunos días, y especialmente ahora mismo, sé que estará pasando por sus mentes, lo lejos que se encuentra su padre, y su abuelo. Por una parte, siento cierto gusanillo recorriendo todos los rincones de mis sentimientos, y que serán menguados a partir incluso de mañana mismo, ya que el primero de los mencionados y su esposa, estarán aquí en Málaga y por consiguiente cerca de mí.

Ahora mismo y momentos antes de irme a la cama para echar un par de horas de lectura como cotidianamente suelo hacer, la única preocupación que tengo, es, la que sé que tienen ellos por pensar lo alejados que están de mí y la dificultad que eso entrañaría, ante cualquier circunstancia adversa que pudiera sucederme. Aunque esta declaración que aquí hago nos les llegue automaticamente a su conocimiento, les agrego, "estad tranquilos, que vuestro padre y abuelo, sólo pensando en vosotros, tranquilo está".

Quizá en esta ocasión lo que verdaderamente me encoge el alma, es solo el pensar de aquellas personas que carecen de todo ser, que pueda sentir siquiera una mera preocupación por su situación y no dediquen un minuto siquiera pensando en ellos.

Por mi parte, a este respecto también, es la ausencia definitiva de aquella que hace más de catorce años se fué, y sólo hasta que Dios me mande en su busca no estaremos juntos, es lo que no abandona mis sentimientos. A vosotros, pocas horas a unos y pocos días a los demás, serán las que faltan para estar todos juntos.

Hasta la próxima.

P.D.: A Carmen. No tiene que pedir perdón por nada de cuanto opina, escribe y dice en cuántas conclusiones saca de estas mis entradas, no sólo lo considero como dicho por cualquiera de los míos, sino que además, me place y como no hace días dijo uno de mis hijos, me enorgullezco de ello. Saludos.

domingo, 3 de julio de 2011

Caballerosidad obliga

En el comentario hecho a mi entrada de ayer en este blog, por Carmen, la asidua a ello, hace una observación y una petición.



La primera se trata de la observación de que seguramente mi boda fue mas alegre que la celebrada ayer por el actual Príncipe de Mónaco. Estimada Carmen, por supuesto que lo fue muchíííísimo mas alegre.

Que las miradas de complicidad entre la que estaba pasando del trance de novia a esposa, y yo, pero con lo que entonces era ser novia y ser esposa. Una de las fotografías que nos hicieron en el reportaje, precisamente dentro del taxi que utilizamos durante todo lo concerniente a la boda, la todavía novia y novio, estábamos dirigiéndonos una mirada, con amplia sonrisa, en la que solamente con mirarla se vislumbra a las claras lo que queríamos transmitirnos el uno al otro. O sea, para no escurrir el bulto, pensando en la noche de bodas, y que por supuesto, como novios, no podía, o para mejor decir, no debía hacerse Eso no puede transmitirse por quienes casi seguro están ahítos de ello. Y pasamos a la petición.


Carmen, ahora me dirijo a tí directamente: "¿Me preguntas si yo se algo de las Cartillas de racionamiento?". Para comenzar he de comunicarte que durante un año, en el Ayuntamiento de mi pueblo, yo era el que procedía a expedir las mencionadas cartillas. Se cobraba una peseta por cada una. Había cartillas para adultos y para niños en edad lactante.

Cada cartilla estaba compuesta por unas veinticinco o treinta hojas. Cada una de estas hojas para un artículo de primera necesidad, y en la cual constaba el nombre del mismo, tales como azúcar, arroz, garbanzos, harina, aceite, judías, café, etc. etc. etc. También cada hoja se hallaba dividida en cupones numerados correlativamente a partir del número uno. El racionamiento se decía había de realizarse todas las semanas, pero en muchíííísimas ocasiones, incluso se pasaba mas de un mes sin que llegara alguno. La semana que llegaban estos racionamientos, lo eran por escaso número de productos y por cantidades variables, que solían ascender a cien, ciento cincuenta, o a veces menos gramos por persona de cada producto. Estos se distribuían a los diferentes comercios de la localidad, y en la propia orden de concesión, por la Comisaría Provincial de Abastecimientos, se determinaba el número del cupón que tenía que cortarse en cada uno de los productos suministrados. Así se exponía, azúcar cupón número 4; arroz, cupón número 7, y así sucesivamente, lo que demostraba que una clase de artículos se habían suministrado mas o menos veces, unos que otros.

En realidad, aquellos suministros solamente solían solucionar la situación dos o tres días como máximo, y como apunté anteriormente te pasabas esperando el nuevo aprovisionamiento, meses enteros.

En el mercado negro, o clandestino, llamado entonces "estraperlo", podían adquirirse alguno de los productos de primera necesidad, pero lo eran a precios que no pocas veces dejaban de superar quince, veinte o treinta veces su valor de tasación, cosa que la inmensa mayoría de la población no podía permitirse, y esto también en contadas ocasiones había posibilidad de encontrarlo.

En aquellos "años de la hambre", no se me olvida que cada día del año, mi madre recorría todo el pueblo, recurriendo a sus amistades, y que cuando por ejemplo conseguía que le facilitaran un kilo de harina, vendido a su justo precio, solía traerlo para la casa oculto debajo del delantal y su amplia sonrisa delataba a lo lejos que había conseguido algo importantísimo. Con ese kilo de harina podían cocinarse diversos platos y todo ello, con el mínimo indispensable del producto, para hacerlo mas duradero.

El café casi no se veía, se utilizaba cebada tostada y que con ello se conseguía una infusión que solamente era agua teñida de oscuro. Con las patatas se hacían dos platos diferentes, una con la fécula en sí y la otra, con las cáscaras que debidamente lavadas, se freían y comían también.

Las hierbas y plantas del campo eran recolectadas por las familias y con cada una de ellas se procedía a preparar el plato correspondiente, que si no alimentaba, "llenaba la barriga", como solía decirse.

Otra clase de racionamiento que había era la del tabaco, para lo cual se proveía a todo hombre mayor de 18 años del cartón correspondiente, que consistía en una cartulina, en la que figuraba el nombre respectivo, que sus bordes estaban divididos en diferentes cupones numerados, que cuando en las ocasiones en que se suministraba una ración, que al igual que con los alimentos, no había periodo de tiempo normal para ello, se taladraba el número del cupón correspondiente.
Si con la exposición antecedente, hubiere conseguido se diera por informada Carmen, me daría por satisfecho.


De todo cuanto sucedía en aquellos difíciles y lejanos años, lo tengo grabado en mi memoria, de mucho de lo cual, cuando como ahora lo traigo al recuerdo, se me parte el alma sólo de pensar lo que, principalmente mi madre, le costaría remontar aquella época.

Hasta otra. A ver si se tercia referirme a cuestiones mas agradables y alegres que la presente.

sábado, 2 de julio de 2011

De una boda a otra


Dentro de un noticiario de televisión esta noche, han echado un amplio reportaje de la boda del Príncipe Alberto de Mónaco. Mientras contemplaba los distintos momentos del ritual, cierta nostalgia me invadía el sentimiento. Así, de sopetón, podréis preguntaros: "¿Bueno y a éste que le importa la boda del Príncipe de Mónaco?" Pues aunque parezca extraño, no sin motivos me han traído al recuerdo esa cierta nostalgia.

Me explico. Yo me casé el día primero de abril de 1956. No sé si el mismo día o algunos después, lo hicieron los que luego fueron los padres de este actual Príncipe y que hoy ha contraído matrimonio canónico.

Uno o dos días después de regresar yo de mi corto, en tiempo y distancia, de mi viaje de novios, atracaba en el muelle número uno del puerto de Málaga, un yate, trayendo a bordo a los recientes esposos, Príncipes de Mónaco, Rainiero y Grace Kelly.

Dada la popularidad y categoría de los recién casados y llegados a esta capital, para prestarle el servicio de protección y seguridad, eligieron a los dos Guardia Civiles, por el momento más presentables. Pese a que yo no prestaba servicios al estar destinado en una oficina en el puerto, me eligieron a mí y a otro compañero que se llamaba José Becerra Guerra, de mi misma edad, además de compañero, íntimo amigo, pero él estaba todavía soltero, y así ambos, con nuestro mejor uniforme, yo precisamente el que pocos días antes había llevado hasta el altar de la Iglesia de San Pedro, llevando, o para mejor decir, saliendo del brazo de aquella para mí, más que Princesa, Reina. Así, en lo que yo prestaba mi dedicación en protección y seguridad a aquella, desde luego elegantísima y preciosa Princesa, ese tiempo me era restado del que yo debía y deseaba dedicar, como la he catalogado antes, a mi reina.

Me ha llegado mas al fondo del alma y traído ese sentimiento nostálgico, cuando veía el reportaje de la boda de hoy, al recordar que aquel real matrimonio, mi pareja del servicio y aquella que lo fue todo para mí, todos abandonaron ya hace algunos años esta vida. El primero en hacerlo fue mi amigo Pepe Becerra, que hará mas de treinta años que falleció.

Yo por el momento permanezco por estos lares y que aunque, produciéndome cierta nostalgia al traerme al recuerdos tales acontecimientos, primero, en tanto goce del privilegio de poder pensar en ello, siga manteniéndome Dios aquí, y, segundo, la muerte a nadie respeta y que como decía Cervantes:

"Cuando llega la hora de la muerte, por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero"

Hasta la próxima.