viernes, 28 de octubre de 2011

¡Cómo cambian las cosas!



Hace unos momentos, un tanto pensativo y dando vueltas a la memoria he terminado finalmente conectándome a un programa de música, y como no, la flechita impulsada por el ratón se ha ido a pinchar en el Trío Los Panchos y seleccionando el bolero "Bésame, bésame mucho" interpretado por los mismos, llevándome durante todo el rato que ha durado la canción a ese embeleso que a toda persona pasada en años, como a mi me pasa, suele sucedernos al traer a la memoria aquellos momentos que allá por nuestra lejana juventud dejaron una huella tan profunda, que irá acompañándonos por la vida hasta el final de la misma. Como en alguna ocasión le he oído a Carmen, mi asidua lectora y comentarista de este blog, haciendo alusión a efectos similares al que acabo de referirme, que parece como si una mariposa revoloteara por nuestro estómago.

Vista la sensación que en mí produce escuchar ésta y otras canciones de mi juventud, que incluso a la distancia de tantísimos años parecen elevarme a lo mas sublime de la recreación y el gozo, con mucha extrañeza llego a preguntarme: ¿pero cómo es posible que un bolero interpretado, por Los Panchos, Lucho Gatica o por la Orquesta de Xavier Cugat, no les guste a los jóvenes de hoy? Pues no quiero ni pensar lo que me dirían, o por lo menos pensarían de mí si a ellos directamente les hiciera semejante pregunta. Y es que, oyendo la música que a ellos les divierte hoy, a mí me resbala tanto, que incluso no me dice nada. Así que, si cuesta arriba se nos hace a los viejos comprender sus gustos y preferencias musicales, que tan de moda puedan estar hoy, que sería si ellos hubieren de comprender lo que a nosotros tanto nos complacía, teniendo que retrotraerse cincuenta, sesenta e incluso setenta años atrás. Preferible es no hacer siquiera referencia de ello en presencia de esos jóvenes, si no queremos ser objeto, cuando menos de hacerles sonreir con cierto sarcasmo, y eso aún que fueran bien educados y respetaran las canas, si no, la mofa sería lo mínimo que saliera de ellos.

Y a todo lo dicho, añado más. Aquélla música de cuerda de las guitarras, bandurrias y laudes, que causaban en nuestros sentidos el creernos transportados al séptimo cielo, ¿cómo es posible que solo puedan oírse hoy, si pones música grabada hace cuando menos treinta, cuarenta o cincuenta años? Sin que la juventud se entere. Yo, y con toda seguridad todos mis coetáneos, y coetáneas, también, para nuestros adentros nos decimos "Hay que ver el poco gusto que tiene esta juventud de hoy", y como no, nos quedamos tan panchos y hasta nos desahogamos un tanto.

Desde luego, como bailar un bolero llevando estrechada entre tus brazos, no pensar nada malo, solo para bailar "agarrado" como se hacía en mis tiempos,una mujer que te hiciera tilín, y si la estabas pretendiendo de amores, susurrándole al oído lo que ella suponía para ti, y si para colmo eras un tanto correspondido, entonces era para echarse a morir. Recordando ésto parece que me he quitado un montón de años de encima y he vuelto por mis fueros de entonces, pero tan pronto termine de cerrar esta entrada, se me pase esa virtual euforia y me cueste cierto trabajo el levantarme de la silla, volverá la triste realidad a mis pensares, y aunque no falte ocasión en que uno quiera aparentar que no es tan viejo, sucederá como suele decirse, que" se me caerán los palos del sombrajo.

Lo bueno que es tener los sentidos despiertos, supone que en ciertos momentos puedes hacerte la ilusión de que aquellos tan lejanos años, han vuelto por unos instantes a posesionarse en tu ya ajada persona.

No valdrá para nada esta entrada, pero a mí que me "quiten lo bailao", y si con esto puedo hacerme la ilusión de que me quito algún añito de encima, mejor que mejor. Hasta la próxima.

lunes, 24 de octubre de 2011

San Rafael, en Villaharta



Hoy en Villaharta, al igual que también lo es en Córdoba, se sigue celebrando el día de San Rafael, pese a que la Iglesia Católica, trasladó la festividad del Arcángel al 29 de septiembre, donde unió a los tres Arcángeles, y yo Rafael, villaharteño y por tanto también cordobés, sigo celebrando, o para mejor decir, considerando que hoy es mi onomástica.

Sin duda, uno de los recuerdos que prevalecen sobre los demás en este día, es la primera felicitación que yo recibí en mi vida y que no podía ser menos que me era enviada por mis padres en 1946, cuando me encontraba prestando el servicio militar en Sevilla, conservando aún la postal y que era como no, la imagen de San Rafael de Córdoba. Cada año que llega este día, saco esta postal y dedicándole unos momentos a contemplarla. me llevan hasta allá aquella lejanísima fecha, recordándolos, y que a la sazón, paréceme mentira, eran aún, mas jóvenes que hoy lo son mis dos hijos varones, teniendo en cuenta que se cumplen precisamente nada menos que 65 años de aquel recibo, lo que al extraer la tarjeta del sobre correspondiente, fue tal el impacto que en mi produjo, que no pude evitar el que algunas lágrimas, no solo asomaran a mis ojos, sino que incluso no faltaron las que se deslizaron por mis mejillas y alguna llegó hasta las comisuras de mi boca.

¿Qué insignificante valor metafísico, pudiera llegar a surtir un efecto tan profundo y duradero? NINGUNO. Todos los demás recuerdos, que aun siendo muchos, conservo de esta festividad, ninguno puede igualarse en sentimiento al que termino de relatar. No por ello, han desaparecido aquellos paseos y bailes de mi primera juventud, cuando tantísimas ilusiones y esperanzas esperábamos del futuro, y de lo que gracias a Dios, en cuanto a mí respecta, lo han sido mucho más fructíferas de lo que incluso nunca siquiera llegara a SOÑAR.

Con estos recuerdos, cada año me doy un garbeo por todo ese larguísimo pasado que suponen, vivir, aunque sea virtualmente, lo que tan gratos recuerdos fueron dejando mi feliz discurrir por esta vida.

Hasta la próxima entrada.

domingo, 23 de octubre de 2011

Triste efemérides


Hoy hubiera cumplido mi hermano Antonio 81 años. Pero no ha sido así, lo que si se ha cumplido es el primer aniversario de su fallecimiento. Por tanto tal día como hoy estábamos velándolo. El llegar a ciertas edades, una de las contrariedades que tiene, es el que se van acumulando hechos como el que se cita y que forman parte de ese desgarro del alma que conllevan estos acontecimientos, lo que a mayor edad, mas desgarrada se halla.

Recordando este hecho, por imperativo ineludible lo llevan a uno a traer también a su vez a la memoria la pérdida de otros seres queridos que igualmente se fueron, y que el desfile de esas ausencias te van ocasionando ese encogimiento del ánimo, que a mayor paso del tiempo, en vez de irse menguando esas sensaciones, lo que hacen es producir mayor desazón, sin duda a que esos sentimientos se van haciendo mas sensibles a esta clase de acontecimientos.

Esta escueta entrada de hoy solo quiero dedicarla a su recuerdo, a la vez que también quiero hacerlo al de su mujer, que poco tiempo después se fue en su busca, y como no, a mis sobrinos, sus hijos y también a sus nietos, unir mi pesar al de ellos, en su recuerdo.

Hasta la próxima entrada y que no sea con el mismo motivo que la de hoy.

lunes, 17 de octubre de 2011

Nostalgia


La segunda de las acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua, de la palabra "Nostalgia", dice así: "Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida". Su definición no puede ser más exacta y concreta, como no podía ser de otra manera, dada su procedencia.

Sin duda, de ahí nos viene a los "ancianos", o a las personas mayores, para no molestar a quienes parece ser no les va mucho la primera definición, el que tan pronto tengamos un momento de relax, venga a nuestros sentimientos ese "nosequé" melancólico que nos lleva a esas dichas, que yo no llamaría perdidas, sino que ya pasaron y de las que en su mayoría pocas esperanzas quedan de que pudieran volver tal cual. Pese a esa tristeza melancólica que la RAE le aplica en su definición, nos complace y nos recreamos en esas recordaciones, que pese a que en su momento tal vez las dejáramos pasar, sin que en ello pusiéramos el mayor entusiasmo, con el paso de los años, nos damos cuenta dejaron una profundísima huella en nuestros sentires. Como en alguna otra ocasión creo recordar he manifestado, al ser escasas las perspectivas de futuro que por razones obvias nos embargan, ¿qué otra cosa mejor podemos hacer que volver nuestros recuerdos hasta aquellos lejanos acontecimientos que aportaron a nuestro bagaje tan profundas sensaciones? Para mí, ninguna o casi ninguna, y cito ese "casi", ya que pese a lo avanzado de la edad que llevemos consigo, no faltan causas o motivos para que ciertas circunstancias personales o familiares, también nos lleguen a aportar satisfaciones o deleites de los que igualmente nos sintamos reconfortados.
La ilusión y la esperanza en alcanzar alguna meta, como cito anteriormente, personal o familiar, ni la perdemos y aún menos debemos perderla, ya que esto sería llevarnos a sentir que nuestra vida no tendría razón de ser, y ésto, creo que mientras Dios mantenga nuestros sentidos en su estado normal, nos lleva a mantenerlas, y por tanto a desearlas.

A medida que se van acumulando los años, tal vez por la propia experiencia que extraemos de las situaciones favorables o adversas que nos han ido sucediendo, nuestros sentimientos adquieren una mayor sensibilidad, pero ello también nos lleva a que todo aquello que nos resultó indeseado o perjudicial, lo vamos dejando aparcado en los arcenes de nuestros caminos y a la vez que nos hace mas liviana la carga, vamos rumiando con profundo regocijo solo aquello que fueron causa de todo lo que supuso la felicidad propia y, lo mas importante, la de todo nuestro entorno más próximo.

Con la esperanza y el deseo, de que nada me prive de gozar de aquellos recuerdos, y tampoco lo haga de cuanto pueda desear en lo futuro, doy por conclusa esta entrada en el blog, que pese a que no haya sido el relato de una efemérides, no por ello deja de ser tan, o mas importante, en todo lo que han sido mis sucedidos a lo largo de toda mi vida.

Hasta otra entrada.

miércoles, 12 de octubre de 2011

12 de octubre. DIA DE LA PATRONA



Para mí, y mientras Dios me conserve el meollo como ahora lo tengo, el día 12 de octubre de los años que me queden por pasar por esta fecha, seguirá siendo el "DÍA DE LA PATRONA", como siempre, cuando menos antes cuando yo estaba en activo, citábamos los "civiles" el día de hoy. Con la de hoy, son SESENTA Y DOS, los días doce de octubre que sobre ellos he pasado, y si en todos aquellos en los que pertenecí a este honroso Cuerpo del que tan orgulloso me he sentido de ello, procurábamos celebrarlo con la mayor solemnidad y alegría, que gracias a Dios siempre lo conseguimos, y me refiero principalmente a mi familia y a mis amigos y compañeros mas próximos. Hoy, esa celebración, aunque posiblemente la más austera y reducida en cuanto a los que la hemos celebrado, cuatro compañeros y además amigos, de cuya amistad, del que menos me separan 59 años, como no podía ser menos, los comentarios antes y después de la comida en la Residencia Militar Reyes Católicos de esta capital han girado alrededor de esas celebraciones y que además en la mayor parte de esos recuerdos, han girado acerca de nuestras propias familias, ya que se da la circunstancia, de que los cuatro que nos hemos reunido, perdimos a nuestras esposas, el que menos hace tres años.

Tras esta celebración y nuevamente aquí en mi casa, sin nadie que me distraiga de ello, mis recuerdos han recorrido en ambas direcciones de ida y vuelta, esos mas de sesenta y un años pasados desde mi ingreso, haciendo parada en los cada uno de esos felicísimos eventos, que no por lo espaciado en que se fueron produciendo con el paso de los años, siempre, siempre, siempre, en cada una de esas festividades, nunca faltó causa o motivo por el que dar gracias a Dios por todo lo concedido. Hoy como no, en este tranquilo sosiego que me acompaña en estos instantes, y ahora mismo, a mis ojos se han asomado algunas lágrimas, añorando la pérdida, así tanto de mi mujer, como también lo fue la madre de mis hijos. Ella por nada del mundo quiso perder nunca la asistencia a todos los actos que con motivo de la festividad solían celebrarse, y de lo que tan orgullosa se sentía de querer a este Cuerpo, incluso antes de conocernos, pero aún mucho mas tras casarnos y, multiplicado si acaso podía ser, cuando nuestro hijo mayor ingresó también en la Guardia Civil.

En la fotografía, que espero que por mi insuperable y eficiente editor coloque al principio de esta entrada, que creo recordar pudo ser hecha cuando terminó la Misa de la Patrona del año 1976, cuando mis dos hijos estaban en el primer y segundo curso como Cadetes en la Academia General Militar, mi hija, todavía una niña, mi mujer tan guapa como siempre lo fue, y yo con TREINTA Y CINCO AÑOS MENOS.

Élla, a la que tanto sus hijos como yo, la hemos recordado muchas veces, sin duda, y donde quiera que esté, habrá celebrado también a su manera el día de LA PATRONA.

Hasta la próxima.

domingo, 9 de octubre de 2011

Dos efemérides

 
Hoy 9 de octubre se cumplen dos efemérides, que dejaron profunda huella en mi vida, aunque con una diferencia entre ellas de CINCUENTA Y SIETE AÑOS.

La primera de ellas, se remonta allá hasta el 9 de octubre de 1936, primeros meses de la Guerra Civil española. Tal día como hoy, pero de dicho año, como consecuencia de que las tropas de Franco, o para mejor decir del general Queipo de Llano, que era el que dirigía las operaciones en Andalucía, rompiendo los frentes de guerra que estaban establecidos provisionalmente en pueblos vecinos al mío y por su aproximación a éste, más de la mitad de los vecinos de Villaharta, abandonábamos el pueblo ante el temor de las represalias que según la propaganda del Frente Popular llevarían a cabo los fascistas contra todo aquél que no comulgara con sus ideales.

Uno de los momentos que mas efecto produjeron en mí, fue cuando en el momento de unirse a la caravana que formábamos toda la familia de mi madre y sus hermanas, otras cuantas familias y que entre ellas venia una mujer que se hallaba pariendo a lomos de un burro, de cuyo animal llevaba del cabestro el marido de la parturienta y la misma sostenida por dos o tres personas, dado que en aquellos momentos transitábamos todos por una vereda con un pronunciamiento de pendiente bastante considerable, a la que la estrechez del camino y el ramaje de los olivos que se hallaban a las inmediaciones del mismo, dificultaban aún más el tránsito incluso para personas en su estado normal, máxime lo que debía suponer para la parturienta. Ésta era prima hermana de mi madre, y en un cortijo no distante mas de unos dos o tres kilómetros desde donde nos encontramos ambas caravanas, hubimos de pernoctar y donde se terminó el desenlace del parto, dando a luz un niño, al que durante toda su vida, se le ha conocido en el pueblo con el sobrenombre del "rojete", por la circunstancia en que vino al mundo.

En aquellos momentos yo contaba con once años de edad, y por detrás de mí había cuatro hermanos más, lo que contando solamente con los servicios de un mulo para transportar los escasos enseres que para toda la familia llevábamos, además de dos cabras que cuando menos nos proporcionaban la leche suficiente para el desayuno y algún aporte más para ayudar a otras comidas del día. Como citaba que yo era el mayor de los hermanos, por mis padres se me asignó la misión de llevar a mi hermana a cuestas, que contaba con dos años de edad, y así del primer día con solo un caminar de no mas de cuatro o cinco kilómetros, pero no así al siguiente día, 10 de octubre en que hasta llegar a Pozoblanco donde lo hicimos a ultimas horas de la tarde, recorrimos en la jornada alrededor de los 25 kilómetros. Salvo algunos descansos de escasos minutos, aquella entrañable, pero al fin pesada como carga para llevarla a cuestas, era quizá la jornada mas penosa de las que hasta aquella escasa edad había soportado en mi corta existencia. Los dos años y medio que siguieron desde aquella salida hasta el regreso al pueblo el día 12 de abril de 1939, fueron en su mayoría una continuada vida de padecimientos y calamidades. y que por desgracia continuaron aún hasta algunos años después de nuestro regreso.De todo nuestro devenir durante la guerra creo ya ha sido expuesto, además de mis memorias, en diversas entradas a este blog.

El segundo de los aniversarios que se cumplen hoy, lo son por una parte, uno de esos días mas felices en la vida de un padre, pero por otro pesaba una posible contrariedad, que pasados los días se confirmaba como uno de los reveses también mas penosos en el discurrir de mi existencia, que terminó consumándose tras algo mas de tres años después de constantes y alternativos sufrimientos.Este aniversario del que hoy se cumplen 18 años, no es nada más y nada menos que el aniversario de la boda de mi hija, y de la que que siguiendo la costumbre de la fecha fui su padrino de boda, cuya circunstancia la ejercía por tercera vez. Las dos anteriores lo fueron a tres hermanos de mi mujer, y que en una de ellas llevé a dos novias a la vez, dado que los que se casaban eran como digo dos hermanos gemelos de mi mujer. Esas dos anteriores vestía de uniforme y en la de mi hija, de paisano y media etiqueta, ya que el llamado "pingüino" para los que no tenemos buena estatura, tendrías que andar con cuidado para que no te arrastraran las colas. Este padrinazgo en sí, es sin duda uno de los momentos mas emotivos en la vida de un padre. Si en cualquier otro caso de ejercer como tal, procuras que tu comportamiento en todo el trance de la ceremonia sea lo mas correcto posible, en el caso de ser padrino de tu propia hija, creo llega uno hasta estirarse en lo posible, por parecer mas alto, mas guapo e incluso llevar tu traje con mas porte que si lo estuvieras exhibiendo en una pasarela y conduciendo a la novia hasta el propio altar con ese exquisito cuidado y cariño que parece retornarte a como lo hacías cuando era una recién nacida. Una vez llegados hasta el altar, la colocas al lado del novio y a partir de ese instante, se consuma una independencia de los padres que por esa ley natural nos viene impuesta desde que venimos al mundo y desde ese instante, principalmente a las madres se les encoge el alma, al tener el presentimiento de que han perdido a su hija, cuestión que no piensas cuando ellas se casaron.

Toda celebración de la boda se desarrolló sin un mínimo siquiera de contrariedad, sin embargo yo de vez en vez, pero de tal manera que solían enlazarse uno con el otro, dirigía la mirada a mi mujer, y a la que por momentos veía que su aspecto físico en poco tiempo había sufrido tal deterioro, que era incluso irreconocible para quien hiciere algún tiempo que no la había visto. De todo lo que vino después hasta la pérdida definitiva de ELLA, aún pasados mas de catorce años no se ha borrado el sufrimiento a que me llevó su pérdida. El recuerdo de su persona es cosa sagrada para mí, tanto por lo que fue mi esposa, como así lo fue la madre de mis hijos.

Ya de aquella boda, como digo han pasado 18 años, y de su consecuencia me llegaron otros dos nietos que forman el sexteto, que lo son unos de los principales alicientes que me sirven de aliento para dar razón de ser de mi vida.

Estas dos efemérides, me llevan también al recuerdo de mi mujer, mis padres y dos de mis hermanos, que ya todos ellos se fueron de entre nosotros.

Que mi hija, con su marido y sus dos hijos pasen un feliz día doy por terminada esta entrada.

Hasta la próxima.

martes, 4 de octubre de 2011

La Cumparsita



Desde hace varios días en que Carmen, mi asidua lectora, me envió un correo que traía por título "El Otoño en la Patagonia argentina", en el cual, si las fotografías son de una belleza insuperable, están amenizadas por el popularísimo tango "La Cumparsita". Ni un solo día se ha pasado desde que recibí este correo, que para mayor facilidad lo tengo en el panel de escritorio para su acceso directo, en que lo vea como mínimo dos veces.

Hace unos minutos y cuando pensaba meterme en la cama para echar ese par de horas de lectura como en mí es habitual, decidí antes de ello, visualizar en última vez por hoy ese conjunto de paisajes y música, que siempre, siempre suelen producir en mí un efecto sumamente relajante.

Esta noche, cuando con el embeleso propio de todos los días mis sentidos de la vista y del oído estaban imbuidos en su contemplación, se me venía también al pensamiento que hoy era la festividad de San Francisco de Asís, y que a su vez me traía al recuerdo la persona de mi entrañable amigo Francisco Fernández Campoy, "Currito", con el que tomé la desastrosa y única borrachera de mi vida que hace unos días relate en este blog, y que hace unos años abandonó este mundo. A mi amigo "Currito", no lo apreciaba, lo quería lo mismo que se puede querer a un buen hermano y al recordarme que hoy hubiere sido su onomástica, y oyendo la Cumparsita, que al tener el disco de este tango en la sociedad de baile que teníamos en mi pueblo, me retrotraía en el tiempo hasta allá cuando menos setenta años, y siempre, siempre, una vez que terminaba el baile, bien en su casa o en la mía, nos pasábamos un par de horas comentando todo el acontecer que nos había pasado, entre lo que formaba parte de todo el entramado de nuestra aventura, el que no pocas veces lo había sido bailando una de nuestras piezas favoritas, que solían ser dos principalmente, y que como íntimos amigos, teníamos el mismo gusto, y que eran el vals "Danubio Azul" y el tango "La Cumparsita".

Amigo Paco, valga este breve relato en mi blog, en el día de tu onomástica, en que al traerte al recuerdo oyendo nuestro tango favorito, unas lágrimas se han asomado a mis ojos posiblemente creyendo que podrían encontrarnos a los dos juntos, y que no se han engañado, que si no físicamente, "pariente", como íntimamente solíamos decirnos, no estabas conmigo, pese a los varios años que hace te marchaste de este mundo, sigues ocupando un lugar de privilegio en mi recuerdo.

Con el ánimo un tanto afectado, ahora sí me voy a la cama. No lo recibirás, no obstante ello, ahí te mando ese abrazo con la misma fuerza y sentimiento que te lo hubiere dado si hubiéramos estado juntos, viendo los bellísimos paisajes del "Otoño en la Patagonia argentina", amenizado con La Cumparsita.



Hasta la próxima.