lunes, 17 de septiembre de 2012

¡Sesenta y cuatro años!




Corría el 17 de septiembre de 1948 y por tanto hoy se cumplen sesenta y cuatro años. Sí,  sesenta y cuatro años se cumplen hoy en que fuí licenciasdo de la mili. De aquella fecha tengo un recuerdo agridulce, o para ser exacto y llamando a las cosas por su nombre, sin duda era el primer fracaso rotundo en el caminar de mi vida. Podrá parecer extraño que cuando todo soldado de reemplazo, como aquel día todos cuantos iban conmigo, o para mejor decir, yo con ellos, en el tren y que nos devolvía a nuestras casas después de terminados dos años y medio de mili, cantaban, reían y bebían gozosos, al punto de que no pocos íban con lo que podríamos decir una mediana "melopea", a mí no me alcanzaba el ánimo, para poder alternar con ellos, sino que una cierta preocuopación me invadía, por lo que yo consideraba, y en realidad era, como cito anteriormente, un fracaso rotundo a todo cuanto habían sido mis planes cuando aquel 6 de abril de 1946, yo voluntariamente me íba a la mili.



Cito lo de voluntariamente porque a cuantos trabajábamos en las minas de carbón, como yo lo hacía en la fecha de mi incorporación al Ejército, se nos permitía seguir trabajando en la faena que veniámos realizando y para todos los efectos se nos consideraba como si hubiéramos hecho la mili. Pero yo, tomé la determinación de irme al ejército, por dos cuestiones principalmente. Una, y no por ello la principal, porque el único trabajo que hasta aquellas fechas había realizado era el único al que si no lo odiaba, si me suponía gran sacrificio de ánimo el realizarlo; y la segunda, el pensamiento y deseo que yo desde hacía algunos años tenía en mente, que no era otro que el de alcanzar algo en la forma en que "buscarme la vida", distinto a como era el trabajo en la mina, como temía podía suceder, y así sucedió, volver a lo que de propio había decidido dejar, y en su consecuencia la pura realidad era el fracaso rotundo de lo que mi proyecto había sido. No obstante ello, y como en anteriores entradas en este blog he señalado, de los dos años y medio que permanecí en el servicio militar, veintiséis meses los pasé en las Oficinas de la Capitanía General de Sevilla, en donde, y también señalado en varias ocasiones conseguí hacerme un buen mecanógrafo, que aunque hoy pueda parecer un tanto casi ridículo el señalarlo, comparado con los trabajos que hasta mi incoporación  a la mili había realizado, era todo un éxito su consecución, y que si no en aquellos momentos de mi licenciamiento no me sirvió para nada, en mi posterior vida en la Guardia Civil, fue la causa de mi dicha en todos los sentidos, tanto profesionales como personales.

Un compañero mío en las oficinas donde había prestado mi servicio, llamado Manuel Arroyo Clares, y desconociendo totalmente mis secretos sentimientos personales en aquellos instantes, considerando él que el ser licenciado sería para mí la inmensa alegría que para la inmensa mayoría  de los que en mi situación se hallaban, me preparó un especie de escapulario con dos rótulos en una cuidada letra gótica, en los que recuerdo se leía "Adiós Serva La Bari, y las muchachas de la Ciudad Jardín". Por afecto a mi gran amigo Arroyo, llevé colgado aquella especie de escapulario que con tan buena intención me había preparado, hasta mi llegada a Córdoba en que me lo quité y lo metí en la maleta, al bajarme del tren  y tomar un coche de línea para llevarme hasta el cruce a dos kilómetros de mi pueblo, pero como he dejado bien sentado, mis ánimos no estaban para muchas celebraciones, donde sabía que en escasas fechas, me estaba esperando el trabajo en la mina, como me sucedió y posiblemente dentro de unos días haga una entrada especial en el blog, aunque creo recordar ya lo he hecho en otra ocasión o por lo menos en  mis memorias si lo dejé bien claro, lo que el primer día de vuelta al trabajo en la mina supuso para mí, anticipando que ha sido con toda seguridad, uno de los días más ingratos de mi existencia. Gracias a Dios, aquello no duró mucho y poco después, mi destino cambió al punto de llevarme a lo que hasta hoy ha sido un dichoso caminar. Así que hasta la próxima entrada.           
   

1 comentario:

Carmen dijo...

Que bueno que lo que consideraste en su momento un "fracaso" sirviera luego para que llegases a la plenitud de tu vida con tanta felicidad y satisfacciones como lo ha sido. Todavía me asombro de que recuerdes con tanta precisión fechas que no son tan importantes para cualquier persona que no tenga tu "supermegacerebro" ji ji. Bss.