miércoles, 30 de mayo de 2012

Otro paso adelante

Fuente: www.boe.es


Anoche volví a recrearme leyendo lo publicado en el Boletín Oficial del Estado en el que se hace pública la relación definitiva de los aspirantes que han superado la fase oposición para ingreso en el Cuerpo Técnico de Hacienda, entre los cuales figura con mi nieto, del que ya en varias entradas en este mi blog me he referido.


Ésta ha sido otra de las múltiples noticias que a lo largo de mi existencia fueron, y lo siguen siendo, las que han llenado de dicha y felicidad mi ya larga vida. En esta ocasión, y considerando que es otro paso adelante en el inicio de la vida profesional de mi nieto, no ha tenido por menos que venírseme al recuerdo el momento en que su padre, lo hizo tambien cuando a la edad de 22 años, en 1979, y como Teniente de la Guardia Civil, iba destinado a la localidad navarra de Vera de Bidasoa, y aún en fecha ya mucho mas lejana, el 1º de abril de 1950, en que yo inicie la mía cuando mi ingreso en la Guardia Civil, aunque con empleo mucho más humilde, que lo fue como Guardia 2º. Creo, y lo digo por propia experiencia, que el paso por el oficio o profesión que se tome, dejará a lo largo de la misma la más o menos complacencia, según la estima, o porque no cariño, que en el desempeño de ella se ponga. Cuán diferentes son ahora las situaciones y perspectivas que separan los pensamientos entre mi nieto, su padre y yo. Para el primero, todo serán esperanzas, expectativas, suposiciones y por qué no deseos, de esperar todo el acontecer de que a lo largo de toda una vida profesional que le queda por delante, se desarrolle lo mejor posible. Entre todo el acontecer profesional que le espera, también está el de su vida privada, que sin duda algún tiempo le distraerá su pensamiento de la profesional y en la que yo, tanto en una como en otra, le deseo, lo sea nada más, pero nada menos, de lo que son sus propios merecimientos en una y otra situación. Por, cuanto a su padre, que dentro de dos meses llevará treinta y tres años en el ejercicio de la suya, ya tiene tras de sí un largo etcétera de hechos surgidos tanto en su profesión como en su vida privada, así como también esperanzas y deseos que tanto en una como otra le embargaran y de lo que también pido y deseo, que lo por venir, lo sea en la misma proporción de cuantía y bienestar como lo pasado. Y en cuanto a mí, ¿qué decir? Aquellas esperanzas y ensoñaciones que traía al inicio de mi llegada a Málaga cuando salí de la Academia, ni en las más deseadas de las esperanzas y deseos hubiera llegado siquiera a soñar, de las que me fueron llegando con el paso de los días, los meses y los años, y que para más dicha lo siguen haciendo, tanto en el orden profesional como en el personal y familiar, seguro que cuando menos en lo máximo que hubiere podido merecer, de lo que nunca dejaré de dar gracias a Dios de cuanto me fue concediendo, y como cito anteriormente, aún lo sigue haciendo. Lo que sí siguen menguando son las oportunidades que para contar mis (o para mejor decir, nuestras) batallitas de mi (nuestro) pasado profesional, ya que mis compañeros, principalmente los que ejercieron cuando yo lo hacía, tan escasos vamos quedando, que difícil resultan las oportunidades de reunirnos en número para poder hacerlo, y que con ello a los viejos (o para que nadie se moleste, a los mayores) tanta complacencia nos produce el volver a recuerdos de lo que tantos años ha se sucedieron y con ello parece retrotraernos hasta aquellas fechas en las que se sucedieron  y no faltan las ocasiones en que olvidándonos de la realidad, nos lleva a sentirnos cuando menos con menos achaques y mas aptitudes que hoy nos embargan.


Hasta la próxima entrada en que volveré por mis lejanos recuerdos.

viernes, 25 de mayo de 2012

25 de mayo cuarenta años después


Tal día como hoy pero de 1972, se produjo uno de los principales acontecimientos que jalonaron mi vida profesional como Guardia Civil. Aunque de ello ya he escrito en este blog más de una vez, por hoy me limitaré solo a referir a grandes rasgos el caso de que se trata. No por el hecho en sí, si no por la popularidad del personaje al que voy a referirme, como cito anteriormente, fue uno de los que  marcan un hito en el discurrir de la vida.

Aquel 25 de mayo de 1972, del que si no recuerdo mal se celebraba la festividad religiosa de la Ascensión del Señor, que se decía, era uno de los jueves que relumbran más que el sol, junto a los otros dos que eran el Jueves Santo y el Corpus Christi, o Día del Señor. Dejémonos pues de mas disquisiciones y vamos al grano. 

Ese día un Guardia que estaba conmigo en el Servicio de Información aquí en la Comandancia de Málaga, cuando yo era Sargento, estuvo empujando un coche que se había quedado atascado en el río Campanillas cerca de la Estación de Cártama. Como quiera que el propio conductor del automóvil, como el resto de familiares que le acompañaban le causó cierta sospecha, memorizó la matrícula del coche, y que por cierto dio dos viajes, ya que eran bastantes los familiares que estaban en aquel  lugar, y que por la dirección que tomó al salir, como por el tiempo invertido en el primer viaje. dedujo, y no se equivocó que, se había trasladado hasta esta ciudad de Málaga.

En las primeras horas de la mañana siguiente me comentó el caso y gestiones practicadas seguidamente, nos dieron como  resultado de que la matrícula que ostentaba el vehículo, un Seat 124, al que había ayudado a salir del atasco, era falsa, la cual correspondía a una furgoneta de reparto del Diario Sur de Málaga, y lo que ponía de manifiesta que el referido Seat, era un coche que había sido robado. Continuando las pesquisas y consultando fotografías que como es pertinente teníamos en varios álbumes, llegamos a la conclusión de que el conductor del tan referido vehículo, no era nada menos que Eleuterio Sánchez, conocido popularmente como "El Lute". Los jóvenes de hoy os preguntaréis: "Bueno, pero ¿y qué?", pero aquellos que tengan más de cincuenta años recordarán de que a la sazón era el personaje mas popular y buscado en España. El proceso de esta cuestión terminó dos meses después con la localización de todos sus familiares, principalmente dos hijos del mismo, y que por mí precisamente, le fueron entregados a su propia madre, y cuyo relato sería bastante largo de contar, y que no ha sido esta la causa de mi entrada hoy en el blog, sino la extrañeza de lo rápido que pasa el tiempo.

Y a eso voy. Miro hacía atrás y me pregunto: ¿pero es posible que de aquello hayan pasado CUARENTA AÑOS? Pues sí, así es. ¡Qué lentos pasaban los años cuando yo era niño, adolescente e incluso en la primera juventud, cuando uno pensaba en lo que estaría por llegar y como y cuando llegaría! Si me hubiera sido posible, sin duda hubiera estado empujando al paso de los días y así que los años dejaran de marcar aquella lenta pausa con el que discurrían. Ahora, y desde hace ya bastantes, muchos, años, si ello me fuera posible, me engancharía al Sol, o para mejor decir a la Tierra, y tanto en sus movimientos de rotación como en el de traslación, la estaría sujetando hasta que un día, o sea veinticuatro horas, fuera siquiera el equivalente a lo que hoy se cumple un decenio, y así cada diez años yo, y seguro todos los mayores de sesenta, de setenta y no digamos los mayores de ochenta, como a mí me pasa, estaríamos permanentemente asidos a la tierra para que tomara con calma su caminar. Pero, vanos deseos, hay que resignarse y aceptar el paso del tiempo como siempre ha sido y cuando menos, lo que nos reste que caminar por estos andurriales, yo, y quizá siendo un poco egoísta, me mantenga cuando menos como en la actualidad me hallo que siendo así no me importa el seguir cumpliendo los que por hacer me queden.

Así, un pequeño consejo a los adolescentes y jóvenes, no tengáis deseos que pasen rápidos los años, que cuando menos lo penséis, al volver la vista atrás, os sorprenderá como a mi me pasa y suele oirse con relativa frecuencia eso de "¡Cómo pasan los años!".

Hasta la próxima entrada.

sábado, 19 de mayo de 2012

Una de grillos


Como lo prometido es deuda, aquí me teneis para dar cumplimiento a cuanto me comprometí en mi entrada anterior y no era otra cuestión que la de contar lo que, y como se apuntaba en la misma, sucedió con cinco grillos que en una de aquellos acompañamientos que hacía a mi padre, cogimos en las viñas de Pobillos.

Los que habéis leído mis memorias creo que ahora se os vendrá al recuerdo cuanto voy a relatar, ya que en las mismas le dedique una buena parrafada y para los que no lo hayan hecho, conozcan esa pequeña historia, y por adelantado confieso, que pese a la gran timidez que siempre me acompañó hasta ya bien entrado en años, en aquellos de mi infancia, y creo que al igual que todos los niños de mi entorno, solíamos tener un trato bastante cruel con algunos animales. y principalmente con los grillos.  Sin duda la gran carencia de juguetes, nos hacía a los críos tomar entre otras muchas, estas diversiones como era la caza de grillos.

Sin mas preámbulo, vamos a lo esencial de esta historia.

Unas viñas con gran cantidad de rojas amapolas. El canto de los grillos era ensordecedor. Mi pasión por estos insectos hacían sentir en mí como la mas interesante de las melodías, aquellos grí, grí, grí, que hasta varios cientos de metros de distancia hacían llegar sus cantos. Mi padre, sin duda algo mas condescendiente de la cuenta para conmigo,  estuvo un rato dedicado a la caza de los mismos, y creo recordar que finalmente conseguimos, o para mejor decir, consiguió la captura de cinco ejemplares. Para quienes desconozcan la características de estos animales, les diré, que estan dotados de unas mandíbulas bastante grandes en proporción al total de su cuerpo. Son muy agresivos con sus congéneres machos, con los que suelen enzarzarse en encarnizadas luchas. El que resulta vencedor en la pelea comienza con un vibrante canto, que con la experiencia que yo tenía en haberlos tenido en bastantes ocasiones cada primavera,  podía determinar si el inicio de aquel canto lo era como consecuencia de haber resultado vencedor en alguna de sus contiendas.

Viven solitarios en unas pequeñas galerías  que se fabrican en la tierra utilizando sus patas y con la tierra que extraen suelen formar unas pequeñas explanadas a la entrada de las mismas donde además de verificar sus defecaciones, realizan sus cantos que lo hacen rozando sus alas una con otra y  con el solo fin de atraer a las hembras. Presenciar la lucha entre dos de estos animales es espectacular, ya que el perdedor en raras ocasiones no resulta bastante mutilado con la pérdida de patas, alas y antenas, y  también en muchas de ellas, acaba muerto por su contrincante, que llega a seccionarle parte o toda la cabeza del resto del cuerpo.  El color de las alas de los mismos, suelen ser, por lo menos los que existen por mi pueblo, de dos tonalidades, unas mas oscuras y otras tirando a doradas.

Sigamos. Como cito anteriormente, creo recordar que conseguimos la captura de cinco ejemplares, que como de costumbre metí en una lata que debidamente agujereada para la entrada de aire a fin de que no murieran asfixiados. Durante el trayecto de la caza hasta la llegada a mi casa, que pudiera haber tardado alrededor de una hora, y como quiera que yo llevaba en la mano la lata conteniendo los grillos en dos o tres ocasiones, además de notar cierta algarabía en el interior de la misma, terminaba siempre oyendo el clásico canto de un vencedor. Una vez en mi domicilio y faltándome tiempo para ello, destape la lata que con un trapo tambien agujereado llevaba tapada, y lo que descubrí al destaparla era una estampa dantesca. Dos de los cinco grillos estaban muertos con terribles mutilaciones; otros dos con varias mutilaciones tambien, tales como patas,antenas e incluso alguna de las alas y el otro totalmente ileso y que no cesaba de cantar, incluso cuando lo destapé no le produjo efecto alguno, si no que seguro la euforia que le había producido el resultado de sus luchas lo mantenía sin parar de cantar. Vuelvo a confesar mi crueldad, que pese al expectáculo contemplado me producía cierto placer al saber de que todo ello se debía a la valentía y poderío en la pelea del que estaba ileso, que por añadidura diré que tenía las alas doradas. Añado a esta culpabilidad de que desafiando a algunos amigos mios que también tenían alguno de estos animales, los echaran a pelear con el mío, los cuales, uno resultó tambien muerto y otros vencidos y con alguna que otra mutilación de sus órganos.

Mi campeón no cesaba de cantar ni durante el día ni por la noche, lo que para mí era el máximo deleite, pero si a mí me producía esos efectos, a mi pobre madre la tuvo dos noches sin poder pegar ojo, y si la primera creo la soportó por que me veía a mí encantado, una vez  amanecido tras la segunda noche, tomó la lata con el grillo y saliendo al "corral" como llamábamos a los patios de las casas, echó el grillo a las gallinas que una de ellas y de un potente picotazo lo engulló en un santiamen. Todo el vigor y valentía que tenía para vencer a los de su especie, de nada le valió para evadirse de la gallína. Aquí, como él lo había practicado con sus congéneres, se impuso la razón de la fuerza, que no es lo mejor de las razones. Yo creo recordar que incluso derramé alguna lágrima por mi valiente grillo y no acertaba a comprender la determinación de mi madre. Hoy, de todo esto pienso de forma totalmente distinta a la de entonces. Calculo que han pasado poco  mas o menos OCHENTA AÑOS. Creo son lo suficientes para rectificar.

Hasta la próxima.

martes, 15 de mayo de 2012

Pues sí, aquí estoy de nuevo



Muchos días llevaba ya sin entrar en el blog. Creo que hace diez exactamente. Las causas de que haya tardado tanto en volver a las andadas ni yo mismo lo sé.

Hoy, y retomando la deriva que llevaba en mis anteriores entradas, me voy a permitir poner ante vosotros por medio de este blog, otro de esos recuerdos  que de mi primera infancia recuerdo y si lo comparamos a la forma  en que hoy viven, se divierten y todo el entorno que los rodea, a los niños, sin duda a como lo era entonces el mío, incluso a mí mismo, me parece que yo pasé los primeros años de mi vida en otro mundo.

Como los que hayáis leído mis memorias lo sabeis, y para quienes no lo hayan hecho, lo digo ahora, mi padre entre otros de los trabajos que realizaba, durante los  meses de abril y gran parte del mes de mayo, lo hacía dedicándose a la compra de aceite de oliva por los diversos olivares de, principalmente de los términos municipales de Pozoblanco y Obejo, limítrofes con el mío, Villaharta, y ello para un tío suyo, que además de tener almazara propia, también se dedicaba a la adquisición del mencionado producto y que posteriormente lo llevaba generalmente a Córdoba Capital, u otros puntos de España, si así se lo demandaban. Hasta aquí, os preguntaréis que de particular tiene lo relatado, pero desmenuzando todo el proceso de dicha actividad en aquellos tiempos, y núnca mas apropiado decirlo así, os dareis cuenta que tiene su  motivo para traerlo a colación en este relato. 

Comenzaré por señalar, que el transporte de la mercancía se hacía por arrieros y por medio de los seis, ocho, diez o más burros, como siempre se decía por ellos, que nunca un arriero diría asnos, y que cada uno poseía. En más de una ocasión acompañé a mi padre, que según la cantidad que tenía previsto comprar al día siguiente, iba siempre a algún bar (o taberna como se llamaban entonces dichos establecimientos) donde se entrevistaba con los mencionados arrieros y concertaba el número de animales que se consideraban necesarios para transportar la cantidad a comprar. El envase del producto se hacía en los llamados "pellejos", que estaban hechos con pieles curtidas, en este caso de cabras, y que se utilizaban como odres. El conjunto de estos pellejos, a lo que se llamaba "corambre", mi padre les indicaba donde cada uno debía de recogerlos y teniendo en cuenta que en cada semoviente solían cargar dos pellejos,  y en raras ocasiones, tres, según de que el animal fuera mas o menos resistente. 

Como en bastantes ocasiones, y siempre que aquel día no hubiera escuela, yo acompañaba a mi padre a dicho menester, principalmente para que al regreso y una vez todo organizado, hacíamos alguna parada por algún campo y mi padre me cogía dos, tres o mas grillos, que yo metía en una o dos latas que a tal efecto llevaba preparadas con unos agujeritos abiertos para que los grillos respiraran y no se asfixiaran, y que por cuyos insectos yo tenía verdadera pasión, yo me admiraba de contemplar como los arrieros llevaban sus "burros" sueltos, colocados en recua, o sea caminando uno trás otro, sin que ninguno se apartara de la recua, y al frente de la cual, colocaban al animal que caminaba mas rápido y generalmente era el mas poderoso y al que denominaban "liviano" y solamente con la voz del arriero el animal tomaba uno u otro camino, cuando  por ejemplo se llegaba a algún cruce de los mismos. Para el traslado a sus ocupaciones, mi padre llevaba un caballo tordo, colino, y cuando yo íba me subía delante de mi padre y el me llevaba sujeto con sus manos, aunque recuerdo que solía mantenerme a la grupa del animal con bastante soltura. También a lomos de la caballería mi padre llevaba las alforjas en las que se contenía además de la comida para los dos, unos estuches de madera, con algunos tubos de cristal y unos líquidos, con que realizaba los correspondientes análisis del aceite que se compraba. Asimismo, y en una bolsa llevaba varias "botanas" de distintos diámetros, que erán unos discos de madera con una rebaja por todo su entorno y que se utilizaba para arregla o taponar cualquier agujero que se produjera en alguno de los pellejos por donde comenzaba a salir el líquido. Se me vienen al recuerdo aquellas caravanas de recuas de cuarenta, cincuenta o mas  burros que siguiendo las voces de sus dueños solían conducirlos con gran maestría, hacía el punto de destino. En alguna ocasión presencie la caída de algún animal cuando íba cargado, y como inmediatamente uno o mas compañeros acudían en apoyo del dueño del animal caido, para ponerlo en marcha a la mayor brevedad posible y con ello no perder mucho tiempo para su arribo al punto de destino. De esta ayuda que mutuamente se prestaban unos a otros arrieros, creo debe venir el dicho de "arrieritos 'semos', y en el camino nos en contraremos", que suele o solía emplearse cuando alguíen no se prestaba a acceder a lo que otra persona le solicitaba.

Como podréis observar, a la edad en que hoy los niños juegan con sus consolas y otra clase de artefactos de lo que me admiro de como los manejan y hay pocos en que no tenga su teléfono móvil, con el que también hacen virguerías, yo me lo pasaba fenomealmente acompañando a mi padre, contemplando a los arrieros en su caminar y tambien con la habilidad en que una vez llenos y pesados los pellejos, los envolvían, liaban y caragaban en los burros con una habilidad y diligencia que incluso a mí, siendo todavía un niño me sorprendía de como lo hacían.

En la próxima entrada, si me acuerdo, y por no hacer mas extensa la de hoy, contaré lo que una vez me sucedió con cinco o seis grillos, que en una de de esas jornadas en que yo acompañaba a mi padre, recuerdo cogimos en un campo de viñas denoiminado "Pobillos", o "Povillos", que no se como se escribe ni que significa esa palabreja.

Hasta la próxima que espero no me demore tanto como en la presente.

sábado, 5 de mayo de 2012

Trébedes, soplillo y tenazas

Hoy mientras me preparaba el almuerzo, una tortilla de patatas con una poquita cebolla y unas tajaditas de bacalao frito, se me venían al recuerdo los tres utensilios que fiuguran en el titulo de esta entrada. Quizás lo que esteis viviendo en los pueblos, puede que tengaís alguna noticia sobre los mencionados utensilios, e incluso haya alguno todavía por vuestras casas, y que durante mi infancia y juventud eran de uso cotidiano en la preparación de las viandas y, con toda seguridad, los novios antes de casarse habían de llevarlos en sus respectivos ajuares, pero los residentres en grandes ciudades, seguro que os sonaran a chino al oir pronunciar semejantes nombres.

Trébedes.Comenzaré por decir, que para cerciorarme de que su nombre verdadero es el que consigno y se decía en mi pueblo, había consultado por internet el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, y me ha causado extrañeza de que la respuesta era: "la palabra trébedes no está en el diccionario". Pensando que tal vez, como digo en mi pueblo se le diera ese nombre y que pudiera deberse a cierta degeneración por el uso, consulto mi diccionario que data de una edición de 1962 y sorpresa, exactamente es ese su verdadero nombre y que lo define, entre otras, como "utensilio de cocina formado por un aro de hierro con tres pies, que sirve para poner al fuego sartenes, peroles, etc.".


Realmente las trébedes eran de uso obligado para poder cocinar en las chimeneas con el fuego de la leña, que en mi pueblo se utilizaba la de encina, que es sin lugar a dudas la mejor de todas y la que da a las comidas el mejor sabor y aroma. A la definición que en "mi" diccionario se hace de las trébedes, yo añadiría que la mayoría de ellas, el tercer pie estaba al final de  un mango de una largura de medio metro aproximadamente. que partiendo del  aro hacía atrás. y del mismo salía  hacía arriba otra barra de hierro y  en su parte superior formaba una especie de horquilla, donde descansaba el mango de las sártenes, que era imprecindible, dado a que para poder tomar el mismo tenía que hallarse a cierta distancia de las llamas, evitando con ello se produjeran quemaduras al tratar de quitar o manejar dichas sartenes.  Bueno con lo dicho, los que no teníais idea siquiera de que hubieren existido las trébedes, ya lo sabeis y para lo que se utilizaban.

Soplillo. Se utilizaba para avivar el fuego de la lumbre y los había de dos clases. Uno era una especie de ruedo de palma o esparto, generalmente con un mango y cogido por el mismo se movía con fuerza hacia uno y otro lado y el viento que hacía, avivaba el fuego. El otro era un tubo de setenta u ochenta centímetros de largo, y uno de sus extremos estaba aplastado y se le abría un pequeño orificio. Por el otro extremo se llevaba a la boca y soplando fuertemente, como en el otro extremo había solo un pequeño agujerito salía el aire con fuerza e igualmente servía para lo mismo que el de palma o esparto. Generalmente se utilizaban en caso de tener prisa o cuando la leña entrañaba alguna dificultar para que ardiera.


Tenazas. Creo que debe llamarse tenaza, en singular, pero en mi pueblo las llamábamos en plural, y como yo también soy de mi pueblo, así las llamo. Todos sabéis lo que son o es una tenaza, utensilio formado por dos brazos, que en su parte media se unían mediante un eje. Los extremos delanteros de los brazos estaban un tanto aplanados y los traseros formaban una especie de asas por donde se tomaban con los dedos de una mano, y solían utilizarse para recoger los tizones o trozos de leña que aun ardiendo todavía se juntaban con otros a fin de que el fuego se concentrara en un espacio mas reducido y sirviera para dar mayor calor a las sartenes, peroles, ollas o cualquier otro cacharro que estuviere expuesto al fuego.



Como los tiempos han cambiado tanto desde que yo era niño y también joven, hasta hoy, que no soy ni lo uno ni lo otro, todo ese trajinar que entonces hacía falta para preparar una comida, hoy todo ha queda reducido a que con la yema de un dedo, he pulsado una señal existente en la vitrocerámica y otros dos o tres más para graduar el mayor o menor grado de calor, cosa de tres o cuatro segundos y a cocinar a la velocidad que yo deseaba que se hiciera. ¡Si mis abuelos e incluso mis padres levantaran la cabeza! Quedarían asombrados de lo rápido, límpio y cómodo que resulta una labor que en sus tiempos, y tambien al principio de los míos, se llevaban un buen rato en preparar lo que hoy se hace en cuestión de segundos y prescindiendo de tantos artefactos como tenían que utilizarse entonces. Yo tengo la dicha de poder hacer comparaciones y tener el disfrute de gozar los nuevos inventos.

En próximas entradas iré relatando esas diferencias abismales de lo que va de ayer a hoy. Hasta otra.

martes, 1 de mayo de 2012

Dos efemérides en el Primero de mayo


Como ya lo he referido en alguna otra ocasión, cuando se tienen tantos años, no es extraño que en una misma fecha se cumpla mas de una efemérides, que dada su relativa importancia, se guardan en el recuerdo.

De la primera de ellas y por orden cronológico se cumplen hoy la friolera de SETENTA Y SIETE AÑOS, o sea sucedió el día primero de mayo de 1935, y para mas inri y por tratarse de la Fiesta del Trabajo, el mencionado día y cuando solamente hacía tres días que había cumplido los diez años de edad, yo me incorporaba al mundo laboral como porquero, y ganando la friolera cantidad de UNA PESETA diaria. Por razones de que mi padre había sufrido cuatro meses antes un accidente de trabajo, cuando se dirigía a la compra de aceituna para un tio suyo con el que trabajaba y poseía una fábrica de aceite, o almazara, causada al caer el caballo que montaba,  no dándole tiempo a sacar el pie izquierdo del estribo, se fracturó la tibia y el peroné de la pierna del mismo lado,  y por causas que serían largas de explicar, una casa compuesta por el matrimonio y cinco hijos, yo el mayor, quedaba sin ingreso alguno en el hogar. Con la perspectiva de esos 77 años, parecerá ridiculo que un niño hubiera de tener que abandonar el colegio y ponerse a guardar cerdos, ganando una peseta diaria, pero como diría Séneca, "para nuestras ambiciones, lo mucho es poco, pero para nuestras necesidades, lo poco es mucho". No es que con ello remediara todo el problema de la casa, pero algunas cosillas podían adquirirse con una sola pesetas, sobre todo de artículos de primera necesidad. Seis meses duró mi primer trabajo, comencé el nuevo curso escolar allá por los primeros días del mes de noviembre del mismo año, pero algunos meses despues y como consecuencia de la Guerra Civil Española, entre guardar dos cabras que había en la casa y poco despues como pastor con un rebaño de ovejas perteneciente a los servicios de Intendencia del Ejército de la República, se fueron sucediendo los trasbajos en el campo, y que salvo dos años que estuve como minero, permanecí como jornalero agrícola hasta mi marcha al ejército y luego a la Guardia Civil. De aquel lejanísimo primero de Mayo guardo un nítido recuerdo de que marchaba a mis ocupaciones bastante contento y pese a mi corta edad, me enorgullecía el que pudiera aportar aquella peseta diaria a las estrecheces por la que estaba atravesando toda la familia. Así aquella Fiesta del trabajo fué para mí el inicio de mis asctividades laborales. Extraña circunstancia.

La segunda de las fechas de las que hoy se cumplen años, lo fue precisamente en 1946, y como en la anterior se repiten los número de los años transcurridos, o sea que hace SESENTA Y SEIS AÑOS. Se trata de lo siguiente: hacía poco más de medio mes que había ingresado en el Ejército, Regimiento de Artillería 14 de guarnición en Sevilla, y desde hacía seis o site se me había puesto malo el ojo izquierdo y en el Botiquin del Regimiento me los estaban curando como una conjutivitis, y que luego resultó ser una "úlcera corneal", pero en vista de que la enfermedad iba cada día peor, el Capitán Médico decidió madasrme al Hospital Militar. Sobre las diez de la noche del día 30 de abril, por un Cabo 1º del Regimiento, fuimos trasladados varios Artilleros, a pie por cierto, al Hospital Militar "Queipo de Llano" que relativamente estaba bastante cerca del Regimiento de Artillería que se ubicaba en Pineda. Resulta que en el mencionado centro no había servicio de Oftalmología y por tanto sobre la una de la madrugada el Cabo 1º y yo regresábamos a nuestro Regimiento, pero en el corto camino nos cayó una impresionante tormenta y llegamos al cuartel empapaítos. Como quiera que en mi Batería no había camas para todos, los 19 último que formaban en la Lista de Retreta tenían que ir a dormir al pajar con una manta, y yo hube de pasarla en la batería, en el suelo con una manta y una almohada, que juntamente con un fuerte dolor en el ojo, toda la ropa empapada del agua recibida y la dureza del lecho, pase una de las noches mas dolorosas e interminables de toda mi vida, y lo único malo que me sucedió en los dos años y medio de mili. A la mañana siguiente, y ahora yo solo por mis propios medios, hube de traslasdarme al Hospital Militar de la Macarena, que como su propio nombre indica estaba en la mencionada barriada sevillana. Llegué al referido Hospital sobre las diez de la mañana, seguidamente fui curado por el Comandante oftalmólogo, me asignaron una buena cama con sus limpias sábanas, y hubieron de llamarme para almorzar y terminado el almuerzo, continué durmiendo e igualmente me tuvieron que desperta para la cena. Mi llegada al Hospital de La Macarena, fue como llegar a la Gloria. Unos diez días después pasé de escribiente a la Clínica a las órdenes del referido Comandante y estuve dos meses dándome la gran vida, y hube de marcharme al entrar un nuevo Teniente Coronel Director del Cenrtro y hubimos de marcharnos todos los Soldados, o como yo Artillero, que estábamos desempeñando destinos burocráticos en el centro.

Asi como si no dijéramos nada, de la primera efemérides han pasado setenta y siete años y de la segunda, sesenta y seis, o sea toda una vida, pero yo gracias a Dios aquí sigo para poderlo contar y que vosotros os entéreis de mis vicisitudes. 

Hasta la próxima entrada.