viernes, 26 de julio de 2013

Sí, sesenta y tres años



Sí, hoy se cumplen 63 años. Sesenta y tres años son toda una vida, pues toda una vida hace que llegué a esta bendita Ciudad de Málaga.

Aquel 26 de julio de 1950, poco después de las ocho de la mañana, tomaba un autobús en el entonces, y hoy también, llamado Cruce, que dista de mi pueblo dos kilómetros,  que me llevaría hasta Córdoba capital. Unas horas de espera en la Estación férrea de dicha ciudad y sobre las once y media de la mañana tomaba el tren correo con destino Málaga y que había partido de Madrid la noche anterior. Una humilde maleta de madera y que me había servido cuando me incorporé al Ejército en la que contenía unas mudas de ropa interior, un uniforme de servicio, y los útiles necesarios e imprescindible para el uso de aseo cotidiano. Sobre el brazo y como no tenía espacio para meterlo en la maleta, llevaba el llamado capote reglamentario. Yo vestía el uniforme de Guardia Civil,  no ha muchos días estrenado, cuando salía de la Academia de Úbeda, una de las cuales tenía entonces el Cuerpo en dicha ciudad. Hacía un día de calor de esos que son cotidianos en estas fechas y por el lugar donde me movía. Como queda demostrado con lo dicho anterior, mi bagaje era tan humilde como escaso. El uniforme reglamentario llamado de paseo, en la Guardia Civil, para las clases de tropa, era además del pantalón, botas de color negro, guerrera abrochada hasta el cuello, y el propio cuello de la guerrera igualmente abrochado con una presilla metálica; cinto y la pistola reglamentaria del calibre 9m/m largo enfundada y colgada en bandolera. Por añadidura era obligatorio el uso de guantes durante toda época del año. Si la indumentaria que obligado  a ello llevaba colocada. hacía casi insoportable el calor reinante, podría añadirle otra cuestión, que posiblemente hacía menos ilusionante mi destino y venida hasta la hoy llamada Capital de la Costa del Sol, y era la mala catalogación y fama que para la prestación del servicio,  entonces tenía esta Comandancia, que a la sazón era la número 137ª.

Mi arrribada a Málaga, lo fue aproximadamente a las cinco y media de la tarde, tras unas seis horas de viaje desde Córdoba. Todo un récord. He de confesar que la primera impresión que tuve de la ciudad al ser transitada desde la estación hasta el acuartelamiento ubicado en el entonces llamado Pasillo de Natera, no fue muy favorable, e incluso la encontré, digamos no muy limpia.

No obstante y pese a todo lo señalado anteriormente, por mi mente bullían grandes esperanzas e ilusiones de lo que pudiera alcanzar en el futuro, dado que me estrenaba en una profesión y mi pertenencia a una institución que lo venía soñando desde hacía algunos años. Aunque mi primer destino dentro de la Comandancia y fuera de la capital, no fue de lo mejor que había, sin duda y por esa ilusión que digo me traía de ser Guardia Civil, e incluso dada la dureza y duración de los servicios que había de prestar, lo tomaba con un talante de tan buena disposición, que hasta diría gozaba con ello.  Recién cumplido un año en mi primer destino y previa petición, pase destinado al  Puesto de la Aduana de Málaga, y como una bendición de Dios, solo dos meses después pasaba a ocupar un destino de los de libre designación, que terminó de llenar todos cuantos deseos y aspiraciones hubiere soñado. A partir de entonces y como reza el dicho, ya "todo fue coser y cantar".

Todo lo que mi paso por la Guardia Civil ha sido, lo he repetido hasta la saciedad en todas cuantas ocasiones se me han presentado, tanto escrito como en conversaciones y relatos orales, pero si aquellas esperanzas e ilusiones que decía bullían por mi mente cuando, y hoy se cumplen 63 años, aunque ni siquiera sabía lo que realmente deseaba ni podía esperar, justo en este momento, confieso con toda la solemnidad de que sea capaz de darle a este relato, alcancé muchísimas mas prebendas, tanto en el servicio, que ya es importante, mucho mas lo fueron en el terreno personal, que puedo gritar a los cuatro vientos, que lo fue,lo era, y lo está siendo como ni imaginarlo lo hubiere podido, sin duda superior a todo merecimiento, y que de volver a nacer, si parecer me tomaran a lo que desearía en mi vida, solo diría tajantemente:

COMO HA SIDO, Y ESTÁ SIENDO ÉSTA

Hasta la próxima entrada.

martes, 23 de julio de 2013

Caminando a bordo del tiempo




Cuando los años rebasan los que se desearían tener, solo con pararte un instante a mirar hacía atrás, puedes observar, como a medida que han ido sucediéndose el paso de los días, todo, o casi todo va cambiando, en ocasiones para bien, en otras no tanto, y en otras para lo más malo o lo peor. A veces, unos con otros acontecimientos se alternan tan de momento, que no te da tiempo a lamentarte del mal acaecido, o de deleitarte del bien pasado. Quizá en mí, en un periodo de aproximadamente un mes, se me ha dado tal circunstancia. Allá por la primera quincena del pasado mes de junio, se me dio una de las crisis en cuanto a mi salud se refiere, de las que como se dice en el inicio del Quijote, de cuya cuestión no quiero acordarme. Sin duda fueron días, de los que aún mermado de facultades para su recuerdo, han conseguido dejar cierto poso de desventura, que como indico anteriormente quiero pasarlo al rincón del olvido. A escasos días del inicio de mi dolencia y como consecuencia de la pericia del médico que me operó, con la ayuda de Dios, y como no, con la añadidura del cariño y cuidado de todos los míos, comencé una recuperación que pronto me sentí casi totalmente repuesto del trance sufrido. 

En el día de ayer, acudí a la última cita que por el momento me tenía hecha el doctor que me intervino, y a la vista de las diversas pruebas realizadas sobre el particular, puede decirse que ninguna secuela desfavorable  me ha quedado, dándome el consejo de poder realizar una vida de total normalidad, salvo algún que otro consejo, que bien podrían habérseme dado por alguno de mis hijos o algún otro ser querido.

Pero recurriendo a uno de los mas populares dichos, lo doy por aceptado eso de "que no hay mal que por bien no venga". No se si como su consecuencia o que tal vez lo haya sido por casualidad, desde que fui dado de alta del hospital, hasta incluso el día de la fecha, en primer lugar, tengo la sensación, no la sensación, sino la certeza, que de todos esos seres queridos que me rodean a los que me parecía que ya era imposible el apreciarlos más, ahora es verdadera la adoración que por todos ellos siento, y que ninguna otra cuestión en la vida puede comparársele. Teniéndolos conmigo, por mas que satisfecho me doy.

Por otra parte, y posiblemente también por pura coincidencia, en ese espacio de tiempo, he tenido la suerte de asistir a varios eventos, especialmente comidas y cenas, de lo cual nunca me habían parecido el obtener de ello tal deleite y satisfacción. Pudiera destacar entre ellas, una cena  en beneficio de una ONG, en el muelle número uno del Puerto de Málaga; otra cena, ésta celebrada en un Restaurante de Marbella, para mí uno de lugares mas románticos y bellos de los que hasta entonces había asistido, y, por último, hoy mismo una comida en compañía de mi hijo mayor, y de un entrañable amigo, que por añadidura es hijo, del que no lo fue menos entrañable su padre, durante muchos años, y me ha traído al recuerdo, las muchas veces que con él y otros compañeros, lo hicimos a lo largo de una travesía bastante dilatada.

A todo esto que dejo señalado, nunca hasta ahora, dejaba en mí ese regusto de estar deleitándome tal me sucede actualmente. Y conste, que no organizado a propósito como tal desquite de mi reciente contrariedad en la salud, sino que creo que el propio subsconsciente te dicta y señala, que en cualquier momento puedes recibir el desenlace final, y los que hemos tenido la dicha de venir al mundo, con la añadidura de lo bienaventuranza que la mía ha sido, gocémosla tal se lo merece el que hayamos sido unos de los elegidos en venir a la vida.

Posiblemente la satisfacción y la alegría de haber remontado con todo éxito mi ultima peripecia por cuanto a mi estado de salud, me haya vuelto un tanto eufórico y lo que si es cierto que el mundo lo contemplo con otro color, que pese a lo bello de mi contemplación anterior,no ha sido óbice para que aun haya podido ser mejorado.

Hasta la próxima entrada.

jueves, 11 de julio de 2013

11 de julio. San Benito

Romería de San Benito Abad en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife)

Sin duda y en relación a esta efemérides, comprendo sea demasiado pesado en cuanto a recordarlo de aquel del que hoy hace ochenta y dos años, y que tanto, todos los míos, como los que llevéis algun tiempo haciendo entradas en este blog, ya tenéis demasiado conocimiento, dado a que ni un solo año dejo de citarlo.

Hoy, solo unas cuantas palabras para refrescaros la memoria y decir que se trató que aquel 11 de julio de 1936, ya en las mismas vísperas del inicio de la Guerra Civil Española, que fui llevado por mi padre para el cumplimiento de una promesa, que con motivo de una alteración en mi salud hizo mi madre y que habría de cumplirse yendo a la ermita de San Benito, de la localidad de Obejo, limítrofe con Villaharta, mi pueblo. Ya creo que en esta fecha del pasado año, hice un pormenorizado relato de aquel acontecer. 

Llegar esta fecha y transportarme en el recuerdo hasta aquel lejanísimo día, parece como si me adentrara en un mundo tan distinto, como distante del actual, que lo único que no ha variado es que yo en este instante estoy siendo el protagonista de ello, y que al igual lo fui hace esos ochenta y dos años. Sin embargo, esta entrada de hoy está especialmente dedicada a esa mi madre, que aún haciendo ya más de 19 años que nos dejó para siempre, como el recuerdo de una madre, creo es lo último que pasará por el recuerdo antes de traspasar el umbral de la vida hacia la muerte, pienso que de haber seguido viviendo hoy, posiblemente también hubiere prometido a lo mejor, hasta de habernos trasladado los dos hasta Obejo y con ello dar las gracias al santo del que hoy celebra su fiesta la mencionada localildad, por haber salido victorioso del contratiempo por cuanto a mi salud he padecido recientemente. Y es que, pese a que los años transcurran y muchos sean los que la autora de nuestros días haga que nos dejó, cada vez que un contratiempo, máxime si encierra cierta gravedad, cada lamento, cada quejido que la propia dolencia te haga dar, siempre, siempre, siempre, ese ¡ay!, va seguido de la palabra "madre", que sin duda en ningún otro refugio encontrará tanto amor,  cariño y deseo de curación.

Igualmente y trayendo a la memoria, la primera vez que yo salía de mi pueblo, salvo aquella que cuando contaba cinco meses de edad mis padres me llevaron a Pozoblanco donde me hicieron la primera fotografía de mi vida, también he recordado a mi padre, dedicando por tanto esta humilde entrada como homenaje de gratitud a cuanto mis hermanos y yo, recibimos de su total entrega y muchos sacrificios, dado las dificultades que entrañaron aquellas travesías por el discurrir de  nuestra existencia, y pese a los muchos años que llevo vividos y otros muchos que Dios tuviera a bien concederme, que pese a su benevolencia difícil se lo pongo, no pagaría el agradecdimiento que le debo a ambos, aunque cada segundo de la vida le hubiese estado diciendo "padre, madre, gracias por todo cuanto por nosotros hicisteis". Pasando por mi memoria todo aquel devenir que bajo su protección y cobijo y aun sin olvidarme de todos los años que ya sobre mí pesan, recordando a mis padres, parecen llevarme hasta cuando menos esos mas de ochenta años pasados. Así de insignificante se siente uno al compararse con ellos. Hoy he tenido un tiempo, mientras he estado escribiendo esta entrada, que he sido UN NIÑO.

Hasta la próxima.

martes, 9 de julio de 2013

¿En la normalidad?




Como creo recordar figuraba en el comentario que mi amiga Carmen, dejaba en mi primera entrada, del día 25 de junio pasado,  un tanto respuesto de mi pasada alteración por cuanto a mi salud, hoy, y según su profecía, vuelvo a estas lides, vamos a decir a la normalidad, como ella indicaba. 

Quisiera estar dotado de las suficientes facultades para poder expresar lo que en estos momentos pasa por mi mente, y dar gracias a Dios lo que supone, cual era mi estado en aquellos momentos en que me obligó a abandonar cualquier actividad en que hubiere de utilizar el menor razonamiento, que hubo momentos en que lo tuve totalmente perdido, a como hoy puedo decir, he vuelto a la normalidad.

Sin duda hay momentos en la vida, especialmente en que se atraviesan circunstancias de cierta gravedad, en este mi caso respecto al estado de salud, que una vez vuelves la vista atrás y aquello queda perdido en la lejanía del paso de los días, un nosequé se instala en los sentimientos, que creo comienza a gozarse de cuanto te rodea en mayor grado si cabe de como lo venías haciendo hasta entonces. Cuestiones que casi se toman como de rutina y que casi te pasaban  inadvertidas, te das cuenta suponen una dicha de la que ni siquiera podías imaginar. El simple hecho de levantarte por la mañana y mirar por la ventana de tu dormitorio contemplando que el alba aparece allá por por el oriente, no puedes por menos que embelesarte, y llevarte a comprender cuán dichoso has sido al venir a este mundo, con las escasísimas posibilidades que todo ser hemos tenido de conseguirlo. El verte junto a los tuyos, saber que componen el principal elemento que da aliciente a la propia vida, que cuanto por tí sienten y en su reciprocidad tu lo haces por ellos, valorar lo que supone una frase afectuosa, una mirada cariñosa, una sola proximidad a tí, vale mas que todas las posesiones que de otra índole pudieras alcanzar. Que el mero saludo de un amigo te llena mas el espíritu que otro cualquier obsequio pudiera hacerte,  creo que el paso por esa adversidad, aunque en breves días haya sido resuelta, hacen más efecto en cuanto a como has de tomarte el caminar en lo sucesivo, que todos los consejos o recomendaciones incluso recibidos de tus seres mas próximos y queridos.

Quizá cuanto acabo de exponer pueda resultar una simple conclusión de la alegría que supone el verte repuesto de una salud perdida, que aunque no dudo también lo supone para todos quienes me quieren y aprecian, comprendo no pueda tener la entidad suficiente para traerlo a estas páginas de mi blog, pero quien no haya atravesado ese trance en el grado y consideración de mi reciente circunstancia, nunca alcanzará a valorar lo que supone el traerte a tu anterior situación, que excluyendo solo a que tu entorno personal más próximo lo padezca, tal tu lo has experimentado, nada otra cuestión puede igualársele.

Ruego sepáis perdonarme si este caso lo he llevado al término en que lo he realizado, pero los sentimientos están por encima de cualquier razonamiento y a lo mejor yo me he pasado siete pueblos, como suele decirse.

Hasta la próxima en que dejando por resuelto este tema, me reincorpore en lo que el título y motivo de la creación de este blog, tuvieron su origen.