martes, 31 de diciembre de 2013

En el umbral de 2014


Estamos a menos de seis horas de la entrada en el año de 2014. Con esta que se avecina, serán ya 89 veces las que he traspasado el umbral de la entrada en un nuevo año. Como es natural y así trayendo a la memoria los pasos de un año a otro, podrían ser ocho o nueve, los que no dejaron huella en mi recuerdo. Yo, y como seguro estoy en una de mis entradas en un pasado año, lo titulaba algo así como "Volver la esquina", o parecido, en la última de las que realicé en el que estaba a punto de terminar. 

Sigo pensando lo mismo. El transcurrir de los doce meses es como el transitar por una calle de trescientos sesenta y cinco espacios de distinto orden.

En cada uno de ellos, te vas dejando minúsculos jalones de lo que va siendo tu vida. Como es natural y como cito al principio,  estoy a punto de consumar el paso por ese día de San Silvestre y la entrada en el inmediato nacido Año Nuevo, nada menos que ochenta y nueve veces, cada hora de cada día de todos los que forman el conjunto de una anualidad, me son tan conocidos que no tengo por menos que sentir algo especial. Unos, los más, han ido dejando a lo largo de mi ya larga vida, sensaciones y hechos de los que no tengo por menos que dar gracias a Dios de que así lo hayan sido. Otros, los menos, infaustos acontecimientos, que por el contrario dejan huellas que te dejan herida el alma para el tiempo que te quede por seguir viviendo y cuya cicatrización no terminará jamás. Pero así es la vida. Ahora bien, por lo que a mi respecta y haciendo balance de todo ese acontecer, tengo un saldo positivo de lo que estoy seguro no todas las personas podrán hallar igual resultado.

Incluso estando ya "metidito en años", cuando tendía mis pensamientos hacia el futuro y pensaba en el año DOS MIL, se me ponía una muralla ante mí, que se me antojaba difícil de traspasar, dado a que en el mismo cumpliría los setenta cinco de edad. ¡Quién me lo iba a decir, que estamos a punto de terminar 2013, lo que cuando menos son trece años de propina que me encuentro! Pero no es que estén siendo hasta ahora esos añadidos, sino con la clase de vida que los estoy pasando, y a ello, no es que la acumulación de bienes materiales que haya ido atesorando sean su consecuencia, sino un tesoro de mucho mayor alcance, como son los afectivos, que es el verme rodeado de seres, que a la vez que los adoro, me dan todo cuanto es necesario y preciso para llevarte por esa etapa de la vida, que aun siendo como la llamada última, no se sabe hasta donde pueda llegar, pero  si es tan ilusionante, que a todos esos míos, a los que cito los adoro, ojalá, no cuando ya estén en ese tramo final de su existencia, si no en toda ella, le sea tan gozosa y de felicidad como la mía lo ha sido y lo esta siendo. En toda esa larga travesía de pasar veces y veces por los mismos meses, mismas semanas, mismo días, han ido quedando jalones de bienaventuranzas que ahí quedaran  vagando por toda la eternidad, y los "puntos negros" que por imperativo del paso del tiempo fueron señalando ese camino, no olvidarlos, porque eso no es posible, ni sería justo, sino aceptarlos como un designio de Dios y que a todos nos llevará hasta ese final. 

Quiero desear a todos cuantos tengan la osadía de entrar en este blog, un nuevo año 2014 lleno de felicidad y dicha para todos ellos y sus familias, y para todos los míos, llenarlos con este abrazo de agradecimiento por todo cuanto me están dando, y si vivir, de aquí en adelante lo sea como hasta ahora, que por mucho tiempo lo siga siendo.

Hasta la próxima entrada que ya lo será en el año que viene.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Navidad

Árbol de Navidad gigante en la Plaza de la Constitución (Málaga)
 
La fiesta de la Navidad ya está en el quicio de nuestras puertas. Para mí, siempre han sido las más celebradas de todo el año. 
  
La Navidad nos lleva en primer lugar a traernos al recuerdo aquellos seres que perdimos para siempre. A disfrutar por la convivencia con los que aún continuamos por este valle de lágrimas. A pensar en los amigos o conocidos, de los que a lo mejor a lo largo del año ni siquiera los hemos recordado una sola vez. Y como no, también el pensar en aquellas Navidades de las que nos dejaron  huella, bien por su bienaventuranza, o por el contrario de esas que siempre hemos procurado dejar abandonadas en las cunetas del olvido. Hoy, voy a ceñirme a una de las que sin duda dejaron en mí un triste recuerdo, al tratarse de las incluídas en este último apartado, además de que tampoco otra lo fue incluso de peores consecuencias. Fue lo siguiente, y creo en otras entradas he tratado sobre ello, y en mis memorias lo relaté con todo detalle.

 Era la Nochebuena de 1950. Del fusil de un compañero se "escapó" un tiro que vino a atravesar la rodilla de mi pierna derecha. En la mañana del día de Navidad, era ingresado en el Hospital Militar de esta capital. Mi deseo lo fue el que la noticia no llegara a ser conocida por mis padres, por lo que ni yo particularmente, ni por parte del Cuerpo, se le diera noticia de ello. Solo me movía el evitarles un sufrimiento de lo que ya no tenía remedio. aparte del sacrificio que en aquellos momentos les hubiere supuesto su traslado y  estancia en Málaga.

Durante  las fiestas de aquel año, familiares y amigos de todos los enfermos que compartían conmigo la Sala de Cirugía de dicho Centro, recibían sus visitas, con los que incluso pasaban  horas de charla, sus caricias, sus cuidados, aparte de que algún que otro presente les era entregado. Ni una sola persona, se dignó siquiera acercarse a mi lecho y preguntarme que motivo o causa me tenía allí, ni como me encontraba. Se me encogía el corazón de sentirme totalmente olvidado en el rincón de aquella cama, la número dos por cierto de la Sala, sin que una mano amorosa  me hiciera caricia alguna, ni de sus labios recibiera un solo beso. En su contra, me compensaba el sufrimiento que evité a mis padres, de haber tenido conocimiento de mi sucedido. Creo fue Cervantes quien dijo que "en la adversidad se forjan los grandes corazones". En mi caso, no se si eso lo fue así, pero sí me llevó a la conclusión, de que nada en el mundo alivia tanto un sentimiento, como el mimo, una caricia, un beso de un ser querido, con la añadidura, de que a ello se le dá el valor y la importancia, que quién no se haya visto en la situación por la que yo pasé aquellas Navidades, pueda darle. Lo duro de la situación por la que hube de pasar, contra la dolorosa huella que te deja, tienes la compensación de valorar en su justo término, el que como en estas Fiestas, si Dios quiere, he de gozar de todos esos seres por los que me siento arropado y pasaremos en compañía.   

De aquellas Navidades y de las últimas en que mi mujer y en grave estado de salud pasó en este mundo, tristes recuerdos me quedan, pero antes de lo de estas últimas de las que hago mención y de todas las demás posteriores a ellas, lo fueron, y lo estan siendo de tanta dicha, que pido a Dios así lo sean hasta tanto, por imperativo del paso de los años algún hecho pueda truncar el que asi lo sigan siendo.

Con esta mi entrada, quiero dejar un sentido recuerdo para aquellos que nos dejaron, (que descansen en paz), y para los seres a los que adoro, para todos mis famuiliares, mis amigos, y aquellos a quienes tienen la osadía de entrar en este blog, desearles unas felices fiestas navideñas y un venturoso 2014, y que al final del mismo, pueda como hoy, deseárselo como lo hago en esta fecha.

Hasta la próxima entrada.

jueves, 12 de diciembre de 2013

El Maratón


Saltándome un tanto la norma de lo que hasta aquí había venido siendo lo normal para plasmarlo en las entradas en este blog, como eran mis recuerdos de algo pasado ya hace años, hoy voy a tratar de un acto, que no por su importancia en sí, si no por las circunstancias que en ello se han dado, en cuanto a mi persona afecta, me voy a referir al maratón celebrado el pasado domingo aquí en Málaga. Pero no es el maratón propiamente dicho, como cito anteriormente lo que me da pábulo a esta entrada, sino algunos de los que tomaron parte en su ejecución y sus acompañantes.

Pues vamos allá. Desde Zaragoza llegaron hasta Málaga, algunos de ellos para tomar parte en la competición deportiva, cuatro matrimonios compuestos por Luis-Mar; Juan Manuel-Isabel; Fernan-Miriam, y mi hijo José Carlos, con su mujer Estrella. Perdonénme las señoras de que al enumerarlos lo haya hecho colocando primero el nombre de los maridos, pero es que como en lo que fue el inicio de todos mis conocimientos, así solía hacerse, tan enquistadas tengo aquellas enseñanzas, que cuando he querido darme cuenta, así me ha salido, y ya que está escrito, para que vamos a enmendarlo. Como quiera que los amigos de mis hijos, los considero mis amigos, y los tres primeros matrimonios citados, forman parte del circulo de amistades de mi hijo también mencionado, ya forman parte igualmente de mis amigos. Creo que tomaron parte en el evento deportivo, Miriam, Fernán, Juan Manuel y Luis. Sus resultados en cuanto a la prueba atlética no es que fueran para pasar a la historia del deporte, aunque ya el correr algo mas de cuarenta y dos kilómetros, merecen el mayor respeto y admiración, pero a lo que digo, quedaron todos ellos algo lejos de la subida al podio.


Ahora bien, todo de cuanto pudiera faltarles a los que tomaron parte en la competición para alcanzar sus glorias deportivas, tanto los que lo hicieron, como mi hijo como entrenador de la mayoría de los que compitieron, como el resto de ellos, creo se hicieron merecedores de LA MEDALLA DE ORO, en pasarlo bien y a gusto, aquí en nuestra querida Málaga. En las escasas horas en que yo tuve la dicha de acompañarlos, como lo fue en la comida y sobremesa una vez terminada la competición, pude observar como un grupo de amigos que como tales se consideran, lo mas sanamente que puede hacerse, disfrutan y gozan de todo cuanto en ese instante estén involucrados. Me consta, se han llevado un grato recuerdo de nuestra Málaga, que tan acogedoramente sabe hacerlo con toda persona sea de cualquier parte del mundo, y como no lo iba a hacer con ese grupo de maños encantandores, que ya por el mero hecho de serlo, son merecedores de los mayores honores.

Queridos tres matrimonios citados al principio: sois amigos de mi hijo y de su mujer, pero aquí habéis dejado otro a los que os pido me consideréis también como tal, y ojalá no sea la última vez que vengáis por esta bendita tierra a la que yo tanto debo, y con toda naturalidad sabe acoger a todos cuantos se dignen venir a ella.


Algunas fotografías de los componentes de los visitantes a esta ciudad con motivo del maratón del domingo, se las envío a mi editor, que seguro con la sapiencia de que esta dotado sabrá colocar en el sitio en que corresponda.    
      
Hasta la próxima, que seguro volveré por mis costumbres.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Santa Bárbara. Patrona de los Mineros y del Arma de Artillería




Creo que fue tal día como hoy pero de hace dos o tres años, traje a la entrada de este Blog la festividad de Santa Barbara, cuya celebración la realiza la Iglesia Católica en esta fecha. Como figura en el asunto de esta entrada, Santa Bárbara es la Patrona de los Mineros y del Arma de Artillería, y  la cual fue mi Patrona por ambos casos, de Minero y de Artillero.
  
Hoy, y por ese no se qué, que nos embarga a los "mayores", me he retrotraído en el tiempo casi setenta años atrás, y de nuevo me he encontrado cumpliendo el servicio militar allá en Sevilla. Cada vez que llegaba el Patrón o Patrona de algún Arma o Cuerpo del Ejército, incluso donde yo me encontraba en la Capitanía General, solíamos tener comida especial, y en los demás Regimientos o Unidades, solían  unirse, no como  los que celebraban la festividad de su Patrón o Patrona, pero sí a lo mejor adelantando el horario de la salida de paseo de la tropa. Y precisamente a esto es a lo que quiero referirme en la entrada de hoy.

Cada domingo, día festivo, y también en la celebración de sus patronos, las calles de Sevilla eran un inmenso hormiguero de soldados, yendo de unos puntos para otros, en los bares, o tascas para mejor decir, que eran los mas frecuentados por ellos, que digo yo, por nosotros, los cines y otros espectáculos, tales como el fútbol, en el que había entradas a precios especiales para los militares sin graduación. Y como quiera que entonces solo se libraban del servicio militar, los dados por inutilidad física, y los hijos de viuda, en cuyo hogar se hiciera necesario para la supervivencia el jornal del llamado a filas, cada reemplazo aportaba una cantidad ingente de reclutas, y si además, como cuando yo ingresé, que nos juntamos tres reemplazos, había soldados, no para inundar Sevilla como sucedía en las horas de paseo, si no que incluso eran empleados en infinidad de cuestiones, de lo que seguro hoy, incluso hace años, habrán desaparecido.  

En aquellos años, no solo los soldados que forzosamente habían de ir de uniforme, si no también, Suboficiales, Oficiales, Jefes, e incluso Generales, solían ir casi siempre de uniforme, y creo ello era el propio rescoldo que había dejado la guerra civil española. Así eran numerosos los militares que vistiendo sus respectivos uniformes paseaban por las ciudades, Se daba también el caso de que los coches oficiales, tanto de los Generales del Ejército o Guardia Civil, si no también de otros organismos del Estado, y hasta de la propia Iglesia, como digo los coches oficiales en los que viajara un alto cargo, llevaban en la parte delantera del automóvil, un banderín que indicaba el empleo o cargo a quien transportaba el vehículo, y estas enseñas, no solo eran empleadas en los actos oficiales, sino en cualquier momento en que el vehículo era ocupado por quién al que correspondía el banderín colocado. 

A este respecto quiero señalar, que el Cardenal Segura, de Sevilla, cada vez que salía utilizando el coche, llevaba colocado el banderín correspondiente, del que en las clases teóricas a los soldados, se les enseñaba el significado de cada banderín, y al que que había que saludar obligatoriamente, y que no se si sería cierto, o era la mala fama y concepto que los soldados tenían de él, que comentaban que en  alguna ocasión si el soldado no lo saludaba debidamente, en su propio coche lo llevaban al acuartelamiento más próximo para que lo corrigieran según la falta cometida. Circulaba una especie de acertijo que decía así: "¿En que se parece el coche del Cardenal Segura, a una aceituna ?", y la respuesta era que "llevaba el hueso dentro".

Esto del uso de los uniformes por parte de la mayoría de los militares, aun sin estar en actos de servicio, era general en todas las ciudades españolas, aunque en honor a la verdad, también el ir vistiendo el uniforme, les eximía de vestir el traje de paisano, que en no pocos casos,  posiblemente hasta carecieran de él.

Bueno me voy a licenciar, que ya hace mas de sesenta y cinco años que me concedieron el permiso ilimitado, que se transformó en el licenciamiento.

¡Cuan difícil resulta ver hoy un soldado paseando por la calle! Comparándolo con mis tiempos, como solemos decir los pasados en años, "¡cómo ha cambiado todo!".

Hasta la próxima entrada, que procuraré no sea de militares, que eso ya no está de moda, como entonces, si lo estaba.