domingo, 27 de abril de 2014

Inolvidable cumpleaños




Hoy 27 de abril de 2014 he cumplido 89 años. Con el del pasado año y el de 1944, creo han sido sin duda los que mas huella han dejado en mí.  En este día y tal vez porque no lo esperaba, confieso que todo su desarrollo me ha llegado al alma. Como digo, no esperaba que mis tres hijos estuvieran presentes en este mi 89 aniversario de mi vida, pero por inesperado seguro me ha hecho mayor ilusión. De mis nietos han estado tres, pero han faltado otros tantos, pero por razones de fuerza mayor. También han estado mis dos nueras y ha faltado mi yerno, por iguales causas.  Como no, también ha estado junto a mí, mi entrañable amiga Carmen. Lo demás, como suele decirse, todo ha salido a pedir de boca.

Cuando uno se ve rodeado de estos seres a los que se adora, todo lo demás son circunstancia que hacen que se enaltezca aún si cabe más, el hecho de su celebración. 

En un ambiente de inmensa alegría hemos estado comiendo en un restaurante, y esta vez, aunque no era mi intención, me ha salido más barato que de costumbre. Alguna vez tenía que ser. Todo esto que termino de decir, como es natural lo es plan de broma, lo que de verdad vale y como he dicho anteriormente llega al alma, es verte rodeado de todos ellos. 

A los postres, una anécdota ha hecho todavía mas divertido el final de la comida. Una comensal, de entre las muchas y muchos que abarrotaban el restaurante, no de tantos años como yo, pero sí con bastantes primaveras sobre sus espaldas, tal vez contagiada por el ambiente que se respiraba en la mesa donde nosotros estábamos dando buena cuenta de cuanto se nos ponía por delante, y cuando terminaba de encenderse la vela que sobre la tarta de cumpleaños se puso sobre la mesa y en la que con dos dígitos, el ocho y el nueve, que desde la mesa de esa señora sin duda se divisaba, y tal vez extrañada de que yo cumplía tal número de años, llegándose hasta mí y en un tono desenfadado y simpático, hasta me dijo que  "terminaba de enamorarse de mí", por lo que siguiendo la corriente y correspondiendo  a su simpatías, hemos pasado un rato muy, muy agradable.

Como citaba al principio un día de esos inolvidables, de los que a lo largo de la existencia calan hasta lo mas profundo de los sentimientos y lo que nunca se olvida.

También como se citaba anteriormente, el "cumple" del pasado año, que fue celebrado con una cena en vez de comida como la del presente. y como creo ya se hizo constar en otros relatos, fue otra de las que destacan sobre otras muchas.

Y por último, aquel mi decimonoveno cumpleaños, o sea de hace setenta años, que fue cuando abandonaba mi trabajo que durante cinco años había estado realizando en la Calera, con el añadido de que fue el último día que pase con la que había sido mi primera novia en la vida, es asimismo difícil de olvidar. Así han pasado los años y yo aun sigo por estos andurriales, y como creo que alguien dijo, nunca uno es tan viejo que no tenga esperanza de vivir cuando menos un año más, así espero que los noventa cuando menos, espero cumplirlos. Los demás, Dios dirá.

Hasta la próxima entrada.

domingo, 20 de abril de 2014

Veinte años de orfandad


Hoy se cumplen veinte años del fallecimiento de mi madre. Cuando una madre se muere, se lleva gran parte de la vida de uno. Ese flanco que desde el mismo instante en que se nace, ha estado amorosa y permanentemente cubierto contra todo y contra todos por la madre, queda desguarnecido y huérfano de esa bendita protección que hasta entonces te ha estado protegiendo, y, sin que nada ni nadie, pueda sustituirla. Hasta que una madre no muere, no se siente uno huérfano como tal, y nunca, nunca, nunca se olvidan todos aquellos cuidados, tantos desvelos y ese infinito cariño del que creo que solo una madre es capaz de sentir hacia un hijo.

Sirva esta corta, pero sentida entrada en este blog, como un amoroso recuerdo y agradecimiento, a todo cuanto supo luchar durante tantos años por sacar a su prole adelante, en circunstancias tan difíciles, como las que a ella le toco vivir.

Que Dios le haya deparado la dicha de tener junto a ella, a todos sus hijos que ya le siguieron el camino del Cielo.

Hasta la próxima.

viernes, 18 de abril de 2014

Lo de unas a otras Semanas Santas



El llegar a tener tantos años como yo tengo, cuando menos tienes la ventaja de haber conocido muchas cosas de la vida. Hoy es sin duda el centro de todo cuanto se encierra en las celebraciones de la Semana Santa. Yo, como he citado anteriormente y por eso de llevar tantos años por esta vida, voy a referirme a como he vivido algunas de estas festividades religiosas, comenzando como es natural, guardando el orden cronológico como las he ido viviendo. 

Recuerdo aquellas de cuando yo era niño, antes de la Guerra Civil española, en que un Jueves Santo, yo fui elegido, entre otros once niños, para "el lavatorio" en que el sacerdote nos lavó los pies, y éramos los que mejor nos sabiamos el catecismo. Para tal acontecimiento, mi madre lo más especial que hizo, además de lavarme los pies casi hasta hacerme sangre, y eso que íba para que me los lavara el sacerdote, fue comprarme unos zapatos nuevos, y que como si hubiere sido como uno de los grandes despilfarros, ¡cuántas veces dijo que le habían costado trece pesetas!

También, en aquellos años, el Sábado de Gloria, tan pronto las campanas comenzaban a repicar por la resurrección del Señor, los niños íbamos a la iglesia con un recipiente donde el cura nos echaba un poco de agua bendita, y luego, en mi caso, mi madre rociaba la casa con aquella agua. No se me olvida, que yo llevaba todos los años una lechera de aluminio de un medio litro aproximado de capacidad, donde recoger el agua. Una vez la vivienda era rociada, se salía a la calle y se recogían trece piedrecitas pequeñitas, que en mi pueblo llamábamos "chinatos" y se lanzaban sobre el tejado del edificio, y todo ello decían que era para expulsar a los demonios de los hogares.

Luego vino la segunda parte: las Semanas Santas durante la Guerra Civil, en que  los años de 1937-38 que nos cogió en zona roja, ni siquiera se comentaba nada, ni había noticia alguna en relación con la misma, asi que pasaban totalmente desapercibidas. Luego la de 1939, como comenzó precisamente al siguiente día de terminar la guerra, o sea del 2 al 9 de abril, y  que aún estábamos en el exilio, y con el laberinto y jaleo del fin de la guerra, tampoco tuvimos noticia de que en tales días era dicha festividad.

Después, todas las posteriores y precisamente las próximas a la fecha de la terminación de la contienda bélica, eran de unas exigencias en su cumplimiento tal mente exageradas, al punto de que solamente se podía emitir música sacra, en las emisoras de radio, entonces claro no  había televisión, tampoco en mi pueblo ni siquiera cine, se les prohibían programas de canciones que no fueran las religiosas, incluso las señoras de cierta edad, si algún niño se permitía ir cantando por la calle, solían decirte: "¡Niño no sabes que está muerto el señor y no se puede cantar!". Y eso no quiero penséis es una invencion mía, ni eran casos excepcionales, que se oía con relativa frecuencia, y especialmente, el núcleo más duro eran los Jueves y Viernes Santo. En esos días los bares permanecían cerrados, y precisamente en Villaharta, mi pueblo,  el mejor bar que había, al que llamábamos "casino", que como los demás, estaba cerrado, tenía una puertecita por uno de los laterales del edificio, por donde metían las mercancías, y el propietario la dejaba solamente encajada, y los jóvenes, con solo empujarla un poco, nos metiamos dentro del local, donde además de tomarnos alguna copa, pasábamos un rato jugando al dominó o a las cartas. Eso sí, las ventanas que daban a la calle, habían de estar totalmente cerradas. También en los días citados anteriormente,  del Jueves y Viernes Santo, ni siquiera podían tocar las camapanas y todos los actos religiosos que habian de celebrarse en la iglesía, eran anunciados mediante el toque de la "matraca". La misma consistía, cuando menos la que había en mi poueblo, de un tablero de madera, que tenía en cada uno de sus costados, una especie de martilletes metálicos, y que haciendola girar, esos martilletes al golpear sobre la madera producía un ruido, poco agradable por cierto. La matraca era tocada por los jóvenes y los niños, que pasando por todas las calles del pueblo a la par que se producía el ruido de la misma, se anunciaba la hora y y el acto litúrgico que se celebraría en la iglesia. Entonces teníamos la costumbre. de que cuando pasábamos junto al Cuartel de la Guardia Civil, donde había un pilar,  echábamos la matraca al agua, que decíamos  que era para enfriarla. El caso es que cuando la madera estaba mojada, el sonido no era el mismo de como cuando estaba seca. 




Como indicaba anteriormente el sonido de la matraca era poco agradable, y por tanto cuando un niño estaba molestando, se decía en mi pueblo: "Niño deja ya de dar la matraca", pero nosotros lo pasábamos estupendamente tocándola y se pasaban muchas horas del día, bastanbe distraidos. Cada vez que se daba una vuelta por el pueblo, se volvía por la iglesia para recibir instrucciones de cual iba ser el próximo acto litúrgico y la hora del mismo, para irlo anunciando mediante el toque de la matraca.

De las celebraciones de aquellas Semanas Santas, a como se hace hoy, incluso en los pueblos, creo no existe la menor coincidencia. El silencio en las calles, y que decir dentro de las iglesias, durante estas festividad, podía cortarse.

Durante el tiempo que estuve en mi pueblo, y después en varias ocasiones, he asistido a la costumbre que había, y que aun persiste, de celebrar un día de campo al que se le llama "la merendilla", la única diferencia es que antes se celebraba el Domingo de Resurreción, y ahora suele hacerse el sábado, aunque como es sabido, ya no es Sábado de Gloria, sino Sábado Santo. Pero saltándose un tanto las reglas de la iglesia, y con el fin de que los asistentes a la merendilla les de tiempo a marcharse a sus actuales destinos o residencias el domingo, ahora, como queda dicho, la suelen celebrar el sábado. Mañana es "El día de la Merendilla" en mi pueblo. Llevaba varios años asistiendo a la misma, pero este año no ha podido ser. Que les aproveche el buen yantar que se practica en esa celebración y que lo pasen bien todos mis paisanos y quienes allí vayan.   

Hasta la próxima entrada.

sábado, 12 de abril de 2014

Tres de las etapas por las que he atravesado en mi vida


Hoy 12 de abril ya casi expirando las últimas horas del mismo, y con mucho mejor estado de ánimo que el que tenía cuando mi última entrada, en esta confortable soledad de mi domicilio, que como reza el dicho "en ninguna parte se está como en la propia casa",  en las mismas puertas de otra Semana Santa, de las muchísimas que llevo ya pasadas en esta bendita Málaga, y al traer al recuerdo efemérides de las que sucedieron en un doce abril de las que yo guardo memoria, son tres las que, bien por lo que afectó a todo el país o en mí personalmente, voy a dar cuenta de ello, siguiendo el orden cronológico en que acaecieron.

La primera de ellas, y en este caso fue quizá uno de los acontecimientos mas destacados, de lo que supuso para España, fueron las elecciones municipales de aquel 12 de abril de 1931, y que en su consecuencia dos días después se proclamó la II República Española. El resultado de tal evento, ni estoy capacitado para ello, ni a mi me corresponde hacerlo, si no que el traerlo a colación, es solo por el mero hecho, intrascendente quizá, de que es uno de los primeros acontecimientos que guardo con gran nitidez en mi memoria. Y se trata de lo siguiente. 

Como quiera que el colegio electoral había sido instalado en el edificio de la escuela a la que yo asistía, por cierto el único para "niños" que había en el pueblo, un primo mío, un amigo y yo, los tres de la misma edad, seis años, aun sin cumplir por ninguno de los tres, decidimos darnos un garbeo solo por ver lo que allí se hacía. Solo fue aproximarnos a la puerta del local y uno de los dos Guardias Civiles que se hallaban de servicio, con un tono algo más que imperativo, o como suele decirse con "cajas destempladas", nos echó de allí, diciéndonos que nos alejáramos lo mas posible. Como es natural, la orden fue cumplida sin reparo alguno.

Del resultado de aquellas elecciones, como he citado anteriormente, me doy por excusado de hacerlo.

12 de abril de 1939. Después de dos años y medio de haber permanecido exiliados durante la guerra civil, toda mi familia, por distintos puntos del Valle de los Pedroches, regresaba a mi pueblo. Durante todo el tiempo permanecido fuera de donde habían transcurrido  los primeros once años de mi vida, creo que ni un solo día transcurrió sin que pasara por mi pensamiento el cuándo y cómo volvería por aquellos entornos inolvidables. Creo que en otras ocasiones en este mismo blog he tratado de ello, y por supuesto en mis memorias, y pese a que regresábamos sin tener noticia de mi padre desde hacía casi un mes, donde llevaba en el frente de guerra de Extremadura desde hacía unos seis meses, cuando al llegar al punto conocido por el Puerto Giner, a un kilómetro de las últimas casas del pueblo y desde donde se obtenía la primera vista del mismo, un no se qué, corría por todos los sentidos de mi ser, sin que ninguna otra circunstancia igual me haya sucedido a lo largo de toda mi existencia, y que como obnubilado iba recorriendo todas las calles hasta llegar hasta la que siempre fue la casa de mis abuelos maternos, donde quedamos alojados por algún tiempo. Luego el encuentro con mis antiguos amigos de los que hacía años no había visto, fueron dándome alguna que otra alegría,  a lo largo de varias fechas.

12 de abril de 1946. Pasaba mi primer día como recluta en el Regimiento de Artillería número 14 sito en el punto conocido por "Pineda", de la capital sevillana, donde habíamos llegado sobre las tres de la madrugada de aquel día. Creo, no creo, estoy seguro, que mi ingreso y paso por el ejército, han sido sin duda una de las circunstancias que a la postre mas han influido en el discurrir de mi vida. Si tuviese que consignar con una nota académica, lo que supuso mi decisión de abandonar el trabajo de la mina donde me hallaba cuando me llegó la hora de incorporarme, y como creo también lo he citado en muchas ocasiones, podía haberme librado del servicio militar continuando en el trabajo que realizaba, como digo, la nota que constaría, no podía ser otra que la de MATRICULA DE HONOR. Pese a los inicios de tan importante cambio en la vida de un ser que hasta entonces, solo había sido trabajar, trabajar y trabajar, la mayoría del tiempo en el campo,  y los dos últimos años en la mina, lo que supusieron los dos años y medio de servicio en filas, igual tiempo que permanecimos exiliados, fueron como citaba al principio de este relato, conformaron el que durante y a lo largo de la inmensa mayoría de mi ya larga vida, haya sido de una continuada dicha,  felicidad y goce de la misma, en todos los sentidos. Bendita aquella decisión tomada.     
En las postrimerías de este doce de abril de dos mil catorce, con un estado de ánimo como indicaba al principio, muy elevado, aquí doy por concluso este relato de un doce de abril y que volviendo el recuerdo hasta aquel primero de los citados en esta entrada,  QUE LEJOS QUEDAN AQUELLOS TIEMPOS, Y QUE DIFERENTES DE LOS ACTUALES, GRACIAS A DIOS PARA BIEN.

Hasta la próxima.

domingo, 6 de abril de 2014

El primer vuelo


Ningún otro momento hay mas adecuado para pensar que la soledad. Hoy, seis de abril de 2014, en esta soledad y del silencio de un domingo en que ni siquiera las voces de los niños se escuchan jugar en la calle, y como quiera que mi mente, hoy algo molesta, que no sé de que pueda ser, aunque lo propio lo será de los años que hace de lo sucedido al que voy a referirme.

Pues sí, hoy se cumplen  68 años en que por primera vez salía de junto las faldas de mi madre. Era el primer vuelo que daba y del que ya, ella no podía estar pendiente del resultado. Salía de mi pueblo para incorporarme al ejército, o a la mili como se le decía en el argot popular. Ventiún días me faltaban para cumplir los veintiún años. Hoy, por supuesto me faltan los mismos días, pero para cumplir los ochenta y nueve.

Y me pregunto qué queda de aquel jovencito, aún barbilampiño, aunque ducho en diversas, y hasta penosas algunas, clases de trabajo? Como no, también, de una adolescencia y primera juventud , con muchas carencias y penalidades, mas  de la que hubiere deseado, pero también, queriendo penetrar con el pensamiento en la incertidumbre de lo que Dios y el destino le tuvieren guardado. De buen talante iba dispuesto para poder afrontar cuanto fuere necesario, sobre todo en lo que en encontrar una situación personal mejor de la que atrás dejaba. Y la respuesta a esa pregunta,  yo diría, que como persona, sin entrar en el estado físico del aquel entonces al hoy, que como es natural no admite comparación alguna, sí como persona, los mismos sentimientos, igual grado de sensibilidad, dejado atrás  la mayor parte del grado de timidez que hube de vencer con gran tesón, la misma entrega y comportamiento para mis deberes, aunque pocos, por no decir escasísimos son los que me quedan. Eso sí, todo lo que antaño eran incertidumbres, por lógica fueron resueltas y lo que antes era un mirar hacía aquel incierto futuro que pudiera tener reservado, hoy miro con la certeza de cuanto he ido dejando atrás  a lo largo de los años. Por más que satisfecho me doy de cuanto conseguí, principal y particularmente, la descendencia que por lógica no he de tardar en dejar atrás, como también por imperativo del paso de los años, muchos girones del alma se me han ido arrancando al tener que decir adiós a muchos seres queridos, que se nos adelantaron en el abandono de este mundo, y como no, el goce de lo plancentera de esta última etapa de mi vida, que aquí si, ni que a soñar que me hubiere echado. nunca hubiere acertado con lo placentero y querido por todo mi entorno que esta siendo, al punto de que a los míos, solo pido a Dios les conceda lo pasen como yo lo estoy haciendo.  También, como no, la experiencia que da el paso de los años y las circunstancias por las que hay que atravesar, dejan poso de sapiencia en el anciano, que quizá la propia inercia del ímpetu con que el joven se desliza en su momento, no llega a poder observar. Pero como no, lo que mas echo de menos de aquel que dentro de unos día sería recluta y después artillero, es lo lleno de vida que se encontraba, el poco sacrificio que exigía cualquier eventualidad, con lo que había que ejecutar, y ahora, pensar antes de acometer acción que exija como mínimo el siquiera caminar, aunque como en mi caso es, todo cuanto había de caminar por la vida, creo que lo tengo mas que andado. 

Hasta la próxima, y que me encuentre mejor de ánimo y de alguna que otra dolencia.