domingo, 29 de junio de 2014

Pablo, feliz cumpleaños y onomástica

Pablo en El Médano, Santa Cruz de Tenerife
(al fondo, Montaña Roja)


Hoy 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, es el cumpleaños, si no me equivoco 23, y también el día de su santo de mi nieto Pablo, el cuarto cronológicamente en venir al mundo de los seis que tengo y viven.

Si a los padres los hacen viejos los hijos, ¿que no será lo que nos hacen a los abuelos? Por cuanto a mí, y eso que me casé muy cerquita de los treinta y un años, el primero de mis nietos en el orden que he citado antes, está a las puertas de cumplir los 28. Así que... ¡por donde andaré yo!...

Pues eso, llamando a las puertas de los nonagenarios, que hasta mí mismo podría causarme pavor con solo poner en mi boca esa palabreja. Pero tampoco quiero magnificar tanto tal circunstancia, y pido a Dios que mientras me mantenga en la situación que me hallo en la actualidad, tanto física, como psiquicamente, no me importa el seguir cumpliendo anualidades, que por el momento, a mí, no me alcanza eso de que se dice, "de que pesan los años", pues bastante liviano es el que soporto, pese a los muchos que sobre mí llevo y en nada mengua mi deseo y ganas de seguir viviendo, además, de como es todo el entorno familiar e íntimo que me rodea y de lo que sin duda, gozo de la vida como ni siquiera hubiere imaginado pudiera hacerlo a estas alturas.

La festividad de hoy, me ha llevado también hasta aquella tan lejana juventud mía, que en mi pueblo era un día grande, máxime que era uno de los de celebrar baile, única diversión que teníamos la juventud, y no juventud, y quizá por ello tratábamos de sacarle el mayor jugo posible. Y como no, también, y los años fuerzan a ello, en comparar la fogosidad de todo orden que se empleaba en cualquier actividad o festejo de aquellos tiempos, al sosiego con que se lleva, cuando se templan los temperamentos, las perspectivas se observan desde atalayas diferentes, las ambiciones se dominan, las pasiones se aminoran y así sería un largo etcétera de enumerar circunstancias, y que en una sola palabra puede expresarse y condensarse todo ello, diciendo que la edad lo cura, si por enfermedad puede catalogarse aquello que tal vez en parte con algún exceso se lleva a cabo cuando los años no se acumulan ni amontonan tanto.

Creo que sí me señala el que esté bastante metido en años, que la entrada en este blog, que la había motivado el felicitar a mi nieto Pablo por su cumpleaños y santo, enseguida me ha llevado hasta lo que se echa en falta cuando a "mayor" se llega, y en este caso, como suele hacerse de forma casi general, me he puesto a filosofar sobre el paso y tránsito por la vida. Pero ésto, a los que ahora pueda incluso causaros cierta risita, tener por seguro, que cuando os alcancen, no los que yo tengo ahora, si no algunos menos, os encontraréis hollando las mismas veredas por las que  todos mis coetáneos, y yo,  caminamos ahora.

Y por hoy ya está bien de daros la matraca, y no quiero facilitar mas motivos para tomarla con los "viejos". Hasta la próxima entrada, que procuraré portarme mejor.

domingo, 22 de junio de 2014

Llegó el verano...

Playa de La Tejita, El Médano, Santa Cruz de Tenerife
(al fondo, Aeropuerto Reina Sofía - Tenerife Sur)


Desde el medio día de ayer estamos en verano. Esta mañana durante un paseo por el marítimo de poniente de esta capital (o "Antonio Banderas", como es su nombre), he podido comprobar que además de serlo astronómicamente, también lo es por cuanto a su meteorología. El sol calentaba más de lo que a mi se me apetecía.

Ello me ha llevado a pensar que la entrada a esta estación hace el número noventa de la que yo atravieso el umbral de la misma. Pero aunque no deja de ser importante para mí esta circunstancia, no ha sido ello lo que me ha traído al recuerdo cierta nostalgia de tiempos pasados.

También he pensado,  que en el mes entrante hace sesenta y cuatro años que, precisamente aquí en Málaga, yo veía por primera vez el mar, cuando llegué destinado como Guardia Civil recién salido de la Academia de Úbeda, y precisamente lo fue a un Puesto de playa. Durante quince meses estuve prestando servicio, día por día, recorriendo la posta asignada,  "próximo a la lengua del agua", como se decía en uno de los artículos sobre el servicio en las playas. Contaba entonces veinticinco años de edad. Pero tampoco ha sido la pérdida de aquella juventud, la causa principal que me ha llevado a sentir ese ligero estado melancólico... sino otro de mayor calado que a todos los pasados en años nos sucede.

Esta mañana, cada vez que junto a mí pasaba, o contemplaba junto al mar, un matrimonio llevando, o teniendo,  con ellos uno o mas hijos, con todos esos enseres y artilugios que para pasar un día de playa con ellos solían, y así sigue, llevándose para su distracción, juegos y hasta para cuando eran pequeños había que ponerle para mayor seguridad en el baño, esa dulce nostalgia, si ello es posible que lo sea, me llegaba hasta lo mas profundo del alma.

Aquellos disfrutes que con los hijos pasándolo bien se gozaba dejaban un no se qué tan profundo,  que por muchos años que transcurran,  nunca se borra del sentimiento de los padres, aunque la permanente vigilancia que sobre ellos había que ejercer, lo tenían a uno en tal estado de tensión, que hasta cuando se decidía a darse el baño correspondiente, lo hacías sin apartar la vista de los mismos. Pero aquellos veranos fueron pasando, y cuando me he dado cuenta, lo mismo que tan poco tiempo me parecía de haberlo vivido, lo estaba haciendo y disfrutándolo con los nietos y si la seguridad con los hijos te mantenía en tensión durante todo el tiempo que estabas en la playa, con los nietos, y pese, a que eso que tu antes hacías, ahora correspondía a sus padres, ese temor a que sufran cualquier percance, que en los abuelos se acentúa hasta, que si los propios hijos, e incluso ellos, los nietos, te lo pudieran ver en sus justos términos, les parecería hasta ridículo, y que solo con el paso de los años puede ser comprendido, cuando se deja de ser hijos, luego padres y te conviertes en abuelo/a.

Y, por cuanto a mi se refiere, y dado a que los bisnietos ninguna esperanza me asiste de poder verlos chapotear en las aguas del mar o de piscinas, he de conformarme con traer al recuerdo aquellos días pasados, con los que de verlos a ellos felices, te lo hacían a ti, como padre, y en grado superlativo como abuelo. Y yo, que cuando era niño y a escondidas de mis padres iba a bañarme a una alberca que llamábamos del "Santo", porque había en sus proximidades una estatua del Sagrado Corazón de Jesús. y que suministraba sus aguas al hotel de Santa Elisa y distante del pueblo unos tres kilómetros, no teniendo otro sitio donde hacerlo, y que hasta no hace mucho tiempo, una de mis grandes alegrías era bañarme, hace cuatro años que ni siquiera paseo por la orilla del mar, para siquiera mojarme los pies. Aunque he tenido que rebasar en bastante  los cuarenta, ya no se me apetece, y es que como reza ese dicho de que " de cuarenta para arriba, no te mojes la barriga". Ya ni en la bañera lo hago, dado a que, y por recomendación de mis descendientes, la he cambiado por plato de ducha. Aunque, y por todo cuanto he disfrutado de los baños, puedo decir con rotundidad, aquello de "que me quiten lo bailado", pero esos recuerdos de haber contemplado, primero los hijos y después los nietos, como he citado anteriormente, me hacen volver, y no me cansaré de ello, de dar gracias a Dios, por cuanta dicha se ha dignado mandarme.

Hasta la próxima entrada.

lunes, 16 de junio de 2014

Indolentes y algo más


Un hecho acaecido el pasado jueves, y que no es el primero en relación al mismo tema, me trae hoy a dar la titulación a esta entrada.

Como cito anteriormente, cuando el jueves pasado venía en el autobús desde la casa de mi hija hasta la mía, y ocupando uno de los asientos de color rojo, reservado para personas con minusvalías de movimiento por diferentes causas, cosa que vengo haciendo desde hace bastantes días, a fin de que no sean ocupados por quienes no les alcance su uso y luego no los ceden a nadie, fui actor, además de testigo, del siguiente hecho.

Dos o tres paradas después de tomar yo el autobús y ocupar el asiento de color rojo como he dicho, y el otro asiento de igual consideración ocupado, ese vehículo contaba solo con dos asientos rojos,  por una señora de una edad creo bastante cercana a la mía, con la añadidura de que sus facultades de movilidad, lo eran a ojos vista, bastante inferiores a las mías, subía otra señora, sin duda coetánea a nosotros dos, pero en esta ocasión  ayudada por una muleta para su caminar. 

Tres de los asientos mas próximos a los nuestros, iban ocupados por tres jóvenes casi adolescentes, dos chicos y una chica, y en otro asiento un poco mas distante que los otros, pero también desde donde sin duda era presenciada la llegada de la señora de la muleta, por otra chica, aunque creo podría estar cercana a los veinticinco años de edad. Los cuatro iban, como la inmensa mayoría suelen hacerlo en la actualidad, manipulando sus teléfonos móviles, y tan embebidos en ellos, que incluso, y pude observarlo, que algunos de ellos levantando la mirada hacía donde sin duda hubieron de presenciar la llegada de aquella anciana, y con alto grado de carencia para su movilidad, mostrándose totalmente indiferentes a tal circunstancia, que ninguno de los cuatro, tuvo la deferencia, por no catalogarlo por ejemplo con la poca educación, de ceder su asiento a la misma, por lo que a la vista de ello, tuve que ser yo quien lo hiciera, y que sin duda era la persona de mayor edad que iba a bordo del vehículo.

Son frecuentes las ocasiones en que se oyen a personas de distintos estamentos de la sociedad el decir que hoy "tenemos la juventud mejor preparada de todos los tiempos", y yo no dudo de que en cuanto a eso, preparación, sea cierta, pero, añado yo, también, con un grado de mayor indolencia de la que nunca tuvo, no la juventud, si no el resto de la sociedad. Y el caso es que luego, y cuando se trata de "protestar", se hacen grandes alardes de solidaridad y ayuda a quienes se consideran mas débiles. 

Creo, y esto es solo una consideración mía, que la formación de los jóvenes se realiza en la ESCUELA, así con mayúscula, pero una cosa es la formación y otra la educación, de la que, y como solemos decir los "viejos", en nuestras propias familias, se nos aconsejaba el respeto a los mayores, ceder los asientos y las aceras a personas mayores o con cualquier deficiencia, y así todo lo que se llamaba educación o civismo. Incluso hasta en la Guardia Civil se nos daba enseñanza sobre ello, y se me viene a la memoria que en uno de los artículos de la llamada Cartilla, se indicaba lo siguiente: "En la calle, cederá la derecha no solo a los jefes militares, si no también a la justicia de los pueblos en que esté, a todas las autoridades en cualquier carrera del estado, a toda persona bien portada y en especial a las señoras, lo que será una muestra de subordinación para unos, de atención para otros y de buena crianza para todos". Pues de eso es de lo que yo me quejo, que gran parte, no solo de la juventud, sino también de la sociedad hoy se carece, que es de la buena crianza. A lo mejor no faltara alguien que diga para sí: "¡Qué antiguo es éste!"... Pero eso no es culpa mía de haber nacido hace tantos años y de haber sido criado en aquellos ambientes, que aunque con muchas otras carencias, por cuanto a lo que se ha dado en llamar civismo, creo se nos enseñaba algo mas que hoy. Si equivocado estoy, pido perdón por ello.

Ah, no quiero dejar de citar que en la mañana de tal día como hoy, pero de hace cincuenta y cinco años, yo llegaba a la entonces estación de Málaga, tan distinta a la que es hoy, procedente de Madrid, luciendo mis flamantes galones de Cabo de la Guardia Civil a que fui ascendido el día anterior 15 de junio de 1959, y donde a mi llegada me esperaba mi mujer con mis dos hijos, el mayor con dos años y el otro con un año y algo más de dos meses y que el día anterior, el mismo en el que yo ascendí, echaba a andar. Sin duda fue uno de esos días que señalan uno de los hitos mas importantes en la vida de las personas. Tanto en mis memorias como en alguna de las entradas en este blog, he hecho extenso relato de lo que supuso aquel acontecimiento.          

Vale por hoy. Hasta la próxima entrada.

lunes, 9 de junio de 2014

Un año después



Tal día como hoy del pasado año ingresaba en el Hospital Parque San Antonio de esta Capital, con uno de los estados de salud más preocupantes por los que hasta entonces había pasado. El hecho de mi traslado hasta dicho centro, es de lo único que mantengo claro recuerdo, y que trayéndolo hoy a la memoria en el estado en que iba, un estremecimiento de terror recorre mi ser. Lo que vino después y durante la siguiente semana aproximadamente, solo pequeños destellos tengo en la memoria de cuanto sucedió. Así, es como si durante una semana hubiere estado ausente de este mundo, aunque de vez en cuando, pero bastante distanciado, me asomara por un pequeño postigo desde el cual atisbaba diminutos detalles de cuanto sucedía en mi rededor.

Era durante esos pequeños lapsus donde sentía una sensación de las que nunca hasta entonces había sentido, y es como si flotando sobre el espacio estuviera surcando otro mundo, pero que sin duda y a los sedantes que estuvieren siéndome administrados, llegaba a eso, como a considerarme ajeno a cuanto por aquí sucede. Era entonces, cuando nada de mi pasado me quedaba recuerdo, cuando nada ni nadie me importaba, incluso ni yo mismo, y en escasos segundos de tiempo, me volvían a una realidad pero de la que no era capaz de hilvanar tal se estaba produciendo. Unas preguntas que me realizaba el médico que me estaba asistiendo y con la intención de conocer mi estado, y de lo que recuerdo algunas de ellas, y finalmente su decisión comunicada a mi hija de "lo voy a operar ahora" o algo similar, me llevaba de nuevo a evadirme de este mundo. 

Hoy 9 de junio de 2014, pasado un año de aquellos días, de lo que sin duda para todos mis seres mas próximos y queridos lo fue de mayor sufrimiento que para mí personalmente, ya que la propia gravedad que tenía, me llevaba a no valorar en su justo término tal estaba, aunque no lo era del todo ajeno, a que nunca llegaría a volver a mi estado anterior a ese agravamiento, y HOY, no tengo por menos que dejar constancia, de que en tan buenas condiciones que pudiera hallarme antes de aquel acontecer, no lo es menos del que gozo en esta fecha, y de lo que, hasta el propio doctor que me devolvió hasta aquél, y de este estado del que gozo ahora, quedaba gratamente extrañado del logro conseguido. A él, a Dios y a los míos que me cuidaron y atendieron después, doy las gracias de que así haya quedado y ya puesto a pedir, que el tiempo que por estos mundos me quede que estar, a ser posible, lo sea en las condiciones que me hallo en estos instantes.

Corta pero sentida y grata entrada en el blog ha sido ésta, y que pueda seguir haciéndolo así hasta que Dios quiera.

miércoles, 4 de junio de 2014

Revoltijo



Como figura en el título dado a la entrada de hoy, ésta se va a convertir en un verdadero revoltijo.

En primer lugar y como quiera que será lo menos interesante para mis queridos lectores, excepción hecha de los míos más próximos, comenzaré por lo que atañe a mí personalmente. 

Tal día como hoy, pero de 1958, aprobaba en Madrid el examen para el ascenso a Cabo de la Guardia Civil. Como he citado anteriormente, supuso para mí la consecución de una de las aspiraciones mas deseadas hasta entonces. Aquel ascenso conseguido al siguiente año, y una vez realizado el curso correspondiente, dio los frutos, incluso superiores a los que hubiera podido soñar. Un telegrama urgente a mi mujer, a mis padres y al Servicio de Información de la Guardia Civil de Málaga donde prestaba mis servicios, fue la manera de informar a quienes debía hacerlo. Hoy lo hubiera hecho empleando otros métodos mas en boga, de los que entonces ni siquiera podían imaginarse.  Ah, y el día anterior, contemplé por vez primera lo que era la televisión. Me extrañó la nitidez de incluso como se veían elevarse las volutas de humo que desprendían los cigarrillos que alguno de los presentes en el plató se estaba fumando. Cinco años después compraba yo el primer televisor. 

Sin que quiera extenderme más sobre este particular y personal acontecer, paso a los siguientes, que creo corresponde al tema que acapara el momento actual.

Como digo y se refiere el párrafo anterior, se trata de la abdicación de S.M. el Rey de España y como veréis, soy muy respetuoso en la cuestión de tratamientos. Pero pongamos cuando menos orden en el detalle de los aconteceres, y lo haré constar según el orden cronológico de haber sucedido. Allá voy.

Aquel 12 de abril de 1931, fecha en la que se celebraban unas elecciones municipales en toda España, sin duda el ambiente debía ser tan extraordinario, que en mí, y que solo contaba seis años de edad, al igual que un primo y un amigo mío, de la misma edad, tenía la curiosidad de ver lo que acontecía en el colegio electoral instalado en mi pueblo y, que lo era por cierto, en el local de la escuela de niños, a la que yo asistía, e invitados mi primo y amigo antes indicados, nos trasladamos hacía allí y que tan pronto estuvimos a la vista de la pareja de la Guardia Civil que se hallaba de servicio, fuimos echados por uno de los guardias, como suele decirse, con cajas destempladas. Hoy comprendo, que el ambiente no era el mas apropiado donde estuvieran tres niños de nuestra edad.

Dos días mas tarde y tras grandes movilizaciones de personas en la inmensa mayoría de pueblos y ciudades de España, se proclamaba la II República Española. También yo viví los ocho años que duró la misma.

Como no es de mi competencia, a la vez que mi propósito de no tratar en este blog cuestiones de política, religión ni fútbol, de lo que, entre los no mis muchos lectores, encontraría diversidad de opiniones al respecto, me abstengo de exponer mi consideración sobre el tema, aunque sin duda lo tenga de ello.

El último periodo de la II República, estuvo sucedido por la Guerra Civil que duró cerca de tres años, y que  exactamente dos años y medio de la misma, la pasé con mi familia en el exilio, por diversos puntos del Valle de los Pedroches, y eso sí, siempre en el campo, excepto la primera semana del  mismo, que lo hicimos en la localidad de Pozoblanco. El cómo la pasamos, aunque fuere a grandes rasgos, se precisarían bastantes folios  para contarla, a la vez que como digo con la segunda república, y que cada uno, como se dice,  "cuenta la feria según le va", también dejo para quién le corresponda o le parezca bien hacerlo, el inicio, desarrollo, y el final de la misma, así como sus causas y  consecuencias.Para aquel exilio yo partí como un niño y volví ya adolescente.

Con la terminación de la guerra civil, se comenzó la etapa del llamado "franquismo" y que este periodo de mas de treinta y seis años, me tocó vivirlo mas de cerca y del que, como el resto de los españoles me hizo formar parte, y precisamente durante ese tiempo, sin duda transcurrió lo mas importante de mí, personalmente, de la familia de quien procedía y de la que, luego yo llegué a formar. En ese largo periodo de mas de treinta y seis años, sin duda llegó a suceder lo mas importante por cuanto a esa familia que llegué a formar, de la que tan orgulloso me siento de así haberlo sido, al punto de que sus consecuencias se han extendido hasta el día de hoy.

Y por último, el motivo que me ha traído hoy a entrar en este batiburrillo de acontecimientos, y que no es otro que esa abdicación del Rey, del que así mismo llevamos vivido cerca de treinta y nueve años, desde su coronación. En este periodo, también para mi vida personal y familiar, ha supuesto una serie de acontecimientos, por suerte la mayoría de feliz acaecimiento, lo que, no por ello, algunos lo hayan sido de lo mas doloroso que darse puedan.

Así, y a bote pronto volviendo la vista hasta el advenimiento de la segunda república, me digo para mí: Cómo es posible que el tiempo haya pasado tan raudo, que incluso me parezca imposible de que yo haya sido testigo de todo ello... Habiendo sido esa la causa de traerlo hoy a colación, y de lo que sí estoy seguro, es que de otro periodo de la duración de los dos señalados anteriormente yo no seré observador de su final.   

Con respecto a lo señalado de no querer hacer comentario alguno por cuanto a mi consideración sobre los particulares expuestos, es lo que ya he dejado dicho, aunque no me importa señalar, es el modo y forma en que el paso de los años nos lleva a pensar y forma de ver la vida, ya que en cualquier tema, cuando somos jóvenes, podemos pensar como pirómanos y cuando se llega a ciertas alturas de la vida, solemos hacerlo como bomberos. El sosiego de todo orden, en las personas, suele traernóslo la acumulación de primaveras, veranos, otoños e inviernos. 

Hasta la próxima entrada.