jueves, 31 de diciembre de 2015

Adiós al blog

 Arrecife de Lanzarote

Tal día como hoy pero de hace 8 años, iniciaba otra nueva etapa en mi ya larga vida. Por primera vez y rompiendo cierta resistencia a estas nuevas tecnologías. realizaba mi primera entrada en este blog.

Dos cuestiones, y escuetamente trataba las dos en aquella lejana entrada. La una, trayendo al recuerdo la última nochevieja que pasaba junto a mi mujer, de la que pese a que faltaba un mes para cumplirse once años de su fallecimiento, aún no había podido quitarme de encima el dolor que su ausencia me había producido.

La otra, era que en aquella fecha se cumplían 60 años de la ruptura de unas incipientes relaciones amorosas, precisamente las primeras que había iniciado en mi vida.

Desde entonces, 468 veces, más la de hoy, he realizado mi entrasda en el mismo. Lo que nunca hubiere pensado es que en 1.296 localidades de los cinco continentes, alguien ha tenido a bien, o la osadía de cuando menos echarle un vistazo a este humilde blog. El nombre de mi pueblo Villaharta, del que seguro en la misma provincia de Córdoba, a la que pertenece, habrá gentes que no sepan de que el mismo existe, y como digo se ha paseado por los cinco continentes del ancho mundo terrestre. No sé cuántas personas serán las que habran podido leer todas o algunas de dichas entradas, aunque si me baso para ello en los comentarios que se han hecho de ellas, la realidad es que han debido ser poco numerosas.

Algunas habrán merecido la pena ser leídas: otras se lo habran ganado, alguna que otra podrá haber resultado un tanto curiosa, o novedosa la cuestión tratada, pero de lo que si me siento satisfecho, en que todas, y digo todas, he puesto el mayor cariño en tratar de exponerlas tal las he vivido o presenciado, los hechos acaecidos, dado a que como el propio título del blog lo dice, generalmente se ha tratado de los recuerdos que a lo largo de mi vida se han ido sucediendo. Y ahora, en estos instantes en que he decidido poner fin a este menester, y volviendo mis recuerdos hasta aquellos primeros de que coservo realmente como lo fueron, parecen perderse allá en el confín de los tiempos, tal ha sido el cambio tan radical producido en el cotidiano vivir de la población, en todos los aspectos, que hasta mentira me parece que el vivir como entonces se vivía, me causa extrañeza, que hasta se hiciera muchas veces con alegría. De lo que si saco la conclusión, es que aquel vivir, o para mejor decir aquella convivencia, lo era mas íntimo en lo personal, de lo que las nuevas tecnologías nos apartan hoy.

No quiero extenderme más, y por ésta que digo pueda ser la última de mis entradas, me despido y doy las gracias a todos mis posibles lectores que lo fueran, a aquellos que dejaron sus comentarios, que en general lo fueron misericordes conmigo, y como no, el rescoldo que de alguno me queda y al que debo una gratitud imperecedera.

Todo ello ha sido otra etapa de mi vida que ha durado ocho años, y de lo que hace por ejemplo sesenta o setenta, ni siquiera podía imaginarme pudiera suceder tal lo ha sido.

Como no, decir adiós a esas 468 veces en que me he puesto a relatar recuerdos u otras cuestiones de las que he sido partícipe o espectador a lo largo de tantos años de mi vida, me deja un no se qué de tristeza como si me apartara de una senda por la  que estuve caminando durante ocho años.

Raro podrá ser el que en otra ocasión vuelva por estos lares, que de serlo así, solo me queda que decir

A  D  I  Ó  S

sábado, 12 de diciembre de 2015

Aires navideños

Fuente: http://minimalrooms.com
Aunque el "Adviento", que según la iglesia cristiana es el tiempo de la preparación de la Navidad y comienza cuatro semanas antes de la misma, no es hasta la llegada del día 8 de diciembre, festividad de la Purísima, cuando realmente comienzan a ventearse lo que se dice "aires navideños".

Las próximas navidades de 2015, harán el número ochenta y ocho de las que yo haya pasado como tales. Pero, ¿y cómo digo yo que serán las número 88, si habré pasado cuando termine este año, noventa y una veces sobre el veinticuatro y veinticinco de diciembre? Sencillamente porque las de los años 1936, 1937 y 1938, las pasé en zona roja durante la Guerra Civil Española, y esas navidades como tales, no recuerdo de que ni siquiera llegaran a comentarse. Por tanto, lo que realmente son las Navidades, solo con las venideras serán eso, ochenta y ocho las que haya pasado.

Para mí siempre lo fueron, lo son y seguirán siendo, las festividades por antonomasia de todo el año. Lo que si es cierto, que a medida que los años van pasando, las sensibilidades van acentuándose y realmente, creo que como a mi me sucede, lo será también a todos los metidos en años, cuando llegan las navidades. en el ánimo se contraponen los sentimientos de manera que por una parte te vienen al recuerdo la tristeza de aquellos seres queridos, que para siempre se fueron y por la otra la alegría de poder reunirte con los que aún te quedan, aunque, y volviendo a repetirme, pasando el tiempo, resulta difícil el que se puedan reunir todos los que se desearía que así lo fueran.

Por otro lado, y tal si fuera la actividad de una empresa, cuando las Navidades llegan, o más bien ya se van aproximando, parece ha llegado la hora de hacer balance, no solo de lo ocurrido desde el año anterior a éstas, si no que, aun sin quererlo, te retrotraes a muchos  años atrás, que suelen detenerse hasta tocar aquella barrera de la juventud, que hasta entonces solo había vivido uno de dicha y divertimento. Cuando muchas han sido ya las pasadas, y por razones obvias, escasas las que puedan quedar, queda en el ánimo ese "nosequé", de la duda de cuántas serán las por venir.

Al desgranarlas de unas a otras de las pasadas, sin remedio han de catalogarse tal lo fueron sucediéndose, y nuevamente aquí, vas haciendo la catalogación de cómo resultaron, y ciñéndome a las mías personalmente, aun siendo mayoritarias las alegres y de disfrute, no faltaron aquellas que trayéndolas al recuerdo presente, dejaron desgarros profundos en el alma, de lo que aún cicatrizados, la huella que dejaron siempre permanecerá indeleble. Así va siendo la vida, y al tiempo que te rebanan el alma algunos de los pasados aconteceres, no puedes, ni debes, renunciar al disfrute de las venturosas que te van llegando después, que el sufrimiento de las que te sucedieron, no te eximen de dar gracias a Dios de las felices y dichosas te sean concedidas.



Aquellas peticiones del "aguinaldo" que de casa en casa íbamos por el pueblo, preguntando en cada una de ellas el "¿se canta o se reza?", que se cantaba si no se guardaba luto por el fallecimiento de algún deudo allegado, o se rezaba algún que otro padrenuestro, y salve, en que la respuesta fuera el de "se reza",  por los motivos indicados. Esos recuerdos quedan allá casi sepultados, en las tinieblas del tiempo pasado, que son casi por los setenta y cinco años. Como se dice, ya ha llovido.

Hasta la próxima entrada, que prevengo pueden ser también escasas, las que sigan a ésta. No obstante seguro llegará otra en la que pueda felicitar a todos los que puedan echar un vistazo a ella, aunque no sean muchedumbre.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Palabras que estuvieron en uso en mi juventud


Como todo en la vida pasa, también, como no, el uso de algunas palabras que en tiempos de mi niñez y juventud estuvieron en uso, fueron perdiendo actualidad y terminaron por perderse por completo, al punto de que hace décadas que yo cuando menos dejé de oírlas.

Las dos que voy a citar en esta entrada, tan perdidas están, que hasta su propia letra inicial también creo que ya no está incursa en el abecedario español, como es la letra "che". Cuando yo iba a la escuela y se nos enseñaban las letras del abecedario, se comenzaba así: a, be, ce, che,  y según creo ahora se pasa ya de la ce a la de...

Bueno dejemos aparte esto y vamos al grano...

Como decía anteriormente, en mi niñez, adolescencia y juventud, cuando menos en mi pueblo era muy frecuente oír el vocablo, "charraná", esto en andaluz puro y duro, que seguro su ortografía y pronunciación correcta debería ser charranada y que creo que como tal no aparece en el DRAE, aunque como cito se decía mucho y no creo lo fuera solo en mi pueblo.

Fuente: http://www.youtube.com

Charraná se aplicaba cuando alguien te jugaba una mala pasada o un mal comportamiento hacía ti, especialmente si se trataba de persona a la que hasta entonces la habías considerado como amiga o por lo menos no desafecta. Seguro que hoy, personas con edad inferior a cincuenta o sesenta  años, ni la han escuchado nunca, ni sabían  el significado que entonces se le daba. También para lo mismo, solía utilizarse, en Andalucía, jugarte una "mala partía".

Y vamos a la segunda, que creo tampoco, como tal, está en el DRAE. Me refiero a la palabra "chasca". Sin duda esta palabreja, estuvo en boga, solo unos pocos años, precisamente en los del hambre y el racionamiento, o sea los años de la década de los cuarenta del pasado siglo, en la postguerra civil española.

El racionamiento no alcanzó solo a los artículos alimenticios de primera necesidad, si no también entre otros, le tocó al tabaco. Como tal, solo a los varones y mayores de 18 años, se les proveía de una cartulina cuyos bordes eran cuadrados y en cada uno figuraba un número, y así cuando llegaba a los estancos un aprovisionamiento del mismo, a lo mejor con una, dos o tres cajetillas de tabaco, siempre a granel, le era suministrado a los poseedores del "cartón" y se decía el número que había que cortar al mismo.

Fuente: http://www.todocoleccion.net

Sobre todo a los fumadores empedernidos, entre los cuales se hallaba en las primeras filas mi propio padre, recurrían cuando el tabaco les faltaba a fumar lo que fuera y entre lo mas próximo era recurrir a lo que entonces se dio en llamarle "chasca".

Y aquí para no tener que ir muy lejos, recurro también a mi padre, y que a la sazón tenía un huertecillo en el lugar conocido por "La Mimbre", solía sembrar en el mismo plantas de tabaco, pero que las mismas no eran tratadas como en las fábricas de dicho producto, si no de forma mas rápida, a fin de poder utilizarlas enseguida, llegando en ocasiones a ser secadas y casi tostadas en la candela, utilizando por ejemplo las palas metálicas. A ese producto, o sea el tabaco curado o secado por medios artificiales, se le dio en llamar "chasca" y que como tal se vendía casi clandestinamente, y que por cierto cuando se encendía un cigarrillo de chasca, expelía un olor tan desagradable, que solo a los que lo fumaban. no les molestaba. Como indicaba anteriormente, mi padre raro el día que no preparaba una cochura de las hojas que cortaba de la planta en el huerto, y a la plancha se las preparaba.

Aquel preparado de la planta del  tabaco, y en no pocas ocasiones, de otras clases de hierbas o plantas que ni siquiera eran de tabaco, se preparaban algo de lo que fumar. Por ello la palabra "chasca" tan pronto se normalizó el aprovisionamiento del tabaco, dejó de usarse y como suele decirse nunca más se supo de ella.

Hoy cuando menos esta entrada, habrá sido noticia novedosa lo de chasca, para los que tengan unas décadas de años menos que yo, con la ventaja de que ellos no tuvieron que soportar aquellos tenebrosos años del racionamiento y del hambre.

Hasta la próxima.
  
   

viernes, 27 de noviembre de 2015

Cambio de destino


Hoy se han cumplido 41 años, en que voluntariamente pasaba destinado desde el Servicio de Información de la Comandancia de Málaga, a la Jefatura de Armamento de la misma.

Después de haber estado con el empleo de Guardia, de Cabo de Sargento y de Sargento primero en la primera de las unidades, y en la que aprendí casi todo lo que llegué a saber de la Guardia Civil, aquel cese, pese a serlo voluntario, dejaba en mí "ese no sé qué" que al alma te llega.

Para mí, cuarenta veces que ingresara en el Cuerpo, desearía ir a prestar mis servicios en el de Información, aunque en la forma en que hoy puedan desenvolverse dichos Servicios, lo serían totalmente desconocidos para mí, pero sin duda con muchos más medios de los que entonces en los años cincuenta, sesenta y hasta el setenta y cuatro que yo estuve en el mismo, aunque progresivamente fueron aumentando, seguro no pueden ni aproximarse a cuanto en ellos hoy se cuenta.

Por cuanto llevo expuesto, quienes puedan leer esta entrada se preguntarán: "entonces si tan a gusto estabas, ¿por qué solicitaste voluntariamente cesar en el mismo?"

En pocas palabras voy a tratar de hacerlo. Primero, en el tardo-franquismo, como podrá observarse que lo fue precisamente un año antes de fallecer Franco cuando cambié de destino, los servicios de Información no sabíamos a que atenernos, principalmente en cuestiones que afectaban a la política, donde parecía que nadie quería intervenir en tales hechos.

A tal fin voy a contar un caso que se me dio, y es que un estudiante que se hallaba cursando sus estudios en Málaga, pero tenía su residencia en otra provincia, estaba encuadrado en una organización política clandestina, que se descubrió en el verano cuando los estudiantes estaban de vacaciones. Por nota informativa se comunicó al servicio de información de la Comandancia de su residencia tal circunstancia en la que se indicaba su domicilio, y detalles sobre encuadramiento en la misma. Esto sucedía en los últimos días del mes de julio o primeros de agosto. La próxima noticia que tuve sobre el particular fue en los primeros días de Septiembre, en cuya nota informativa se me comunicaba que un día de la primera quincena de aquel mes, dicho individuo se trasladaría a Málaga a fin de examinarse de una asignatura que le había quedado pendiente. Como es natural, a aquella noticia, no le hice el menor caso.

Pero tampoco eran en total esos los motivos, por lo que solicité mi pase a la Jefatura de Armamento, sino que en el Servicio de Información tenía que estar las veinticuatro horas del día pendiente de cualquier noticia que llegara al mismo, y cualquier movimiento que hiciera, incluso en un día festivo con la familia, tenía que dejar el punto donde me encontraba y teléfono al que habría de llamarme el Guardia de servicio en el mismo, en caso de necesidad, que no fue una vez sola, la que hube de salir de estampida, bien teniendo que volver con la familia a la casa o dejarla en el lugar donde estuvieran, si de por sí tenían oportunidad de regresar.

En el nuevo destino tenía oficina solo de ocho a catorce horas, y en contadas ocasiones a lo largo del año tuve necesidad de ir alguna tarde y rara vez en día festivo. Los veinticinco años de servicio que llevaba y los cuarenta y nueve cumplidos, con la desatención que como he citado tenía en parte a mi mujer y mis hijos, me hicieron el solicitar tal cambio.

Hoy, transcurridos cuarenta y un años desde aquel 27 de noviembre de 1974, siento la añoranza de mi paso por Información, como decíamos los Civiles, pero nada dejó en mi de particular los siete años que estuve en la Jefatura de Armamento. Lo que si puedo decir, es que fueron los más tranquilos y de menor preocupación de todos los que pasé en el Cuerpo.

A ello voy a señalar, que después de llevar más de treinta y cuatro años retirado, en alguna ocasión he soñado con servicios que estaba prestando en Información, pero ni una sola vez lo he hecho, de lo que fue mi actividad en Armamento, y que consistía en el control de todo el armamento y municiones de la Comandancia, de lo que anualmente tenía que presentar un resumen en la Jefatura de Armamento de la Dirección General del Cuerpo.

Así a bote pronto, me parece que fue ayer cuando aquello sucedía, pero mirando hacia atrás y trayendo a la memoria acontecimientos pasados, casi medio siglo de ello, son muchos años, y mucho el cambio habido en todos los órdenes.

Hasta la próxima entrada.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Cuarenta años han pasado


Hoy no tengo por menos que volver la vista atrás y situarme en aquel 20 de noviembre de 1975. El Presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro, por televisión daba la noticia: "FRANCO HA MUERTO".

Yo mantenía entonces, y hoy también, el recuerdo de los años anteriores al inicio de la Guerra Civil española, el discurrir de la misma, así como su finalización.

En el momento en que Franco moría, yo estaba en activo, pero en un destino poco expuesto al peligro por una parte, dado a que estaba a cargo del control del armamento, municiones, y todo el material como granadas de mano, que en aquellos momentos solo se utilizaba en ejercicios de tiro. Por otra parte, también era el jefe del equipo de desactivación de explosivos, de lo que había realizado el curso en el mes de enero de aquel año, y de lo que  no tenía la mínima preparación para ello,  ya que ni profesores para ello tuvimos en el curso, dado a que era el primero que se daba en todo Andalucía. No obstante a todo lo que hasta ahora he relatado, me producía la menor inquietud a mi personalmente, quizá por la edad, cincuenta años, y estar curtido en muchos acontecimientos, antes, durante y después de la guerra civil.

Pero también mantenía en el recuerdo las reacciones y comportamientos de partidos políticos y otros estamentos, sobre todo en las proximidades del inicio de aquella contienda. Lo que pudiera acontecer tras la muerte de Franco, era una gran incertidumbre. que era lo que, al igual que una gran mayoría, a mi también me sucedía y en eso si que tenía una preocupación máxima, y no era por cuanto a mi se refería.

Hoy como decía al principio, volviendo la vista atrás en esos cuarenta años transcurridos, aquella transición se llevó a efecto gracias a Dios. Yo, que entonces tenía a mi cargo todo el armamento, municiones y la jefatura del equipo de desactivación de explosivos, llevo mas de treinta y cuatro años retirado y gracias a Dios llevando una vida mucho mejor y de calidad, de lo que ni siquiera entonces pudiera haber soñado.

Aquellos temores y preocupaciones de entonces, son solo un recuerdo y un consuelo de lo que se temía pudiera haber sido, pero que no fue.

Hasta la próxima entrada.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Examen de ingreso


Tal mañana como la de hoy, pero de 1949, por tanto hace SESENTA Y SEIS AÑOS, me examinaba en la Comandancia de Córdoba opositando para mi ingreso en la Guardia Civil. Aquel momento lo llevaba esperando desde hacía algo más de dos, y al fin salvaba las dificultades que hasta entonces  me lo habían impedido, cuyas circunstancias tanto en mis memorias como en alguna entrada que sobre este particular creo he realizado en este blog, las había señalado. Posiblemente, como ahora, cuando faltan algunos minutos para la una de la tarde, aquel día colocaban a la puerta de la dependencia donde se habían celebrado los exámenes, la lista de los "Aprobados", en la que yo figuraba.

Baladí podrá parecer tal consecución, pero entonces, y aun hoy lo mantengo, resultó ser para mí,  una de las consecuciones mas ilusionantes de mi vida. Cuando ante la lista expuesta, mis ojos veían mi nombre colocado en la misma como aprobado, una sacudida de satisfacción y alegría recorría todo mi ser, y además de todo cuanto para mí esperaba podía suponer, como así resultó ser, la alegría que de ello iban a recibir mis padres, colmaba la mayor de las alegrías que personalmente había recibído hasta entonces, tal vez comparada con la que tuve cuando en la mili, conseguí mi pase como mecanógrafo a las oficinas de la Capitanía General, cuyo acontecer lo he relatado seguramente mas veces de las que debiera, como sucede  exactamente con la de hoy.

En fin, aquella tarde cuando a casa de mis padres llegaba y les daba la noticia de mi aprobado, colmado de lágrimas recibía de cada uno de ellos, uno de los mayores abrazos y besos y que suponía el "no va más", de  las satisfacciones.

Más de treinta y un años de servicio en el Cuerpo, y además de treinta y cuatro los que llevo "retirado", de los que pocos  días habré dejado de dar gracias a Dios por aquella consecución, por muchos más que pudiera sobrevivirlos, de lo que consciente soy de que no muy luengos puedan ser, aun me faltarían mas para poder dar las suficientes a cuanto ello de dicha y felicidad me proporcionó.

Vaya esta corta entrada de hoy, principalmente como añadido a ese agradecimiento apuntado anteriormente, sintiéndome plenamente feliz y orgulloso de como a partir de aquel parecido como perdido en el paso del tiempo, año 1949, y que transcurridos 66 años por esta vida, sigo transitando, y aunque peque de reiterativo por lo también muchas veces expresado, sin duda recibí, y recibiendo lo continuo, mas de lo que yo pudiera nunca haber dado y merecido.

Hasta la próxima entrada.

lunes, 9 de noviembre de 2015

El súmmum por el movil


Viniendo hoy al medio día desde Guadalmar a mi casa en el autobús, he presenciado hasta donde se puede llegar en el uso del teléfono móvil.

Ya entrado en Málaga ciudad, en una de las paradas subieron entre otras personas al autobús donde yo venía, una jovencísima que debía estar entre los quince y diecisiete años. Como es casi general, no solo en los jóvenes, si no también, en los no tan jóvenes y hasta niño/as, con su móvil en la mano. El primer asiento que encontró desocupado era uno de los cuatro que existían en el vehículo destinado a los ancianos y discapacitados. Yéndose hacia el mismo y con una tensión como si le faltara el oxígeno para respirar y cuando aun todavía no había terminado de sentarse, con sus dos dedos pulgares, comenzó a teclear sobre la pantalla del mismo con una velocidad. que solo un mecanógrafo que había en Capitanía General donde yo hice la mili, había visto nunca escribir con tanta velocidad. Jadeante y en un estado que daba la sensación de haber llegado al paroxismo, permaneció en aquel estado durante unos dos o tres minutos, pasados los cuales y respirando profundamente apartó la vista de donde estaba escribiendo lo que fuera, miró como al infinito, en sus labios se dibujó una leve sonrisa y continuó tecleando pero ya de forma mas pausada.

Los escasos segundos que debió perder en estar pendiente de su móvil. en subir al vehículo y pasar su tarjeta del bus, creo que como decía al principio de este relato, le faltaba hasta el aliento que le ocasionaba una respiración jadeante como si en ello le fuera la propia vida.

Como no, en esos instantes mi mente se fue hasta aquellos recuerdos lejanísimos del principio de los años cuarenta del pasado siglo cuando yo tenía los años que esa jovencísima debía tener, y que distancia tan abismal hay entre la forma y modo de vivir entre ella y los de su generación, con la mía y la de mis coetáneos.

Pero no por ello, y pese a todas nuestras carencias de entonces, pienso no son hoy mas felices de lo que nosotros lo éramos.

Precisamente, por ejemplo dentro de unos días, el 13 de este mes, festividad entre otras de San Diego, se celebraba en mi pueblo el llamado día del café. Las jóvenes entonces, en casa de una de ellas, preparaban café y algunos dulces caseros e invitaban a los amigos, entre los cuales casi siempre estaban, no ya los novios de algunas de ellas, si no también los pretendientes o los que deseaban que lo fueran. Aquellas reuniones que solían celebrarse por la noche después de cenar,  duraban hasta las primeras horas de la madrugada.

Colocaban en las mesas las tazas iguales de dos en dos, que cada una llevaba de su propia casa, nos invitaban primero sentarnos los varones en la mesa, y según la taza que estuviera en el punto donde te habías sentado, la propietaria de la misma y su igual, se sentaba a tu vera. Eso parecerá que era echarlo a suerte, pero la casi generalidad de nosotros sabíamos de antemano que taza habíamos de elegir, que era conocer quien era su propietaria y por  tanto, con quien deseábamos estar. Aquellas largas charlas, que en su conjunto eran verdaderas algarabías, llegaba a formar unos lazos de amistad y fraternidad. entre todos,  que hoy pasados mas de setenta años, algunos de aquellos "días del café" calaron tanto en mí que cuando llega San Diego, no tengo por menos que pasar mis recuerdos por aquellas felices vivencias. La relación de las personas entre sí, dejan una huella mas profunda y sentida de cuanto puedan hacerlo cualquier otra cosa, de cuyos recuerdos, nunca, nunca, puedes desprenderte.

Si algún joven hoy puede leer esta entrada, seguro se le dibujará una sarcástica sonrisa en sus labios y dirá para sí: "Cosas de viejos, qué le vamos a hacer..."

A mí no me ha llegado la fiebre del teléfono móvil, y solo se utilizarlo para recibir las pocas llamadas que me hacen, y no más, las que yo hago.

Hasta la próxima entrada.

sábado, 31 de octubre de 2015

Oficios que se perdieron


En un correo que recibí hace un par de días, se señalaban dos oficios de los que en mi niñez y juventud, era frecuente el verlos casi a diario por las calles de los pueblos, ofreciendo sus servicios. Tales eran los afiladores y lañadores.


Afilador

Comenzando por los primeros, a mi pueblo solía llegar con relativa frecuencia un afilador, nunca el mismo, empujando  su carro, y tocando una especie de armónica, que desconozco el nombre de semejante instrumento que era usado solo por los de dicha actividad, con lo que solían apercibir a las mujeres de sus presencia y  que precisaran de afilar algunos de sus utensilios utilizados generalmente en la cocina.

Según se decía la casi totalidad de los afiladores eran gallegos de Orense, y el caso es que trayendo al recuerdo su forma, modo y acento de hablar, gallegos por lo menos si que eran todos los que recuerdo haber visto y oído.

Aquellos hombres para trasladarse de uno a otro pueblo, lo hacían siempre a pie y además como he citado antes, empujando su carro en el que estaba instalado todo el menester para realizar su trabajo, y aunque no fuera muy pesado, y sería fácil de llevar por las carreteras en llano, y pendientes hacia abajo, el subirlas cuando la pendiente en muchas ocasiones, y en aquellos tiempos mas todavía, llegaban a alcanzar en no pocas veces el 10% o mas incluso,  sin duda precisaría un gran esfuerzo su realización, máxime teniendo en cuenta que muchas veces la distancia de uno a otro pueblo era de veinte, treinta o más kilómetros. Lo que nunca pude comprender, es que con los míseros ingresos que pudieran obtener con aquel trabajo, aunque  solían alojarse en las posadas que había en las localidades por las que pasaban, que hoy solo el recordarlas tales estaban preparadas para recibir a los que solían alojarse, al punto de que las camas para el descanso de la noche, solían ser, durante el invierno, solo una silla, o  una manta tendida en el suelo junto a la lumbre para superar el frío, y en tiempo que no  hiciera frío, solo la manta con una almohada menos aseada de lo que debiera, tendida en algún pajar, era su morada, y que decir de la alimentación que pudieran darle, dado a que, como he indicado anteriormente, eran solo miserias las que ganaban. Aquellos ambulantes trabajadores, no debían tener familia alguna, a su cargo se entiende, y si la poseían sin duda, ellas mismas habrían de buscarse lo mínimo para su supervivencia, dado que poco, o nada, podrían esperar de aquel afilador, que se pasaría la mayor parte del año nomadeando, sin ir siquiera por el lugar de su residencia.


Lañador

Por cuanto a los segundos, lañadores, aunque solía llamárseles también estañadores, ya que ambos trabajos realizaban. La de lañador se trataba de que sobre todo los utensilios de barro o arcilla, tales como cántaros, lebrillos, orzas y otros semejantes, que se utilizaban en la mayoría de los hogares de la época, cuando se les hacía una pequeña raja, en vez de tirarlos y comprar otros nuevos, se tenían guardados y cuando llegaba un lañador se le entregaba, el cual y utilizando una especie de berbiquí provisto de una broca de finísimo taladro, solía realizarle unos cuantos agujeros a ambas partes de la superficie dañada y luego le colocaba unas lañas metálicas, que si como en los lebrillos y orzas solía suceder, se podía cerrar por dentro del utensilio a reparar, luego con martillo muy pequeño y dándole golpecitos muy despacio, iba cerrando los dos extremos de la laña, y aunque parezca mentira por allí no volvía a salirse liquido alguno. En los cantaros, pucheros y otros que el lañador no podía meter la mano por dentro del cacharro con el martillo, la laña se cerraba por la parte exterior, pero con iguales resultados en su efectividad. Lo que sucedía que en el exterior quedaba un poco mas "bonito", la laña que se cerraba por dentro. No penséis que eso era una cosa rarísima el ver tales aplicaciones, que seguro no había ni una sola casa en el pueblo que no tuviera un utensilio con una, dos o mas lañas.

Estos mismos individuos también solían arreglar las ollas, platos y utensilios de porcelana a los cuales cuando se les hacía un agujero, al igual que solía hacerse con los de barro, se tenían en espera de que llegara el lañador, para que lo arreglara, y lo hacía lijando un poco los alrededores del agujero, y luego utilizando un aparato de hierro con mango y que en una especie de hornilla que llevaban con carbón encendido, lo ponían al rojo vivo y tomando una pequeña barrita  de estaño, le aplicaban el aparato y dicho metal se licuaba rápidamente y cayendo sobre el agujero del utensilio quedaba totalmente tapado y con ello se evitaba de tener que comprar otro nuevo. En casa de mis padres recuerdo haber por cuanto a lo del afilador, haber presenciado en muchas ocasiones el afilado sobre todo de cuchillos, y en  lo del lañador y estañador, cuando menos recuerdo de un lebrillo que tenía por lo menos tres o cuatro lañas, y también una o dos ollas y algún plato o fuente con las cicatrices a las que hubo de aplicársele el estaño.

Lo que nunca llegué a comprender, ni hoy tampoco, es que si el estaño aplicado a aquellas reparaciones se hacían al arrimarle a dicho metal un hierro al rojo vivo, porqué luego cuando por ejemplo una olla se acercaba a la lumbre aquellas gotas de estaño que se le aplicaron no se derretían con el calor de la hoguera. Si alguien sabe el misterio, me gustaría me lo explicara.

Estos lañadores solían ser muchas veces de etnia gitana y por ende iban siempre acompañados de su familia.

Para algunos de los pocos que oséis entrar a leer esta entrada, os resultará curioso cuando menos conocer, alguno de los detalles en que se desenvolvía el vivir cotidiano de aquellos tiempos, que aunque a mi me parece que fue ayer, si me paro un poco a pensar, y miro hacía atrás, me da la sensación de perderse en la lejanía de los años.

Hasta la próxima entrada.

sábado, 24 de octubre de 2015

Festividad de San Rafael Arcángel


Hoy es en mi pueblo uno de los días mas festejado de todo el año. Pese a que la iglesia hace años pasó la festividad de San Rafael Arcángel, al 29 de Septiembre junto a los otros dos Arcángeles San Gabriel y San Miguel, tanto en Córdoba capital como en mi pueblo se sigue celebrando, tal como se venía haciendo desde hacía muchísimos años, en el día de hoy 24 de octubre.

Hoy, y como lo vivido durante la niñez, la adolescencia y la juventud deja tan profunda huella en la vida de las personas, y como es natural en mi no podía ser menos, pese a hacer más de sesenta años no lo he pasado allí disfrutándolo, aunque hace cinco si estuve, pero para dar sepultura a mi hermano Antonio fallecido el día anterior, cada uno de los que ha llegado esta fecha han venido a mis recuerdos aquellos de los que eran para mí una de las grandes solemnidades, y que a la vez que cumpliendo años iba, como es natural distinta iba siendo la forma y modo de sus celebraciones.

Sin mucho de particular lo era cuando fui niño y comienzos de mi adolescencia, pero tan pronto cumplí los dieciséis años en que comencé a asistir a los bailes, por cierto la única diversión para la juventud en aquellos primeros años de la década de los cuarenta del pasado siglo, junto con los paseos por la carretera, como he citado, posiblemente por la añadidura de que hoy se sacaba en procesión, y se continua sacando, hacían como digo estaba, y está, como  el día de mayor solemnidad festiva sentida por los villaharteños/ñas.

Si alguna prenda de vestir solía estrenarse por parte de la juventud, siempre se hacía bien durante las fiestas del pueblo que lo eran del 7 al 9 de mayo, ambos inclusive, o bien en el día de hoy, festividad de San Rafael.

De mis diversiones y festividad del día, propios de aquellos años de mi incipiente juventud, como ya lo he señalado en diversas entradas en este blog, hoy voy a señalar unos detalles que al recuerdo se me han venido y que nada conmigo tienen que ver, pero si por cuanto al patrón del pueblo se refiere y como se celebraba.

En aquellos tiempos, se daba el caso de que la inmensa mayoría de los hombres que trabajaban como gañanes, solían concertar con sus patronos, o amos como solía decirse, su trabajo por un año y generalmente se hacía por San Miguel.

El contrato, que solían hacerlo siempre verbal, se les señalaban creo recordar cinco días que se decía para holgar, o sea que no iban al campo, aunque si tenían la obligación de atender la yunta echándoles los piensos correspondientes, sacarlos al  abrevadero, y asimismo limpiar la cuadra. Estos cinco días solían ser las siguientes festividades: un dia de Carnaval; el 8 de mayo, segundo día de las fiestas del pueblo; el 15 de agosto, día de la Virgen; el día de San Rafael, y el día de Navidad, fechas que coincidían precisamente cuando en el campo los trabajos a realizar no suponía contrariedad alguna el dejar un día el trabajo. Así haciendo hoy memoria de aquellos que se decía "ajustados por año", no solían ser más de seis o siete hombres, pero si era cierto que a los mismos, no solía vérseles fuera de lo que eran sus faenas del campo, si no en esos días que se han citado, y para lo cual, como decía en una de mis entradas recientes, estos gañanes, además de los que también solían coincidir los que se dedicaban a lo mismo, pero en sus propias tierras y sus yuntas, sus indumentarias, los que las poseían, sacaban del arca o baúles, los que en su día fueron sus trajes de novio y allá que solían reunirse en alguna taberna del pueblo donde ante unas copas de vino, como no, sus conversaciones trataban casi exclusivamente por cuanto a sus trabajos que realizaban cada uno, por supuesto a los mas próximos a la fiesta en que estaban "holgando". Estos trabajadores que se ajustaban por un año, solían cobrar jornales algo inferiores a los  que cobraban  los que trabajaban por días o temporadas de recolección de las cosechas, que principalmente solían ser las de los cereales y la aceituna.

El asegurarse el trabajo por un año entero, llevaba consigo la renuncia al cobro del estipendio que solían cobrar los jornaleros, que ya de por sí eran míseros, puede hacerse una idea como lo serían  los de aquéllos.

La entrada de hoy como puede observarse, poca "chicha" tiene, pero no me ha llevado a ello, nada mas que rendir un pequeño culto y homenaje, a un día que hace entre sesenta y cinco y setenta y cuatro años, era para mí, y mis amigos, el no va más del disfrute y la diversión. Dentro de las posibilidades que las circunstancias y el dinero me permitían, creo conseguí sacarle partida a aquella juventud, que pasé en Villaharta.

Hasta la próxima.

martes, 20 de octubre de 2015

Cascarria y zancajo


Las dos palabras que forman el titulo dado a esta entrada, cascarria y zancajo, hace cuando menos cuarenta años que no las he oído pronunciar a nadie, y seguro estoy que los menores de esa edad, o quizá de algunos mas, ni siquiera saben de que se trata, aunque ambas tienen varias acepciones en el DRAE.

Sin duda creo han perdido su popularidad, dado a que el sentido que se le daba al pronunciarlas, cuando yo era niño y joven emergente, hace también muchos años que no  concurren dichas circunstancias.



Comenzando por la primera, o sea "cascarria", aunque el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, lo califica generalmente de lodo o barro que se coge por los bajos de la ropa y se deja secar, o simplemente, se seca, en el dicho popular de aquellos tiempos solía aplicarse también a los excrementos expelidos por el ser humano que al no ser debidamente limpiados, como no, también terminaban por secarse. Así, cuando dos personas entraban en alguna discusión por cualquier cuestión, y una de ellas no estaba lo aseada que debiera, su oponente, poco tardaba en decirle, "anda y quítate las cascarrias". Quizás esto pueda parecer un tanto exagerado traerlo a colación tal lo estoy haciendo, pero, y vuelvo a repetirme, en aquellos tiempos, era frecuente el ver gentes, de ambos sexos y de todas las edades, el no estar con el aseo,  no debido, si no lo que podría llamarse imprescindible para no ser causa de adquirir alguna enfermedad, y lo que proyectaba hasta asco, por el mal olor que desprendía cuando estaba próximo a otra persona.

Tal expresión de "quitarse las cascarrias", solía escucharse con relativa frecuencia, cuando en conversaciones entre dos o mas personas salía a relucir el nombre de alguna de ellas, que como he citado anteriormente el aseo personal brillaba por su ausencia, y así si a lo mejor esa persona criticaba a otra por cualquier otra cosa, al aludirla, se decía eso, de "mas vale que se dedicara a quitarse las cascarrias".



Por cuanto  a la segunda, de "zancajo", aunque otras acepciones del DRAE, también se le da a la parte de la media, el calcetín y el zapato que cubre el talón del pie, cuando está roto. Y aquí, era frecuentísimo, y no exagero nada, el ver generalmente a mujeres, y digo mujeres, porque los hombre usaban pantalones y cubrían la parte del talón, con la parte baja de las medias con alguna rotura que dejaba a la vista el zancajo, o sea la parte del pie que debía cubrir. Sin duda, y seguro en mayor cantidad, los hombres llevarían sus calcetines con tales zancajos, o aun mayores que el que se veía en las medias de las mujeres, pero no quedaban a la vista del prójimo, por el hecho que citaba de llevar puestos pantalones, cosa que la mujeres de entonces jamas los vestían.

Las carencias del momento, tanto en lo económico, como en los medios para el aseo, eran tales, que solo en que las mujeres, y vuelvo a decir las mujeres,  por que como ahora, eran las que generalmente llevaban la dirección del hogar en todos los órdenes, empezando por las del aseo de la vivienda y sus moradores, que quiero decir la familia, se interesara en ello de manera primordial, no era extraño dar lugar a exponerse a tales deficiencias.

Lo que hoy tan al alcance de las gentes está, como el agua corriente y las duchas, sin necesidad de señalar a nadie, si no comenzando por mí, yo me duché por vez primera cuando fui a la mili, y claro como natural es, en mi pueblo nadie tenía ducha en su casa, dado que al no haber agua corriente en ninguna de ellas, el aseo debía de hacerse, el lavarse en los lavabos, y el aseo total del cuerpo, generalmente, como en casa de mis padres, utilizando el baño de cinc, de gran capacidad y que mi madre utilizaba también para transportar la ropa y lavarla, y que para ponerlo siquiera a medias, había de dar dos o tres viajes al pozo con un par de cubos, que suponía un tiempo y un esfuerzo. Así como he citado antes, la presencia y correcta pulcritud del hogar y de la familia, dependía de la actitud de la mujer, o ama de casa como también solía llamársele.

Las jornadas de los hombre en el campo eran larguísimas y penosas. pero las de las mujeres, como en el caso de mi madre, con marido, cinco hijos, y todas las faenas de la casa, no le venían a la zaga, e incluso creo había de dedicarle incluso más horas que a las interminables jornadas en el campo de los hombres.

Ni poder siquiera hablar de comparaciones, entre la vida que hubieron de llevar mis padres, con las realizadas por mí y mi mujer, y que decir las de mis hijos y sus respectivos cónyuges. Aquí, si me alegro de poder hacer comparaciones, lamentando lo de mis padres, pero otra vez vuelvo a las circunstancias y al tiempo, en que a cada uno le ha tocado vivir.

Hasta la próxima que ya veremos el derrotero que tomo.
        

miércoles, 14 de octubre de 2015

Arriando Bandera



Anteayer, Fiesta de la Raza como se decía cuando yo era niño, y que a mí así me lo enseñaron cuando iba a la escuela de esa manera, Día de la Hispanidad, Virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil (y en fin y yendo al grano), que en España se celebró el día de las Fuerzas Armadas, y hace años esa celebración era el día 30 de Mayo, Festividad de San Fernando, y dejando ya aparte este galimatías que he formado, estuve presenciando tranquilamente y solo, aquí en mi casa, los actos que se celebraron en Madrid con tal motivo.

Durante el tiempo que duró, llegué a emocionarme en mas de una ocasión y no pude remediar que algunas lágrimas asomaran a mis ojos, seguro por que también ellas tenían derecho a dicha contemplación. Tan dentro de mí están estos sentimientos y que sin duda se fueron forjando a lo largo de los dos años y medio que estuve en la mili, y los mas de treinta y uno que pertenecí a la Guardia Civil, que como diría Cervantes, "no se arrancarían de donde están, ni en tres tirones".


Como no, seguro también en esas emociones, algo de influencia debieron tener esa tristeza melancólica que llega al recordar aquella juventud en la que yo transitaba por esos acontecimientos, aunque desfilar, lo que se llama desfilar, en el Ejército lo hice solamente en una ocasión un día del Corpus, y en la Guardia Civil, durante más de los treinta y un años, seguro no habrán pasado de diez, quizás por que los destinos en que estaba, eran otros los menesteres que se nos encomendaban.


Pero la entrada de hoy en el blog, lo ha motivado principalmente, el izado de la Bandera de España. En ese momento en que al toque de la corneta se estaba izando la enseña, se me vino al recuerdo un hecho que sucedía en la tarde del día 12 de abril de 1946, y que resultó ser lo siguiente:


Sobre las dos de la madrugada del citado día, nos incorporábamos al Regimiento de Artillería número 14, sito en el punto conocido por Pineda, de la capital sevillana, cerca de 900 reclutas procedentes de distintos puntos de España. Unas siete horas después de la llegada al Cuartel y haber dormido, o para mejor decir, estar acostado tres horas mas o menos, y pedir voluntarios de aquellos que tuvieren algunos conocimientos de peluquería, se procedió a cortarnos el pelo, no al cero como lo hacían otras veces, sino al dos. Fue tal el estropicio que formaron en la inmensa mayoría de nuestras cabezas, que aquella tarde nos dieron un permiso especial para que el que lo deseara, buscara una peluqería por Sevilla, y le arreglaran en lo posible tal desaguisado.


A tal menester, nos apuntamos, entre la mayoría, mi amigo y paisano, José Carrillo Gómez, que éramos los dos únicos de Villaharta que allí fuimos destinados. En una peluquería de la barriada de Guadaíra, la que mas próxima al Cuartel estaba, como decía, nos repararon en lo posible, todo cuanto posible podía hacerse.


Un tanto desgarbados, por lo poco a propósito que nos quedaba el uniforme que nos habían entregado, el gorro calado hasta las orejas, que seguro ni nuestras propias madres nos hubieran identificado como sus hijos, regresábamos al cuartel cuando recuerdo el sol estaba desapareciendo, o terminaba de desaparecer por el ocaso. Calculo podríamos estar a una distancia de unos doscientos metros de la puerta del acuartelamiento, donde delante y detrás de nosotros caminaban bastantes militares, sin duda pertenecientes al mismo Regimiento y cuartel, y los habría de diferentes graduaciones, cuando de pronto comenzaron a oírse los sones de una corneta, y todos cuanto caminaban delante y detrás de nosotros, se pararon y a pie firmes se ponían en posición de saludo. Mi paisano y amigo Carrillo y yo, nos mirábamos sorprendidos uno a otro, nos parábamos, no sabíamos saludar, ni que hacer, dábamos dos o tres pasos, nos volvíamos a parar, y más despistados que una cabra en un garaje, como suele decirse, continuamos en dichas actitudes, hasta que dejó de tocar la corneta, los artilleros, porque los que servimos en artillería, no éramos soldados, si no artilleros, que estaban formados en la puerta del cuartel, rompieron la formación, y todos los demás que marchaban delante, junto y detrás de nosotros reiniciaron su marcha con toda normalidad. Esa fue la primera vez en mi vida, que yo presencie,  por decir algo, porque yo lo que menos sabía era lo que pasaba, al igual que mi amigo Carrillo. De este último episodio descrito, a la contemplación de los actos celebrados el día doce, o sea antes de ayer, han transcurrido, casi SETENTA AÑOS. Mi paisano y amigo Carrillo (q.e.p.d.), hace ya algunos años que falleció, y yo, con toda esa vida  militar a mis espaldas, por que los Guardias Civiles, también somos militares, y mas de treinta y cuatro años "retirado", por que los civiles no nos jubilamos, si no que nos retiramos, todavía me emociono cuando presencio un desfile militar, y veo izar o arriar la bandera a los acordes de un toque de corneta.


Y con respecto a la palabra de izar y arriar, empleadas en la subida y bajada de la bandera, no lo se cierto, pero me huele a que sean términos marineros, por aquello de izar y arriar las velas, de aquellas embarcaciones que navegaban con el empleo de sus velámenes, en los tiempos en que las banderas tal suelen emplearse hoy, quizá no existían.


Durante la redacción de esta entrada, en no pocos momentos me he sentido y recordado en aquellos lejanos años, sobre todo cuando prestaba el servicio militar en la Capitanía General, sita en la Plaza de España de Sevilla. Entonces tenía, 21, 22 y 23 años. Algunos menos que hoy. Pero esa ilusión y ese sentimiento que tan arraigado dentro de mi está, no tengo duda lo seguiré sintiendo, y orgulloso de ello estoy, mientras Dios me tenga por este mundo y mi cabeza responda tal cual lo hace en estos momentos.


Hasta la próxima entrada.


miércoles, 7 de octubre de 2015

La indumentaria en aquellos años


Contemplando hoy una fotografía mía hecha el pasado domingo con motivo de la asistencia a los actos celebrados en esta  ciudad por la Guardia Civil, en honor a su Patrona la Santísima Virgen del Pilar, se me ha venido al recuerdo la indumentaria que generalmente solía usarse, y voy a ceñirme por cuanto a mi entorno familiar mas próximo se refiere, y que lo era extensible cuando menos al 95% de sus coetáneos, por lo menos de mi pueblo, aunque seguro podría extrapolarse al resto de España.

En lo de mi entorno familiar, como he dicho, lo es por lo que a mis padres se refiere.

Comenzando por  mi madre, diré que los primeros recuerdos que  de ella tengo, es la de haberla visto vestida de negro, incluso con un velo de dicho color cubriendo su cabeza, tanto en días laborables  como los de las grandes celebridades, que aunque resulta un tanto rimbombante lo de "grandes solemnidades" que allí y entonces se celebraban, dejémolo así para que se entienda como eran las que mas realce se le daban. El ir de negro siempre vestida, era por el tener que guardar el luto de familiares fallecidos, que en las mujeres cuando llegaban a la mediana edad, solían juntárseles los lutos, dado a que cuando aún no habían terminado uno por el fallecimiento de un deudo, habían de comenzar otro por igual motivo de otro familiar. Creo podría ser allá por el año de 1934, poco mas o menos, dado a que se que fue un par de años antes del inicio de la guerra civil, mi madre y seguro para no estar siempre vestida de negro, echó la promesa de vestir  por vida,  el que decían era  hábito de la Virgen del Carmen, vestido de color marrón, que me recuerdo no solían ser del mismo marrón cuando por el uso tenía que abandonar un vestido y hacerse otro  nuevo dado a que el tejido era mas o menos claro u oscuro que el anterior. Dicho vestido en su confección, que se hacía ella misma, simplemente sin ningún ornamente incluso con el mismo tejido, se lo ceñía con  una especie de cinturón creo, era de cuero o material parecido, de unos cuatro o cinco centímetros de ancho, de color negro, y del mismo pendía otro trozo de igual material, anchura y color, que le llegaba aproximadamente hasta el final  del bajo de la prenda.

Esta indumentaria que termino de describir, la estuvo vistiendo mi madre ininterrumpidamente por espacio de unos SESENTA AÑOS, incluso durante la guerra civil, dado que falleció en 1994, cuando estaba a punto de cumplir los noventa y siete.

Así que poco pudo turbar en el devenir de su vida, que se ponía o dejaba de ponerse, según el día que fuere o para lo que fuere. Siempre, siempre, siempre, estuvo vistiendo esa clase de vestido y nunca podría imaginarme mi madre vestida de otro modo. Aquel traje fue su identificación a lo largo de tan dilatado tiempo. A la altura del pecho y en su lado izquierdo, se colocaba una especie de broche con la imagen de la Virgen del Carmen, y en estos momentos, creo recordar que durante la guerra civil en zona roja, no usaba el referido broche, pues de haberlo llevado,  a lo mejor cuando menos le hubiera costado una llamada de atención, y con seguridad, la orden de que se desprendiera del mismo.

Por tanto, tras vestir de negro no sé cuantos años lo había hecho, a partir de los treinta y siete, hasta su fallecimiento, su vestido marrón, y su cinturón y especie de cinta de igual material le sirvieron tal lo fuese en su continuo y duro laboral, como en días en que tuvo que celebrar cualquier acontecimiento, y lo mas que pudo ser la asistencia a boda, bautizo u otro de semejante índole, ya que las mujeres casadas en aquellas fechas ni siquiera entraban a los bares.




En la feria del pueblo, lo máximo que se permitían, era acercarse al puesto donde se vendía, principalmente el turrón, y se juntaban varias señoras, que también podían unirse los y las jóvenes, se jugaban lo que se llamaba "jugar al turrón", con cartas de la baraja española, y la que llevaba el siete de la muestra que salía, o número más próximo hacia abajo, era la ganadora, y se le entregaba una "chapita" que representaba el valor de una peseta, y con esas chapas se realizaban la compra de los dulces que se expendían en aquel puesto, cuestión que había que hacer antes de que terminara la feria, si no se perdía la posesión de las chapas porque hasta el siguiente año no se volvía a poner otro puesto y a lo mejor lo hacían personas distintas. Por cada carta que se jugaba, se pagaban diez céntimos, así, si se jugaban diez, veinte, o el máximo, treinta cartas, siempre múltiplo de diez, el premio era de una,  dos o tres chapas, que le eran facilitadas por el, o los dueños del puesto. Esa solía ser la única ocasión en que al cabo del año, las mujeres casadas solían salir de su casa para distraerse, salvo como citaba anteriormente, acontecimientos de índole familiar.


Todo cuanto he relatado anteriormente lo era por cuanto a mi madre, y ahora vamos a mi padre que lo era totalmente distinto, pero creo que un tanto mas pintoresco.


Los hombres casados solían celebrar, que era solo el ir a los bares o tabernas del pueblo a tomarse unas copas con los amigos, también jugaban al turrón en la feria, y nada más.


La vestimenta especial de mi padre para cualquier acontecimiento, consistía en colocarse su traje de novio que estrenó, según  me dijeron, los días próximos a la navidad del año de 1923 que fue el de su boda. El traje consistía en una tela mas bien especial para días de frio, sin duda por la fecha en que hubo de estrenarlo, de color marrón claro, compuesto por pantalón, chaleco y chaqueta. La chaqueta no se la podía abrochar dado a que se le había quedado muy estrecha, y  el chaleco y el pantalón apenas podía hacerlo, y ello gracias a que mi madre hubo de sacarle los botones un tanto hacía lo máximo que le permitían las prendas. Se tocaba la cabeza con un sombrero de fieltro, de un color parecido al del traje, con una pequeña pluma de faisán incrustada entre la cinta que circundaba la copa del mismo y se calzaba unas botas de cordones, color guinda aproximadamente, y lo único que creo llegó a cambiar con el paso del tiempo, fue la camisa.


El pantalón era de una estrechez tal, que creo incluso le costaba trabajo el colocárselo, pero ello hubo de ser que en la época en que se compró el traje, era la moda de llevarlos tan estrechos los pantalones, pues recuerdo tal si lo fuera en estos momentos, que todos los hombres de la edad de mi padre y algunos, con bastantes años mas o menos que él, y que sus trajes de fiesta era para todos, su traje de novio, el pantalón era de aquella estrechez, que a mí, y sin duda a todos los jóvenes, nos resultaban un tanto ridículos sus portadores, aun hasta nuestro propio padre. Jamás se veía a ninguno de los trajeados del tal guisa, el que llevara puesta una corbata. Mi padre no se la puso en su vida.


La chaqueta, el estrecho pantalón, el chaleco, el sombrero con su "plumita" de faisán, y sus botas de color guinda, salvo generalmente tres días al año que eran, un día de carnaval, el segundo día de la feria del pueblo, y el día de San Rafael, Patrono de la localidad, que entonces, y ahora también, se celebraba el día 24 de octubre, se pasaban el resto del año en el fondo del baúl, donde se guardaban las pocas  prendas de todos los componentes de la familia. En aquel baúl, quedaba ese traje cuando el 9 de octubre de 1936 (pasado mañana se cumplen setenta y nueve años), hubimos de exiliarnos con motivo de la guerra civil, y no puedo decir el final que tuvo, y seguro que de no haber sido por ello, lo hubiere estado usando hasta el final de sus días, que lo fue el 25 de febrero de 1959, fecha de su 61 cumpleaños y también de su santo.


Si cuanto he relatado del como vestían mis padres lo hubieren sido solo ellos en el pueblo, hubieren resultado de un ridículo, que  hubieren sido la mofa de todos los habitantes, pero tan general lo era en las mujeres y hombres de semejantes edades, o como apuntaba antes, incluso no menos de quince o hasta veinte años de diferencia, que se aceptaba con toda normalidad.

El final de la guerra civil, nos llevó a las juventudes emergentes en aquellas fechas, el comienzo del uso de prendas mas acordes con los tiempos que corrían, y el uso general de la corbata, al punto de que yo comencé a usarla cuando contaba solo con 16 años de edad, al igual que todos mis coetáneos.

Y otra vez más, he de decir "cómo han cambiado las cosas". Con la edad que yo tengo ahora, ni los mas pudientes del pueblo, tenían la mitad de la ropa que yo poseo, y que me da la oportunidad de utilizar la que mas se adapte al tiempo que haga, o el capricho que se me antoje de usar. Hasta, quien me lo iba a decir en mi juventud, tengo un esmoquin que utilicé por vez primera en la entrega de despachos de alférez de mi hijo mayor, continué utilizándolo en los mismos actos de la entrega del empleo de Teniente, lo mismo con los de mi segundo hijo, y después me lo colocaba todas las Nocheviejas cuando en compañía de mi mujer y varios matrimonios amigos, salíamos a celebrarlo en algún hotel de la capital, Torremolinos u otro punto de la provincia.

Ver a mis padres de otra guisa que no fuere la que he citado solían vestir, no los identificaría con mis padres. Ya lo he dicho en múltiples ocasiones, las personas somos la consecuencia de la época en que nos ha tocado vivir, y que con el paso de los años solemos verlo hasta con extrañeza.



Hasta la próxima, que ya veremos por lo que me da.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Otro mes a la espalda


Finalizando está el mes de septiembre de 2015. De lo mas lejos que noticias gráficas tengo sobre mi persona, es una fotografía, la primera que me hicieron a los cinco meses de nacer, y precisamente lo fue el día 24 de septiembre de 1925, en las localidad de Pozoblanco con motivo de su feria en honor a Nuestra Señora de la Merced, a donde me llevaron mis padres y para lo que habían sido invitados por una familia natural de dicha población, y que se hallaban de caseros en la finca de La Calera, cuando contaba con cinco meses, menos tres días, de edad, y que con motivo de dichas fiestas también se habían trasladado para pasar unos días.  Esa foto no está muy mal del todo, aunque la misma acuse el paso de los años.


Así, hoy culmino el día llevando sobre mis espaldas, nada menos que noventa y un mes de septiembre. Quiero a este respecto, lo primero dar gracias a Dios por hacerme tan llevadera esa carga de tantísimos meses, aunque si vuelvo la vista atrás, hasta vértigo había de producirme por la inmensa profundidad donde se hallan, no el cuando me hicieron dicha foto, de lo que lógicamente  nada me quedó, si no aquellos recuerdos de mi primera infancia de la que como de unos sueños y envueltos en una nebulosa guardo, y sin duda debe ser el primero de ellos, de hallarme sentado en una sillita muy pequeña y junto a mi madre que cosiendo junto a otras mujeres estaba en la puerta de mi casa.


Aunque creo lo he dicho en muchas ocasiones, lo principal en la vida cuando venimos al mundo, es hacerlo donde esperándote están con todo cariño unos buenos padres, y seguro de cómo lo hayan sido, y lo sean esos padres, ahí está sin duda el que te sitúen en la senda que habrás de llevar en todo el devenir de tu existencia, de la que si no te desvías de ella, y tu codicia y ambiciones no se desbocan, ten seguro habrás de sentirte privilegiado el haber tenido la suerte de ser agraciado con la venida a este mundo, que aunque alguien lo denominan un valle de lágrimas, no todos, de los que entre ellos me hallo, decimos lo mismo, si no la inmensa suerte de haber podido ser el elegido, cuando creo casi infinitas fueron las oportunidades que hubieron de coincidir para ser uno quien pudiera ser persona.


Este inmejorable premio con el que uno ha sido agraciado, y como no lo es para toda la vida, ésta debemos llevarla con el talante y actitudes lo mas alegres y felices posibles, aunque también hay que tener en cuenta las adversidades que han de presentarse a lo largo del camino que como suele decirse son gajes de ese premio con el que se es agraciado, y no hay que perderlo en quimeras ni aspiraciones a las que puede saberse imposibles de  alcanzar.


El traer a colación esta entrada, se debe a que por radio he oído que hoy se celebra el "DÍA DE LOS MAYORES", como eufemísticamente se dice hoy de los ancianos o los viejos como antes se decía, que aunque eso no nos quite años de encima, tenemos que celebrar, la diferencia que existe entre la calidad de vida de los ancianos de cuando yo era niño, a la de ahora, es que no puede siquiera hallarse comparación, nada mas que el traer al recuerdo aquellos abuelos, que no contaban con ninguna clase de medios para sobrevivir, solían pasar, y eso los mas agraciados, cada mes en casa de  uno de sus hijos e hijas, en los que generalmente, lo único que podían ofrecerle era compartir las miserias de aquellos hogares, donde las carencias, incluso hasta de los primerísimos artículos de necesidad eran la norma.


Por ello, y dando gracias a Dios, al Destino,  a mi descendencia y otras circunstancias, gozo de una calidad de vida, que si he de calificarla, lo es incluso superior a la que he gozado a lo largo de buena parte de mi ya larga cumplida. Que, como lo está siendo, así lo siga durante el tiempo que caminar por este mundo me quede, es lo que pido y deseo, como así pido lo gocen todos los míos.

Hasta la próxima, y perdonar el tostón que pueda ocasionaros, al que tenga la osadía de leerlo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Barbecho


Hace un par de días en una emisora de radio escuché la frase de "firmar en barbecho", que suele decirse del que firma un documento el cual no ha leído, ignorando por tanto el contenido de lo que firma.

Estoy seguro que la inmensa mayoría de las gentes de las grandes ciudades, no tienen ni la mas remota idea de lo que es un barbecho. Y aquí, valiéndome de mis raíces campestres voy a tratar de describir, en lo que mi capacidad sea capaz,  lo que es un barbecho.

Cuando menos en mi pueblo, había, y no sé si lo seguirá habiendo, dos formas de señalar lo que era un barbecho. Así se decía, que era una parcela de terreno que se dejaba de sembrar uno o mas años, a fin de que se regenerara de la explotación a la que había sido sometida en años anteriores.

Y la otra, era esa parcela de terreno que ya se había arado y preparado para su siembra en el siguiente año. Esta preparación se realizaba, utilizando en aquellos tiempos de mi trabajos en el campo, utilizando una yunta, generalmente de mulos, y un arado de los llamados "vertederas". Estos arados, de los que remito una fotografía a mi editor a fin de que la coloque en el punto de esta entrada que crea conveniente, además de lo tenga a bien, y de la que paso a definir, también en lo que sea capaz de ello, y el porqué de la utilización de esta clase de arado.

La vertedera, como simplemente se le llamaba, estaba compuesta, por dos rejas, las cuales eran las que iban rompiendo el terreno; dos cuchillas, las que cortaban la tierra, y una teja o vertedera, que tenía la misión de ir volteando la tierra que rompían las rejas y cortaban las cuchillas, terminando en que la superficie que solía estar cubierta de hierbas o pastos, quedaban sepultadas y por esos efectos de quedar enterradas, la podredumbre de sus elementos, servía como abono y nutrientes del terreno para beneficio en la siembra del siguiente año. Otra de las normas que se tenían en la agricultura, sobre todo a pequeña escala, era la de cambiar la clase de cereal con relación a la que anterior se había hecho en aquel terreno, y que en su mayoría las alternativas eran la del trigo por cebada y viceversa.

A la parte delantera del arado se le acoplaba una pieza de madera llamada timón y que en su punta anterior tenía varios orificios que metida en el llamado barzón que tenía el yugo en que se uncía la yunta, se metía una clavija por uno de los agujeros del timón dándole la distancia suficiente para que las caballerías pudieran tirar de la vertedera sin dificultad.

En la parte superior del arado y sobre la barra que se sustentaba la vertedera, había una palanca que llegaba a la distancia que podía ser activada por el gañán, y se utilizaba para girar las rejas, cuchillas y vertedera hacía el lado contrario, cuando se llegaba al final de la besana y a fin de que la  tierra cayera hacía el mismo lado, en ambas direcciones del recorrido. Un palmo detrás de esa palanca salían dos brazos y en el final de cada uno, y generalmente adosándoles unas maderas conformaban la empuñadura, a las que se les llamaba MANCERAS, y que al gañán le servían para apretar el arado hacía el terreno y pudiera roturarlo conforme he señalado anteriormente.

Una de las estampas que mas me gustaba contemplar cuando se estaba arando, tanto en la preparación de los barbechos, como en las de siembra, era ver como dos o tres clases de pájaros, seguían detrás del que estaba arando y del surco que iba abriendo se comían las lombrices, gusanos y bichos que dejaba al descubierto la tierra movida. Así cuando se llegaba al final del terreno y había que dar la vuelta, estos pájaros, levantaban el vuelo y volvían a colocarse tras el surco recién levantado. Entre estos pájaros había uno, que precisamente no se cual es su propio nombre, y que en mi pueblo se las conocía como "vivitas" que eran de color azul clarito y otras partes blancas, y tenían una cola mas larga que la inmensa mayoría de las aves de su tamaño, que no era superior a la de un gorrión.

Y como final de esta entrada y especialmente el motivo que me ha traído a ello, quiero decir que no se el porqué de decir firmar en barbecho, dado a que como he señalado en el barbecho no hay nada especial salvo el terreno, y en tal caso creo debiera decirse firmar en barbecho, cuando se firmara un papel en blanco, sin nada escrito, que sería lo mas parecido. Pero en fin, como así entiendo que se emplea dicha frase al que firma sin haber leído y ponerse al tanto de ello, démoslo por bien empleado y como suele decirse, "doctores tiene la iglesia", que serían los  llamados a rectificar.

En estos tiempos raro creo será ver que se está arando con una vertedera, si no con tractores y otras máquinas, que en mis tiempos, oí decir alguna vez que así se hacía sobre todo en terrenos llanos y propiedad de grandes hacendados. En las tierras de mi pueblo, en la inmensa mayoría no puede utilizarse tal maquinaria, debido a que, sus pronunciadas pendientes, harían volcar las mismas, y ello solo era, y digo era, porque ya no se siembra nada en aquellos terrenos.  no es que se ha dejado para barbecho, si no que el monte ha terminado por cubrirlo todo.

Ah, y como estamos en época en la que se comenzaba a sembrar, diré que ello se hacía si habían llegado las lluvias, porque sembrar si el terreno estaba muy seco y no llovía durante muchos días y semanas, las hormigas terminaban por llevarse mucha parte del grano para sus hormigueros, y luego en los sembrados se veían las calvas como consecuencia de haberse llevado mucho grano tales insectos en diversas partes de lo que sembró.

Como decía anteriormente que mis raíces son campestres, todavía guardo en el recuerdo aquellos casos que eran causa y motivo de conversaciones entre los labradores.

Hasta la próxima entrada.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Hombre bueno


No se porqué se me ha venido a mente el escribir hoy sobre el tema que da título a esta entrada. Y es que como alguien dice que soy "mu pensaor" y solo hago darle vueltas al trole, mira por donde acordándome de mi abuelo paterno, al cual cuando menos no puedo recordarlo de cómo pudiera ser, pero si sé que cuando yo nací era Juez de Paz de mi pueblo y entonces el acta de mi nacimiento está firmada por él, dado que entre otras de las misiones que se encargaban a dicha clase de Jueces, lo era el del Registro Civil de la localidad, y al haber visto yo y consultado la referida acta de nacimiento, de ahí me viene  el conocer ese detalle de mi abuelo paterno, que se llamaba Rafael Galán Fuentes.

Pero como ya habréis observado, no es de esa cuestión de la que quiero, y así haciéndolo estoy, escribir en esta entrada, si no sobre la titulación de la misma, que no es otra que la de "HOMBRE BUENO".

Comenzaré diciendo que estos Jueces, cuando menos en tiempos de mi niñez y juventud,  no era necesario que tuvieran conocimiento de derecho, no sé a propuesta de quien, ni así mismo quien los nombraba, pero si que habían de jurar su cargo ante el Juez de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial al que correspondiera la localidad donde habían de ejercer, y otra de sus misiones era resolver los expedientes de juicios de faltas que se sucedieran por la comisión de infracciones que estuvieren tipificadas como tales en el Código Penal.

Como citaba al principio del párrafo anterior y dado a que la inmensa mayoría de los mismos carecían de la formación jurídica para los fines que eran nombrados, misión que les era informada por, en mi pueblo por ejemplo, el Secretario del Ayuntamiento, que a su vez también lo era del Juzgado de Paz.

Y aquí si viene ya lo de la titulación de la entrada. Cuando, generalmente por la Guardia Civil o por los Guardas Jurados, era denunciada alguna persona por una infracción que no constituyera delito, y por tanto se encargaba de ello el Juzgado de Paz, antes de celebrarse el juicio oral correspondiente, solían ser citadas las partes para el "Acto de Conciliación", que se llamaba, y así lo sigue siendo. En las citaciones que por el Secretario se expedían y firmadas por el Juez de Paz, a cada una de las partes se les exponía el detalle de que debían de comparecer al citado acto, acompañados de "HOMBRE BUENO", y que realmente los mencionados hombres buenos, eran en la inmensa mayoría de las ocasiones, los que decidían la solución que debía dársele al caso, y que generalmente era aceptada por las partes, sin que se llegara a la celebración del juicio correspondiente. Recuerdo de dos vecinos del pueblo, ya bastante mayores cuando yo era niño, que estaban considerados como "hombre bueno", uno se llamaba Bartolomé y otro Fausto.  Esta información me fue facilitada por mi padre, y no sé, si lo fue a petición mía, o que vendría al caso por algún motivo.

Recién finalizada la Guerra Civil, nombraron un Guarda Jurado que era conocido por el apodo de "El Chiquín", de triste recuerdo por una cuestión, que según decían, sucedió a un familiar mio. Pero también estaba enemistado con mas de las gentes de medio pueblo, ya que denunciaba por las cosas mas insignificantes, al punto de que tuve la ocasión de ver muchas de ellas, y no pocas lo eran por lo que denominaba "arrollamiento de propiedad" que consistía que una persona pasaba por la finca sin consentimiento del propietario, aunque la finca estuviere de erial, o sea sin cultivar ni labrar.

He citado el dato del "Chiquín", que creo estaba clasificado todo lo contrario, de lo que el Juez de Paz, recomendaba a los infractores de faltas cometidas, de ir acompañados, no de este guarda jurado, si no de "hombre bueno".

Hoy, no dudo de que existan también infinidad de "hombres buenos", pero no creo lo sean con la imparcialidad que para el trámite de todos aquellos casos se comportaban los de entonces,  al punto de que como he dicho, lo que ellos decidían en sus resoluciones, eran aceptadas sin reparo alguno por las partes implicadas.

Bueno puede ser que alguien considere un "rollo", esto que he escrito hoy, pero cuando menos novedoso para la mayoría si creo lo ha sido.

Hasta la próxima entrada.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Viaje al pasado


Ayer realicé un viaje de esos que pueden clasificarse de ir al pasado, pero no de un pasado reciente, si no nada menos que de sesenta y cinco años atrás. Ayer estuve, diremos que en el emplazamiento donde estaba ubicado el primer cuartel de la Guardia Civil en el que me alojé cuando yo  ingresé en el Cuerpo.

Ello me llevó, a tener dos impresiones, pero totalmente opuestas la una a la otra. ¿Y por qué digo esto? Sencillamamente porque así fue. Y lo fue, primero, porque me hizo una gran ilusión de volver a aquel lugar donde llegué por primera vez precisamente el día 27 de julio de 1950, cuando tenía veinticinco años de edad y comenzaba mi andadura por la que había elegido como profesión, que lo era como Guardia Civil. Pero lo contrario me sucedió, y que fue la decepción sufrida, cuando el ambiente aquel que rodeaba todo el  entorno donde permanecí catorce meses desempeñando mi servicio, estaba totalmente desconocido y tan diferente a como lo era cuando por primera vez llegué, que si no hubiere sido por dos cuestiones fundamentales, dificil me hubiere resultado  decir, que aquello era lo que me encontré y existía a mi llegada.

Comenzaré diciendo que aquel cuartel estaba ubicado, junto a lo que le daba su nombre, que lo era junto a una de las torres que a lo largo de la costa malagueña la jalonan, aunque ella lo fuera; y siéndolo sigue,  de forma cuadrangular y las demás lo son; de forma redonda, y cuya torre se denominaba, y aun se la sigue llamando "Torre de la Sal", la cual daba el nombre al Puesto de la Guardia Civil constituido en aquel acuartelamiento que oficialmente era, Puesto de Torrelasal" (así, de corrido era su nombre).

La otra cuestión, era todo aquello que la propia constitución física de la costa, desde las inmediaciones de la lengua del agua hasta el interior del mar adentro, como nartural resulta no podía haber sido modificado, entre ello tambien una roca que sobresale de la superficie y a la que se le conoce con el nombre de "Piedra Paloma".

A unos doscientos cincuenta metros del acuartelamiento, en aquellas fechas, existía un pequeño cortijo que se conocía por María Burgos, que sin duda sería el nombre de su propietaria. A partir de todo lo reseñado, todo era campo abierto, donde los cigarrones podían saltar a su antojo, donde las lagartijas corrían a sus anchas y se alimentaban de cuantos insectos hallaban por doquier, en donde los niños, hijos de mis compañeros del Cuerpo,  jugaban sin impedimento alguno en sus correrías, y donde junto al cortijo antes citado existía una fuente de donde nos proveiamos del agua precisa y de la que se carecía en el edificio del acuartelamiento. Pero de todo esto, ya nada existe, el cortijo ha desaparecido y el solar que ocupaba el mismo y   todo aquello que era campo, está cubierto de edificaciones como viviendas en las que seguro seran propiedad de gentes de diferentes paises, e incluso continentes;  que  próximo a cuanto baten las olas  y a la izquierda de la torre conforme se mira hacía mar adentro, existe uno de los llamados chiringuitos, y que en aquellas fechas, era el lugar donde los varones residentes en el cuartel realizábamos nuestras necesidades fisiológicas al carecer  donde poderlo realizar en el interior del cuartel, que de las edificación del propio cuartel no queda señal ni siquiera de sus propios cimientos, y así un largo etcétera, que deja totalmente irreconocible en varios kilómetros a la redonda todo aquello que desde el tan repetido cuartel podía divisarse.

Contemplando ese panorama, se me venía al recuerdo que con toda seguridad ninguno de los nueve compañeros, comenzando por el Brigada Comandante de Puesto, el Cabo y siete Guardias, además de mí, que componiamos la fuerza del mismo, solo yo continuo por estos mundos de Dios, y que algunos de los mismos fallecieron hace mas de cincuenta años.

Que yo cuando allí llegué con la categoría inferior en el Cuerpo, como era la de Guardia 2º, hoy hace ya más de treinta y cuatro años que estoy "retirado", como se dice en el argot de la Guardia Civil a la jubilación,  y que lo hice con el empleo de Subteniente; que actualmente, tengo uno de mis hijos que perteneciendo al Instituto en el que yo ingresé con la inferior categoría de todas, el ostenta la máxima (la de General); que aquellas 420 pesetas de sueldo, mas 189'58 de gratificaciones, lo que hacía 609`58, resulta el citarlo hoy, una cantidad irrisoria, que el acuartelamiento donde residian varios componentes del Cuerpo y algunos con esposas e hijos, careciera de luz eléctrica, agua corriente,  e incluso de servicios donde realizar sus necesidades fisiológicas, y todo lo demás que citado llevo, me lleva a tener que aceptar el como se encuentran todos aquellos entornos y la propia desaparación del edificio del acuartelamiento, y el reeconocer que yo mismo voy ya formando, que se yo, aunque sea una cienmillonésima parte de la historia en la época en que me ha tocado vivir. Y así, mirándome al espejo, digo para mis adentros, yo he ido cambiando a la par que lo han hecho todas esas cuestiones que he tocado en esta entrada. Por ende, y como he citado en varias ocasiones, el cambio en todos los órdenes de la vida desde que comencé a tener conciencia de mi existencia, hasta este momento en que estoy terminando de redactar esta entrada y por el medio que lo estoy haciendo, como solemos decir, sin eufemismo en su definición, los viejos, eso de "cómo pasan los años".

Pero eso sí, por momentos y en esos instantes en que mis pies hollaban aquellas partes en que lo hice, hacía sesenta y cinco años, mis sentimientos volvieron a ser aquel joven Guardia segundo que el 27 de julio de 1950, llegaba a Torrelasal. No obstante, puedo decir henchido de alegría, que nunca, nunca, nunca, ni siquiera en mis mas ilusionantes sueños. podría siquiera haber intuido lo gratificante que Dios y el Destinos me han deparado con el paso de todo ese devenir.

 

Hasta la próxima entrada.