miércoles, 31 de agosto de 2016

Transpone agosto


Allá por su ocaso dentro de pocas horas se nos va el mes de agosto del 2016. Tras sí, se lleva también la temporada de las vacaciones.

Todos los años, desde hace ya bastantes, cuando llega el mes de junio, dentro de mí se me alborota un tanto la ilusión de que estamos a las puertas de las vacaciones. Y no lo es por mi persona, que llevo ya  vacando mas de treinta y cinco años, si no por todos los míos mas próximos que a la vez que ellos van a disfrutar de las mismas, en mí se multiplican los goces que les van a producir.

Sin duda, o cuando menos a mi me sucede, en la medida en que se van acumulando años a la vida, se siente esa perentoria necesidad de recibir el calor de su proximidad, que es sin duda el mayor de los alicientes que ayudan a sentirte a gusto cuando la pendiente del caminar por la vida se va empinando.

Muchas veces me he preguntado, ¿qué sentirá una persona cuando comienza a notar el peso de la edad, y carece de todo miembro de familia en la que pueda depositar y recibir sus afectos? ¿Qué ilusiones alberga que le hagan más llevadera la travesía cuando siente que la meta va quedando cada vez mas próxima?

Yo, gracias a Dios, tuve la dicha que desde mi infancia estuve arropado por unos padres y una familia que me hicieron vivirla totalmente feliz, pese a las carencias que durante varios años hubimos de soportar. Así lo seguí siendo durante mi adolescencia y juventud. No pudo ser más completa la dicha que se forjó con mi matrimonio y la descendencia que por ello nos llegó, con la excepción que con la pérdida de mi mujer, nos hizo afrontar tan desgraciado acontecer.

Esas familias que mis hijos llegaron a formar y con ello la llegada de los nietos, con lo que todo eso, no pudo y siguiéndolo puede, colmar todo ese regodeo que nada otra cosa en la vida puede aportar.

Ahora, cuando camino ya por esos vericuetos a los que nunca pensé pude haber llegado, sigo gozando de esa calidad de vida envidiable para cualesquiera coetáneo, con lo que además de la aportación de todos los míos a los que ya he hecho mención, por esas casualidades que proporciona la vida, el cruce en mi camino de una mujer, que su amistad y afecto mutuo que nos dispensamos, ha llegado al no puede pedirse más hasta donde ha llegado y llega, mi feliz tránsito por el devenir de esta etapa, que siendo como ahora lo es, no me importa el continuar caminando hasta que Dios lo estime oportuno.

Hasta la próxima.

sábado, 20 de agosto de 2016

Rondar



El tema por el que voy a tratar en la entrada de hoy, como se indica en el asunto, es rondar, cuya 5ª acepción del DRAE, es del tenor siguiente. Dicho de los mozos: " Pasear las calles donde viven las mozas a quienes galantean".

Como es natural y dado que la inmensa mayoría de quienes hoy puedan leer el infinitivo de dicho verbo, podrán preguntarse a ver por dónde nos vienen los tiros o qué se ha inventado éste para traerlo a colación. Pero antes de continuar, yo por mi cuenta y riesgo me voy a quitar de encima de un tirón SETENTA Y CINCO AÑOS, como hacen los actores y actrices, cuando representan una obra de época que se colocan la indumentaria acorde con el tiempo en el que se desarrollaban los hechos. Así que yo ya con dieciséis o diecisiete años, me voy a Villaharta.

En aquel tiempo, como comienzan los Santos Evangelios, cuando nos gustaba una joven y nos hacíamos el propósito de pretenderla de amores, lo primero que se hacía era pasear con frecuencia la calle en la que vivía, con el fin de que cuando saliera por cualquier motivo, que eran muy pocos, dado a que entonces las jóvenes no salían de sus casas si no era con una causa muy justificada para que sus madres accedieran a ello. Así tras pasar por la puerta donde vivía varias veces, para hacerse ver, se montaba una especie de apostadero en un punto donde se divisara la puerta de salida del domicilio, y tan pronto ello sucedía,uno salía como un cohete, con el fin de darle alcance pronto y tener más tiempo para tratar de irla conquistando, que la inmensa mayoría al principio, tan pronto se daban cuenta que ibas en su busca, llegaban hasta meterse en cualquier lugar o casa de alguna amiga, para evitar el que te acercaras a ella, y te quedabas en las inmediaciones con cara de tonto esperándola, o como suele decirse acharado y de mal talante, esperabas mejor oportunidad.

Los momentos mejores para ello, solían ser por las tardes-noches, cuando ya se había regresado del trabajo, y mas por aprovechar los momentos que por vocación, y como en aquellas horas siempre había en la iglesia algún acto, principalmente el rezo del rosario, para la ida la esperabas cerca de su casa, y para la salida en la misma puerta de la iglesia, donde casi siempre nos juntábamos unos cuantos con los mismos fines.Aunque unos eran recibidos con agrado, e incluso sus pretendidas hacían una paradiña de vez en vez para prolongar la charla, mientras otras solían poner la marcha larga, se plantaban en su casa en un santiamén, y no pocas veces ni se dignaban dar respuesta a ninguna de tus preguntas o propuestas. Precisamente yo tuve una de esas llamadas conquistas, que en su mayoría se me daba el caso señalado últimamente.

De ordinario  estos hechos eran conocidos por todo el pueblo, dado que nos conocíamos,  haciéndose los comentarios que a cada cual le parecía, y los principales puntos de esos comentarios, lo eran especialmente por las mujeres en la cogida del agua en el llamado "pozo nuevo", o en los lavaderos, donde solían reunirse varias, y se daba el caso de que nosotros los jóvenes, solíamos decir que las pretendíamos, y las personas mayores decían, fulanito "ronda" a fulanita, y como en el caso anterior indicado, se añadía "y no le hace ni caso". Así cada acto de buscar novia andaba de boca en boca de toda la vecindad, hasta que al final se formalizaba el noviazgo, o se desistía por no ser aceptado u otro motivo.

La esperanza siempre se tenía en la celebración de los bailes, que casi todos los domingos y días festivos lo había, así como en los paseos por las carretera, pero como esas jovencitas no podían mostrarse receptivas a los requerimientos que se les hacían, en las cuatro o cinco horas que duraba el baile, solo se conseguía bailar una sola vez con ella, y si así era, posiblemente las dos o tres palabras que te contestaba, era el pedirte que hicieras el favor de no continuar molestándola. Durante los paseos como en general lo hacían tres o mas amigas cogidas del brazo unas a otras, tu pretendida solía colocarse en el interior del grupo y simulando que nada le interesabas se dedicaba a charlar con la amiga que estaba junto a ella, mientras el pobre pretendiente continuaba haciendo el ridículo pronunciando palabras y frases que lo eran como si se las dirigieras al tronco de una encina. No pocas veces yo me vi en semejante situación.

Quienes tengáis la oportunidad de leer esta entrada, quizá podáis pensar que esto último que termino de citar eran unas excepciones, pero era lo que se daba con mas frecuencia, y eran tácticas tomadas para irle dando larga a esas pretensiones, porque estaba muy mal vista la joven que aceptaba las relaciones tan pronto le eran requeridas, aunque teníamos la certeza de que generalmente así era, pero lo bien visto y lo que daba categoría a ella. era el ir prolongando la aceptación de formalizar el noviazgo. Varios meses, e incluso en alguna que otra ocasión se pasaba un año o más, hasta que solías pasear con ella suelto de pareja como se decía cuando lo hacías solo con ella a tu lado, o en el baile te sentabas en sillas contiguas y bailaba solo contigo.

De ahí ya se pasaba a hablar con ella todas las noches en la puerta de su casa, pero uno situado en lo que era calle, que para ello no se pedía permiso, seguro al considerar que la calle no era de nadie, o también a través de una ventana, la novia en el interior del habitáculo y el novio, también en la calle,  pero luego para entrar a la casa, había que pedir permiso al padre que era considerado el cabeza de familia.

Al final de cada día, los que nos hallábamos en esos trámites, solíamos reunirnos en el Casino y allí contábamos nuestras peripecias según nos había ido, aunque cuando lo era muy malo, tratábamos de enmascarar un tanto como había pasado.

A las novias en los paseos ni por la calle, podían siquiera tomarse por la mano, ni por el brazo, y a lo máximo que se le permitía, en los paseos era ir caminando sin nadie a su lado, y en los bailes, sentarse en sillas contiguas y bailar solo con su novio, o algún familiar de él o de ella.

Los mas audaces, conseguían dar el primer beso a su novia, cuando el noviazgo llevaba ya algunos meses de rodaje, y siempre haciéndolo a traición, que como era de esperar, la novia siempre mostraba el sentirse ofendida. Ah, y ello, siempre en la mas estricta intimidad, que ya a medida que iban pasando los días, se llegaba a algo mas que los besos, que me refiero solo a tocamientos, que como apunto anteriormente, solo donde nadie, nadie pudiera ser testigo de ello.

Yo que llegué a verme inmerso en tales quehaceres en más de una ocasión, volviendo hoy la vista atrás, siento rubor del ridículo que se hacía, en no pocas veces a la vista de las gentes, pero así era, y así con resignación lo aceptábamos.

Cargándome los setenta y cinco años que me había quitado, en no pocas ocasiones me he autopreguntado, cómo es posible que de aquel ayer, aunque desde luego bastante lejano, al hoy, se haya experimentando tal cambio en el modo y forma de echarse novia y seguir el noviazgo.

A donde actualmente llegan en ocasiones creo en no más de una semana, "en aquellos tiempos" pasaban a veces varios años, y solo llegaba una vez celebrada la boda con todo su ceremonial, y llegaba lo que a lo largo de muchos años se estuvo esperando y deseando, que era dado en llamarse "la noche de boda".

Tal lo he contado, así era el proceso de echarse novia, y yo mismo, éste que hoy lo está relatando, me tocó vivirlo en primera persona y aunque como he citado anteriormente era ridículo el modo y la forma en que se llevaba a efecto, una sonrisilla un tanto picarona asoma a mis labios, por la ranciedad de aquellos actos.

Hasta la próxima entrada. 

sábado, 13 de agosto de 2016

Las buenas maneras


Esta mañana, y como siempre dándole vueltas al coco, se me vino al pensamiento la copla de una comparsa con la que aquel año, que era unos cuantos antes de la Guerra Civil,  iniciaba sus canciones y que por tanto lo era en plan de saludo. 
   
Por aquellas fechas había en mi pueblo un tal Jenaro Fernández Fernández, que era cabrero, y que no quizá a la altura de Miguel Hernández, pero tambien tenía una buena vena y dotes de poeta, y que era el que cada año se dedicaba a sacar todas las coplas que la comparsa llevaba en su repertorio.
   
 Aquella copla comenzaba del siguiente tenor:               

Nuestro saludo, cordial y afable,
en este día de carnaval,
para el Alcalde y el vecindario...

y así continuaba con unas cuantas estrofas más.

Pero como se indica en el título que he dado en poner a esta entrada, y ciñéndome a las dos palabras que he puesto en negrita, "cordial y afable", para resaltar las buenas maneras con que se daba comienzo a cantarle al pueblo el amplio repertorio que llevaban, y haciendo un aparte sobre ello, diré que todas eran de tinte político bastante "colorao", por cierto. Como digo, es un aparte y otro cantar, y voy a lo de las buenas maneras.

La primera de las palabras señaladas en negrita sí suele verse escrito en alguna que otra ocasión, principalmente cuando se trata de contar el resultado de una reunión política, empresarial o de cualquier otro gremio,

Por cuanto a la segunda, cuya primera acepción del Diccionario de la Academia de la Lengua dice "Agradable, dulce, suave en la conversación y el trato", e incluso su fonética resulta bien sonante al oído, no recuerdo desde cuando no la he leído en ningún medio, y creo se habrá dado motivo de poder tratar así a alguna persona, hombre o mujer, en la que se haya dado el caso de su comportamiento en cualquier acto y se haya hecho merecedor a tal catalogación de "afable", e incluso de que esa sea la forma natural de comportarse esa persona, y de las que gracias a Dios suele haberlas en mas abundancia de lo que pueda parecer, o que toda esa reunión o acto, se llevara a efecto con la mayor afabilidad, aunque me temo se vean en inferioridad a las de signo contrario, pero en fin como suele decirse, en el mundo tiene que haber de todo, y siempre destaca  y es mas noticia, lo peor sobre lo mejor.

No sé si podrá ser este sentimiento mío propio de los "mayores", a los que nos parece que tiempo pasado fue mejor, pero confieso lo digo sin otro afán que hacer ese señalamiento de que actualmente se da menos prioridad a las buenas maneras, de las que a decir verdad, cuando menos a mí me agradan más éstas.

Y es que en mi niñez, juventud y ya siendo hombre maduro, eran frecuentes las citas a personas afables o a la afabilidad y cordialidad con que se había desarrollado tal o cual acto, que aunque tampoco siempre lo era así, pero se me da qué, cuando menos, no solían terminar tan a menudo a la actualidad, "como el rosario de la aurora", tal se dice si no lo han sido de buenas que se daba en tales o cuales cuestiones.

Bueno, con esto me salgo de este berenjenal en el que me he metido y hasta la próxima.

domingo, 7 de agosto de 2016

Hoy han tocado a rememorar

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La noche estrellada, Van Gogh

Hoy es domingo 7 de agosto de 2016. Por coincidencias varias por cuanto a mi entorno familiar más próximo estoy pasando el día en la soledad de mi propio domicilio. Es obvio, y que manteniendo mi mente clara y en perfecto estado de revista como se diría en la mili, mis pensamientos no se iban a entregar a preparar proyectos para el futuro, encontrándome plenamente inmerso en mis 91 años, sino que como corresponde a mi situación vital, sin que remediarlo pueda me he puesto a rememorar.

Me he colocado para hacer estación de penitencia precisamente en lo que fue el mes de agosto en los años de mi adolescencia y primera juventud, esto es de los años de 1940 a 1943, ambos inclusive, o sea de los quince a los dieciocho años que tenía.

Pesado me hago de tanto repetir que las personas somos la consecuencia y el resultado de las épocas y circunstancias que no han tocado vivir. Pasando de la actualidad de la caza de "Pokémon Go", que creo se llama así, hasta aquellos lejanísimos años de la década de los cuarenta, cuando la caza era de cual alimento o similar que sirviera para ir manteniendo la supervivencia.

En mi caso particular, y por cuanto también a los seis o siete compañeros de trabajo, en dicho mes de agosto y en los mencionados años, nos trasladábamos a la finca de La Calera, que ya me da reparo hasta de poner su nombre y que posiblemente no faltara alguien que le sirva hasta hacerle aparecer en su boca una sonrisita de maledicencia y que pase por su mente, eso de "otra vez La Calera". Pero esa finca fue la única facultad en que cursé mis estudios durante cuatro años y cuyo título obtenido lo fue el de "jornalero agrícola". Después y dando un salto en este relato, diré que, como sucede hoy a muchos, que cuando terminan sus carreras se tienen que dedicar a otra actividad  de la que se han preparado, yo hube de dejar a un lado mis conocimientos de agrícola y me puse a trabajar en una mina de carbón. Dejando este detalle como simple anécdota, vamos donde yo quería llevar la conclusión de mi entrada de hoy, que no es ni nada más, pero ni nada menos, de que en aquella situación yo ERA TOTALMENTE FELIZ. Sí, aunque a alguien de quien pueda leerlo piense, de como es posible que el estar trabajando en un olivar, donde ni un día de la semana teníamos de descanso, donde solamente estaba el trabajo y la vuelta al cortijo, para comer, descansar y a dormir. Donde no teníamos con quienes conversar aparte de los propios compañeros de trabajo, pues con todo ello yo confirmo mi felicidad. Podréis preguntaros y cuales eran las razones de que así me sintiera.

En primer lugar, y con el paso de los años he llegado a la conclusión de que posiblemente yo ya vine al mundo programado para ser feliz, y como toda circunstancia tiene un punto por donde encontrar algo positivo, seguramente yo sería a la única que me agarraba, y ello me producía lo necesario. Pero yendo más a la cuestión, el hecho de conseguir un jornal diario que tan imprescindible era para el entorno de la familia y que solo esa dura realidad hace incluso a un adolescente, entender lo que vale, eso que vale tampoco, pero si lo suficiente, que como diría Séneca, "para nuestras ambiciones lo mucho es poco, pero para nuestras necesidades, lo poco es mucho". La tranquilidad de aquel trabajo duraba cuando menos siete u ocho meses, y ahora voy a citar una circunstancia que la he repetido ya en diversas ocasiones, y creo que en primer lugar en mis memorias, y se trata de lo siguiente.

La inmensa mayoría de las noches de verano, después de cenar, cuando mis compañeros ya estaban entregados a su sueño, yo que de siempre he sido de poco dormir, tomando una banqueta lo único que teníamos para sentarnos, me salía al inmenso patio del cortijo, fumándome un cigarro, cuyas volutas de humo veía elevarse a la par que iban deshaciéndose, contemplado un cielo tan preñado de estrellas que creo debían hasta pelearse entre ellas por que ninguna otra le quitara su espacio, el aullido de algún lobo que no pocas noches llegaba a oírse desde unos montes no lejanos del cortijo, el vuelo de algún murciélago o de una lechuza, y el canto de algún búho que no lejos de allí solían anidar todos los años, era el compendio del mayor relax y deleite que soñarse puede. Solo en aquella situación, que para mí estaba disponible todas las noches, y en su mayoría solía aprovecharlas, me sentía tan feliz, como luego a lo largo de mi existencia y por otras circunstancias que concedidas por Dios o el Destino me han sido, lo he seguido siendo, y siguiéndolo estoy, lo que como había citado anteriormente, sin duda yo ya vine a este mundo programado para sentirme totalmente feliz. Ello no quita que las circunstancias adversas que se me han presentado, las propias cuando se ha llegado a la edad que tengo, me hayan dolido y he llegado a sentirlas, no quizás más que nadie, pero tampoco menos.

Bueno a lo mejor no faltara que alguien que tenga la osadía de leer esta entrada, pueda pensar, "valiente rollo" nos ha largado hoy, pero puedo jurar, aunque dicen no se debe jurar, que solo he hecho lo mejor que se, estampar aquellas vivencias que yo, cuando menos sentí tal deleite en su contemplación que ocupan en mi vida un espacio de los mas apreciados por los que he pasado.

Hasta la próxima.