sábado, 31 de diciembre de 2016

¡Año nuevo a la vista!


Comenzaré diciendo que tal día como hoy pero de 2007, hacía mi primera entrada en este Blog, por tanto se cumplen nueve años en este menester. Nunca pensé entonces llegara a esta efemérides y mucho menos haciéndolo con otra entrada, aunque de contenido totalmente diferente. Digámosle adiós a aquellas entrada y bienvenida a ésta.

Ahora vamos al grano.

¡Cuán diferencia la perspectiva de la entrada de un nuevo año, de hace por ejemplo 70, a la de ahora que voy en busca de los 92! Aquella, la que dentro de unos días habría de incorporarme a mi destino en las oficinas de Capitanía General de Sevilla donde realizaba la prestación del servicio militar, tras de terminar el permiso que estuve disfrutando durante las Navidades de 1946.

La principal preocupación en aquellas Navidades, era la del disfrute personal y pasarlo bien. La propia prestación de la mili, en nada lo era, dado que hasta entonces me estaba dando la mejor vida que hubiere llevado, pero con mucha diferencia. El tiempo de prestación del servicio militar por los reemplazos no estaba determinado, así que no se tenía idea del que pudiera faltar para el licenciamiento, e incluso así, que como dejo citado yo me estaba dando una buena vida, por mi parte, que llegara cuando quisiera. Si deseaba, llevar dos años de servicio, que ello me permitía poder iniciar los trámites para mi ingreso en la Guardia Civil, que desde hacía algunos años  tenía en mente. Aquellos veintiún años con los que contaba entonces, con toda una vida por delante, aunque poco era el conocimiento que tenía del mundo, internamente me consideraba con fuerza para afrontar todos los avatares que pudieran presentárseme. El tiempo parecía caminar con una lentitud desesperante, cuando se tenía la necesidad en contar con algún año mas para poder optar a ello.

El echarse novia y casarse, ya llegaría, sin que ello pudiera quitarme el sueño, aunque desde niño estuvo siendo una de mis preocupaciones. Cuando en ciertos momentos de pensamientos íntimos por la soledad en que pudiera hallarme, e igual solían hacerlo generalmente mis coetáneos, se llevaba el pensamiento hasta el año DOS MIL, aunque ni siquiera podía imaginarse como sería el mundo cuando hubiere transcurrido más de medio siglo, que era lo que entonces faltaba para llegar al final de aquel siglo XX.

Pero todo ello, y volviendo la vista atrás en estos momentos, fueron llegando todas esas cuestiones que la vida depara, como suele decirse en un abrir y cerrar de ojos, y hete aquí que hoy, a las puertas del inminente año 2017, ya hoy, que mañana ya lo será ese nuevo año, cuales son las perspectivas de un nonagenario. LA PRIMERÍSIMA, y a mucha diferencia de cualesquiera otra preocupación, radica en ese pensamiento que por muchos momentos está en menta, es interrogarse íntimamente si dentro de un año se podrán volver a vivirse otras Navidades, y el transcurso de más de trescientos cincuenta días, se otea con sendereos llenos de dificultades para poder llegar a esa meta.

Pero a todo cuanto llevo expuesto, también, y creo que así es, alguien con razón dijo, que 
¡NADIE ES TAN VIEJO, QUE NO PIENSE QUE AUN PUEDE VIVIR UN AÑO MAS!  Y claro, yo estoy de acuerdo con ese pensamiento.

Hasta la próxima entrada que ya será el año que viene. 
    

martes, 20 de diciembre de 2016

Las Navidades



Tras una larga sequía, por cuanto a mi entrada en el blog se refiere, y no siendo muy original en el tema elegido para esta nueva entrada, voy a referirme a lo que han sido las Navidades por lo que a mi personalmente se trata, que como es natura ha habido de todo.

Las pasadas hasta la llegada de la Guerra Civil Española, o sea las diez primeras de mi vida,  y cuando ya comencé a tener noción de dichas fiestas,  solo me hacían ilusión los dulces que mi madre solía hacer con motivo de las mismas, y que eran los siguientes: Perrunas, que eran una especie de mantecados; roscos de vino que de lo único que me acuerdo es de que los freía con aceite; buñuelos de azúcar: buñuelos de miel y hojuelas, con miel por supuesto.

A partir de la Nochebuena, mi madre nos los daba como suele decirse con cuenta gotas, al punto de que para el día de Reyes como no había juguetes que echarnos, los sustituían un dulce de un par de clases y tres o cuatro peladillas, que era lo único que se compraba. Concretamente para mí, las Navidades, eran igual a los dulces.

Las correspondientes a los años de 1936-38, ambas inclusive, como eran los años de la guerra y estábamos en zona roja, no recuerdo de que siquiera se hablara de dichas festividades ni que incluso se celebraran en otros puntos de España. Como se dice,  pasaron sin pena ni gloria.

Las de los años 1939-43, las cinco las pase en la La Calera, y salvo las del 39 que contaba solo con 14 años de edad que me distraía viendo bailar a los demás, las otras, no solo en las navidades, si no todas las noches que duraba la temporada de la aceituna, pero a partir del siguiente año ya no me perdía ni una pieza en los bailes, que era lo único especial que se hacía, y que durante las mismas, el manijero prorrogaba una hora mas la duración del baile que era hasta las doce de la noche, pues a las seis de la mañana siguiente, había que levantarse.

Generalmente, solía descansarse el día 25, o como se decía en el mundillo del trabajo, se "holgaba" aunque si no se trabajaba, no se cobraba jornal tampoco. Yo como en las de los años 41, 42 y 43 ya trabajaba en la molina, no se laboraba el día 25, pero luego dos días seguidos echábamos jornada y media para reponer el día perdido. En  la última que pase en la finca de La Calera, me eche la primera novia de mi vida, ya contado en varias entradas de este blog.

Las correspondientes a los años de 1944 a 1949, inclusive, y aunque en los años de 46 y 47, estaba en la mili, tuve la suerte de que me dieran permiso en ambas, y fueron seis Navidades consecutivas las pasadas en Villaharta, y las más y mejor disfrutadas, Comenzábamos la Nochebuena yendo a la Misa del Gallo, después de la misma nos íbamos a casa de algun amigo, que por supuesto contara con medios para ello, y hacíamos unas migas con sus correspondientes torreznos y chorizo, regadas con el vino necesario para hacerlas mas deliciosas y en ello nos llegaba el bien amanecido día de la Navidad, que provistos de panderetas, almireces y zambombas, salíamos por las casas del pueblo pidiendo el "aguinaldo" y que además de algún dinerillo, lo que mas nos daban eran cosas de la matanza, y alguna que otra botella de vino de la propia crianza, que todo bien administrado, nos duraba para los tres días de la Pascua. Eso en los años de la hambre, la mayoría reponíamos fuerzas para una temporada, y el disfrute puede imaginarse, dado a la necesidad pasada a lo largo de todo el año.

Cuando llegábamos a las casas a pedir el aguinaldo, la presentación era el preguntar ¿Se canta o se reza?, y siempre en las casas que estaban guardando luto por el fallecimiento de algún deudo, la respuesta era "se reza", y entonces en vez de los consabidos villacincos, largábamos unos cuantos padrenuestros, credos y salves, y los dedicábamos pidiendo por el difunto o la difunta, que siempre se sabía quien había sido la que llevo el luto a la familia.

Los tres días de Pascua, había baile por la tarde y por la noche, así que la diversión estaba garantizada todas las fiestas.

n con las estrecheces económicas de aquellos años, recuerdo haber pasado una juventud maravillosa, y es que tras haber pasado una Guerra Civil en nuestra niñez y adolescencia, aquello era el no va a más del disfrute.

Ahora me toca relatar, la mas especial de todas las navidades en lo que llevo de vida, y aunque  ya contada muchas veces, voy a hacerlo sin alargarme mucho, pero lo suficiente para que se comprenda lo que supusieron para mí.

24 de diciembre de 1950, primera Nochebuena pasada en la Guardia Civil. Serían las doce de aquella noche, "diremos que a un compañero se le escapó un disparo", y no tuvo otro sitio donde dar el proyectil si no en mi rodilla de la pierna derecha, atravesándome la misma. Al médico me llevaron, primero, a lomos de un mulo, y a mitad del camino, en el coche del Capitán, que noticioso del caso me llevaron en el mismo. Hecha la cura de urgencia, de vuelta al cuartel, donde quedé encamado hasta la mañana siguiente que llevándome hasta un control del Cuerpo en la barriada de Sabinillas, y mas de una hora de espera, me trajeron a Málaga en un autobús de la Compañía de Antonio Machín que totalmente vació venía aquí donde actuaba el mismo.

Serían la una de la tarde del primer día de la Navidad, cuando ingresaba en  la Sala de Cirugía del Hospital Militar, donde quedé encamado en la número 2. Yo lo primero que hice fue comunicar a mis superiores, que no deseaba que se diera conocimiento de ello a mis padres y hermanos, pues la situación económica de aquellos tiempos, no les permitían poder pagarse un lugar donde pernoctar en caso de venir hasta aquí, ni incluso tener para el pago de los propios billetes de autobuses y del tren.

En todas las Navidades, ni una sola persona se acercó a mi cama para preguntarme que me sucedía, salvo la visita del médico que lo hacía a primeras horas de la mañana. Sin duda los veinticinco años de edad que tenía y el evitar que mis padres pasaran el mal rato de la noticia y las casi imposibles posibilidades de venir a verme, tuve la suficiente entereza de ánimo para superar aquellos días cuando la Sala se llenaba de familiares a visitar a los suyos, y yo en aquella cama número 2, situada inmediatamente junto a la puerta de entrada de la Sala, que como he citado nadie, y digo nadie, se acercó a mí. Diré que mis padres tuvieron noticia de todo ello, en el mes de agosto siguiente. cuando fui a mi pueblo con quince días de permiso de verano.

Dado a que demasiado largo se me ha hecho este relato hasta aquel 1950, voy a tirar por la trocha y decir que todas las demás hasta ahora, con la excepción de las de 1996, por enfermedad de mi mujer (q.e.p.d.), que han sido las de mayor dolor y tristeza, lo han sido de felices celebraciones. Éstas que están a las puertas de su llegada, quiera Dios lo sean como las recientemente pasadas, y sobre todo que todos esos seres míos a los que adoro, sigan como los son y están actualmente.

Asimismo se las deseo a todos mis amigos, conocidos, y a quienes osen echar un ojo a esta entrada, y que 2017, le sea una año lleno de venturas.

Y a mi que Dios me mantenga la esperanza de que las del próximo año, pueda ponerlas aquí, aunque resulten un poco rollazo, como éstas.

Hasta la próxima.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Pelando la pava


Hallándonos próximos a las fiestas de la Navidad,y dándole vueltas al meollo sobre los villancincos que allá en mi niñez y juventud solían cantarse en mi pueblo, se me ha venido al recuerdo uno, que aunque hace algunos años no lo he oído cantar, y que decía así:


Esta noche es Nochebuena,
y no se pela la pava,
que están los novios borrachos,
y se les cae la baba.

Seguramente la inmensa mayoría de la juventud actual ni siquiera sabe lo que significa pelar la pava. Pues para aclarárselo si alguno no lo sabe, se decía pelar pava a cuando los novios solían hablar entre ellos, por ejemplo en el interior de la casa de la novia, dándose la circunstancia que ello se hacía siempre bajo una vigilancia ejercida generalmente por la propia madre de la misma, a cuya persona que realizaba tal cometido, se le llamaba "carabina". Tal misión, solo tenía por objeto el evitar que los novios se tocaran o besaran entre ellos, cuestión que ademas de considerarse que eso era pecado, especialmente las madres de las novias, trataban de evitarlo a toda costa, que en ello dependía la honra de su hija.

Precisamente yo, pelé la pava en dos o tres circunstancias diferentes, o sea con novias distintas, pero la última lo fue por espacio de cuatro años y dos meses, sin que cuando se hacía en casa de la prometida, nunca me faltó la presencia de la carabina, y en una ocasión en que la misma se levantó para ir a la cocina a echar un vistazo a la comida que estaba haciendo, al regresar nos sorprendió dándonos un beso a lo que no pudiendo reprimirse de llamar la atención, dirigiéndose a su hija, le dijo que ¿¡QUÉ ERA ESO!?, a lo que contestó a la pregunta de su madre: "Pues que nos estábamos dando un beso, o es que no lo has visto". Yo agaché la cabeza y creo que hasta me ruboricé.

Si los padres de la gente de mi generación, como suele decirse, levantaran la cabeza y vieran el como se desenvuelven hoy los noviazgos, volvían a morirse de ver lo que considerarían las sinvergonzonerías de como lo hacen. Y todo aquello que seguramente se había venido practicando durante siglos, en unos cincuenta años, se ha transformado en lo que hoy son esas relaciones.

Según unas exploraciones que yo he realizado para conocer de donde viene esa expresión de "pelar la pava" a cuando están hablando los novios, parece ser que "una señora mandó a la criada a desplumar una pava que iban a preparar para cocinarla, cuya misión estaba realizando en una habitación junto a la ventana, y estando en ello. llegó su novio y se pusieron a platicar, y como quiera que tardaba la sirvienta en regresar con la pava desplumada, dando una voz le preguntó que por qué tardaba tanto, contestándole la misma, señora "QUE ESTOY PELANDO LA PAVA".

   Como no, según algunas fuentes, el origen de la susodicha frase no pudo ser en otro lugar que no fuera Andalucía. 

En mis tiempos, como a los mayores nos gusta decir, el noviazgo se iniciaba primero por la calle, o en el paseo, aprovechando la salida de la pretendida, una vez formalizado el noviazgo que se consideraba como tal, cuando se daba el primer beso aprovechando cualquier descuido. De ahí se pasaba a hacerlo bien en la puerta de la casa o a través de una ventana de alguna habitación, la novia por dentro y el novio en la calle, que como claro era la vía pública se hacía sin pedir permiso, y de ahí, cuando ya el noviazgo estaba formalizado y las familias de uno y otro estaban al tanto de ello, se pedía permiso, generalmente al padre de la novia, que entonces se consideraba el cabeza de familia,  para entrar en la casa  donde se pelaba la pava como ha quedado señalado.

Si la época de hablar en la puerta o a través de la ventana era en invierno, el pobre novio pasaba mas frío que lavando rábanos como suele decirse, y más de una vez volvía a su casa empapado de la lluvia que le había caído encima.

Para la mayoría de los escasos que paséis la vista sobre esta entrada os parecerá que esto son cosas de la Edad Media, pero como he citado antes, yo he pelado las pava en esas condiciones y pedido permiso para entrar en la casa en tres ocasiones.  Las circunstancias, así me lo pusieron.

Hasta la próxima.