jueves, 19 de enero de 2017

A más de mitad de cuesta



Desde mi última entrada en el blog, precisamente el último día del pasado año 2016, sin dar ni uno solo palo al agua, aquí me hallo precisamente pasada ya más de la mitad de la tan temida "cuesta de enero", especialmente cuando se refiere a la situación económica en los hogares particulares. Una pequeña y ligera alteración en mi estado de salud, añadida a una falta de motivación, más haberme hecho cargo de la secretaría (y las funciones de la presidencia de la Comunidad de Propietarios del bloque), me han llevado a estos bastantes días sin realizar nueva entrada en este blog, hasta que hoy, parece ser, me he descargado tanto de esa galbana que tenía de visita y encarrilada la misión comunitaria, y a pesar del frío reinante y tan poco pasado por estos lares malagueños, tengo la osadía de lanzarme al blog, que poniéndose rancio está.

Si, en ese tiempo de inactividad, en alguna ocasión me ha venido a mente lo que para un nonagenario, y no por cuestiones económicas, supone, no la propia subida de la cuesta de este mes, si no que llega el pensamiento hasta allá el propio día de San Silvestre del corriente año.

En esos pensamientos, no ha faltado el momento en que como también suele decirse con frecuencia eso de lo que, los viejos nos volvemos "niños" y en partes no falta razón.

A medida que van pasando los años y disminuyendo, e incluso hasta a veces perderse, parte de cualidades físicas, y en no pocas ocasiones también mentales, aunque ésto gracias a Dios a mi no me alcanza, nos lleva quizás a sentirnos un tanto desvalidos, de como lo habíamos estado gozando durante los años de nuestra juventud y adultez.  Esto que termino de relatar, nos lleva en no pocas ocasiones de pensamientos hasta nuestros seres mas próximos y queridos, de quienes nos sentimos apoyados  y en parte confiamos en ellos para esa ayuda que tan necesaria nos es, para  conseguir lo necesario que nos lleve hasta la meta soñada. Esa meta, no la colocamos hasta allá como decía el final del año en que estemos caminando, si no que lo situamos en etapas, que según nuestro estado de salud del momento, lo hacemos más o menos lejana del día en que a ello nos lleva nuestro pensar.

No deja de pasar por nuestras mentes, primero con los hijos y años más tarde con los nietos, de cuando recurrían a cogerse de nuestras manos para ayudarles en salvar cualquier contrariedad que se presentara, y eso mismo es lo que ahora nos sucede a nosotros... ¡Qué pronto han pasado los años de aquello que nos era solicitado, a esto que ya precisamos!

En mi propio caso, de cuando yo prestaba aquellas ayudas y pendientes de todas sus necesidades estábamos, de quienes próximos están de alcanzar la condición de sexagenarios, y no digamos que bastantes años después también había que hacerlo con sus descendencias, encontrándose éstos actualmente en plena madurez personal, e incluso los últimos, gozando de esa plena y divina juventud, de la que dejamos atrás años ha. Así hora a hora, año a año, y hasta decenio a decenio, ha pasado el tiempo que con su caminar sin tomarse el menor descanso, nos va pasando por las diferentes etapas de la vida y colocándonos en las situaciones, que aún sin pedirlas, y hasta algunas sin desearlas, donde nos corresponde.

No quiero que cuanto llevo escrito, se tome como una protesta a como se ha ido sucediendo, y situación que me hallo, y de lo que cada día que amanezco, no tengo por menos que dar gracias a Dios de todo cuanto concedido me ha sido, si no que como planes futuros no es cosa de planear, dejamos deslizarse nuestros recuerdos por todo ese devenir, que aunque como en mi caso, tan luengo está siendo, con solo volviendo el pensamiento hacía nuestros inicios, da la sensación de haber hecho toda esa travesía, como suele decirse, en "un abrir y cerra de ojos".

Hasta la próxima entrada y cumplido el trámite de una nueva.